Walter Riso: «Amar no es anularse para que el otro sea feliz, es tocar una partitura a cuatro manos»

¿Qué hay de tus sueños, tus ilusiones, tu vocación, tus valores y tus sentimientos? ¿Dónde quedaron cuando decidiste a entregarte por completo a la causa de amar a otra persona? ¿De tanto amor te olvidaste de ti? Tras más de 60.000 consultas a sus espaldas y muchos años como terapeuta, el psicólogo Walter Riso pone el acento en esas relaciones de pareja en la que uno se acostumbra a dar excesivamente y a recibir poco o nada de la persona que ama con el agravante de que a menudo se normaliza, como si fuera algo de lo más natural. En su obra ‘De tanto amarte, me olvidé de mí’ (Planeta/Zenith) explica que esas personas se resignan a tener una relación desequilibrada por la creencia equivocada de que el verdadero amor no espera nada a cambio como si la ecuación amorosa solo tuviera un miembro.

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Para Walter riso el amor saludable fluye, va y viene, y eso significa que uno siente y ve el afecto del otro y viceversa. Por eso en su libro invita a revisar el estilo afectivo y así equilibrar la relación de pareja o, po el contrario, analizar si uno se encuentra en el lugar equivocado. Comenzamos con él nuestro particular análisis…

El punto de partida de su obra es que el amor saludable y funcional requiere de un principio imprescindible: «necesito quererme para quererte». ¿Cómo se puede saber si una persona se quiere a sí misma?

Se pueden citar cuatro aspectos. Uno es que esa persona se trate mal a sí misma a nivel psicológico insultándose y siendo demasiado crítica consigo. La segunda es que no se dé gusto, no practique el autoelogio ni se felicite y tampoco haga aquello que le gusta o con lo que disfruta ni se compre lo que le satisface (aunque pueda hacerlo). En estos casos siempre hay una especie de autosacrificio exagerado o una sensación de que no lo merece. El tercero es tener una autoimagen distorsionada que se relaciona con si se gusta o no: si tiene demasiados aspectos de su físico que no aprueba puede ver dañada su autoestima. Y la cuarta es la falta de confianza en uno mismo de modo que esa persona adolece de autoeficacia y no siente que sea capaz de hacer las cosas cuando se las propone. Estas cuatro cuestiones son, en resumen, las que indican que alguien no se quiere o no tiene una buena autoestima.

Y desde esa base, la de la mejora de la autoestima, habría que construir una relación de pareja…

Sí, la de una pareja y la de todo porque la autoestima es un factor de inmunidad psicológica y física. Es curioso porque algunas investigaciones ya revelan que a los 60 años es cuando mejor autoestima se tiene.

¿Por qué?

Porque a la gente le importa menos lo que piensan de ella, ya no está tan preocupado por su físico y empieza a tener otra visión del mundo.

Cuando las personas no se quieren a sí mismas corren un riesgo que usted relaciona con el concepto ‘descentramiento cognitivo’. ¿En qué consiste?

Consiste en que si yo no me quiero, no voy a querer estar conmigo. Es más, no solo voy a dirigir la ira hacia mí sino que tendré la desgracia de aguantarme a mí mismo. Lo que hace el descentramiento cognitivo es salir de mí y preocuparse más por otro que por mí. Es justamente a lo que hace referencia el título del libro ‘De tanto amarte, me olvidé de mí’ y es algo que sucede más de lo que creemos.

Y tal vez haya una creencia cultural que muchas veces nos lleve a eso.

Diría que más que una creencia es una confusión porque a menudo se confunde el amor universal con el amor interpersonal. El amor universal no espera nada a cambio. Pero cuando estás cara a cara con una persona sí que esperas. Y es lo que yo llamo
reciprocidad
.

¿Qué se espera en el amor?

Si eres fiel, esperas fidelidad; si das sexo, esperas sexo; si eres generoso, esperas generosidad; si das, esperas… No milimétricamente, pero sí lo básico. Porque si tú estás en una relación en la que das, das y das y el otro se sienta a recibir y recibir llegará un momento en el que el que da no se va a reconocer a sí mismo en el espejo y se va a olvidar de sí mismo. Amar no es anularse para que el otro sea feliz, es tocar una partitura a cuatro manos. A veces uno, a veces otro, se va equilibrando, pero la relación no puede estar sobre una pendiente resbaladiza porque si se va inclinando hacia un lado puede acabar en una relación vertical de dominancia-sumisión en la que uno tiene más derechos que el otro. Y eso sucede. Y ese patrón se da por miedo a la soledad, por la falta de autoestima, porque le han dicho que el matrimonio es para toda la vida o porque está con un narcisista que le ha lavado el cerebro para que todo gire en torno a él.

«Uno no se pueda enamorar o desenamorar a voluntad, lo que sí puede hacer es retirarse de una relación queriendo, si esta no le conviene»,
En su obra plantea pruebas específicas que ayudan a saber si nos aman de verdad o si estamos con la pareja adecuada. ¿Cuáles diría que son las más reveladoras?

Son bastante reveladoras, pues las he planteado tras más de 60.000 horas de consulta y las horas de lectura de investigaciones y datos. Pero si tuviera que elegir diría que la gran pregunta, en el caso de que se tengan hijos, sería: ¿quisieras para tu hijo o para tu hija una relación con una persona con la misma personalidad y el mismo carácter (sea hombre o mujer, según corresponda) que tu pareja actual? Si uno dice sí, está bien. Si uno dice no la pregunta que sigue es: Si no quieres que tu hija tenga tu pareja, ¿por qué sigues con esa persona? Es un examen fuerte, pero es algo que hay que hacer.

Otra fórmula que puede servir es más arriesgada pero es interesante. Si una persona duda y no está segura de si está con la pareja adecuada, haz esta prueba: desnúdate psicológicamente y pon todas tus debilidades sobre la mesa. Y una vez que lo hagas, tienes que comprobar si el otro o la otra toma algún tipo de ventaja sobre aprovechando esas debilidades. De hecho, más que una pregunta, es una práctica.

¿Y si la pareja lleva un tiempo en que la relación no funciona?

Puede hacerse ua prueba consiste en responder a la pregunta: A quién amas, ¿a la persona que conociste hace cuatro años o a la que es ahora? Si amas a la que era hace cuatro años, esa persona no está, así que eso querría decir que estás enamorada de una imagen o de un fantasma. Y cabría preguntar después: Si conocieras ahora a este hombre o a esta mujer que tienes frente a ti y que aseguras que ha cambiado tanto, ¿te casarías ahora con él o ella?

Otro aspecto que busca desmitificar en su libro es esa idea de que una pareja da sentido a la vida y eso lleva al concepto del apego afectivo, ¿cómo se trabaja para liberarse de él?

Si pudiera explicar en unos minutos cómo se trabaja el apego afectivo estaría en la punta de una montaña con una túnica azafranada y sería Buda… Comencemos por decir que el apego es una adicción sin droga física, es decir, un adicción psicológica y sucede cuando la persona extiende su yo y te identificas con algo o con alguien como si fuera parte de ti. Eso te quita grados de libertad, te distorsiona la información y hace que cuestiones tus principios. El apego corrompe a nivel psicológico. Y una vez explicado esto vayamos a lo que comentabas porque si una persona dice que otra da sentido a su vida es oquiere decir que, por sí solo o sola, no es capaz de encontrarle significado a su existencia porque ese significado lo da otra persona. Lo que genera eso es dependencia porque entonces el día que no esté esa persona, la vida del que depende de ella no tendrá sentido.

¿Qué se pude hacer pra combatir esa dependencia?

Para combatir esto es importante manejar lo que llamo territorialidad, que hace referencia a los espacios vitales de las parejas, diseñados para uno y no para dos: tus amigos y mis amigos y nuestros amigos, tus libros y mis libros y nuestros libros, tu música y mi música y nuestra música… Eso nos lleva a pensar que las parejas opuestas no funcionan, tienen que ser superpuestas: hay un espacio común y dos espacios personales. Y es desde ahí desde donde puedo manejar el apego porque eso me permite ser independiente emocionalmente en la relación. Te quiero, te amo, eres lo mejor de mi vida, pero no lo único… Y aquí no hablamos de infidelidad, eso es otro tema. Solo de territorialidad.

«Las parejas opuestas no funcionan, tienen que ser superpuestas: hay un espacio común y dos espacios personales»,
¿Hay personas de las que sería mejor no enamorarse nunca?

Sí, hay gente tóxica y hay gente que está estructurada de tal manera que tienen una seria dificultad para establecer relaciones afectivas. Y hay que empezar por ahí. Cito especialmente estos casos en el libro ‘Amores altamente peligrosos’ y lo que les define es que tienen grandes difultades para amar. De hecho los casos extremos pueden calificarse como trastornos de la personalidad y hablaríamos de psicopatía, narcisimos o de un esquizoide. Y luego hay rasgos tóxicos y aquí el peor sería el de la indiferencia, que es un motivo de consulta muy común:«Me siento como un fantasma», me dicen. Y eso es duro porque lo que se opone al amor no es el odio sino la indiferencia. Si tu dolor no me duele, si tu alegría no me alegra y si eres para mí menos que un jarrón, esa relación es imposible que funcione.

¿Es tan racional el amor? ¿Uno puede elegir de quién se enamora y de quién no?

Cuando conoces a una persona tienes un tiempo para profundizar sobre quién es. Y en ese tiempo inicial hay que conceder el beneficio de la duda, pero después de tres, cuatro o seis salidas juntos es importante ver cómo se avanza en esa relación. Uno no se pueda enamorar o desenamorar a voluntad, lo que sí puede hacer es retirarse de una relación queriendo, si esta no le conviene. Es algo así como la droga. Cuando una persona deja la cocaína lo hace porque no le conviene y no le va bien a su vida, no porque no le guste. Por tanto uno no elige si se enamora o no de alguien, lo que elije es que va a intentar conocer a esa persona para saber si me conviene o no que me enamore de ella.

Entonces es una elección racional…

Sí, esa sí es una elección racional porque, ¿de qué se enamora uno? ¿de unos senos, unas nalgas, unos bíceps, un cuerpo…? Uno no se enamora de la belleza porque eso es atracción, uno se enamora de la personalidad, la manera de ser, los valores y la propuesta afectiva. De modo que a una pareja no le puede ir bien si no tiene una propuesta afectiva y una visión del mundo similar a la mía.

De hecho por primera vez en una de mis publicaciones he incluido lo que deben hacer las parejas para que funcionen bien y en esa parte incluyo esas ideas: la reciprocidad, la terriotorialidad, la visión del mundo, los desacuerdos amistosos… A veces pongo cosas que no parecen demasiado idílicas pero son reales.

El amor no es un sentimiento, es una matriz compleja compuesta por muchas variables entre las que e incluye tanto el sentimiento como el pensamiento, la parte cognitiva, la parte racional, la parte social, lo sexual, la amistad… La amistad no puede faltar porque es precisamente lo más importante porque es un acto cognitivo y emocional y todos los días puede ser amigo de tu pareja. La amistad empieza por la razón, por el pensamiento y es un acto cognitivo y así es también el amor, es emocional, pero no solo emocional, es racional, pero no solo racional. Pero sí que tiene una parte más racional de lo que se cree.

Sobre Walter Riso
Nació en Italia y vive entre América Latina y Barcelona. Es doctor en Psicología, se especializó en Terapia Cognitiva y obtuvo una maestría en Bioética. Desde hace 30 años trabaja como psicólogo clínico, una práctica que alterna con el ejercicio de la cátedra universitaria y la realización de publicaciones científicas y de divulgación. Con sus libros se propone crear una vacuna contra el sufrimiento humano proponiendo estilos de vida saludables en distintos órdenes de la vida. 

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