Vayamos al grano: viajar engancha. Puedes venir más o menos cansado de esa escapada, puedes haber disfrutado más o menos que en otra ocasión, pero si hay algo en lo que coincidimos todos es que esta actividad seduce también a los menos trotamundos. Pero, ¿por qué? ¿Será por el hecho de estar en otra ciudad? ¿Es por la ilusión de conocer otra cultura? ¿Quizá por las ganas de una nueva aventura? ¿Por la adrenalina que nos produce, tal vez?
Podemos sentir la necesidad de viajar por diferentes motivos: para desconectar, conocer otros lugares, por el simple hecho de mantenernos activos unos días que teníamos de descanso, porque nos genera motivación, vemos nuestra vida desde otra perspectiva… Como vemos, los motivos pueden ser tan diversos como seres humanos lo practican, pero la psicóloga Ana Belén Medialdea sabe la respuesta que nos une a todos en este tema: viajamos porque aprovechamos sus beneficios.
«Hoy en día nos gusta viajar y sentimos esa necesidad de salir de nuestro espacio de siempre porque previamente ya hemos conectado con los beneficios que nos produce esta actividad», dice la psicóloga. «Hace unos días me preguntaron si viajar se ha convertido en una tendencia para sanar y yo pregunto: ¿Nos puede ayudar a descubrir partes de nosotros mismos que no conocíamos?, ¿nos puede ayudar a conseguir nuestra mejor versión? Lo cierto es que viajando nos enfrentamos al miedo. Tengo una paciente que viajar le ha hecho cambiar la percepción de su realidad. Era una enfermera con miedo a la soledad y a las enfermedades, pero trabajar juntas en terapia le ha hecho entender que cuando dejamos de cuidarnos y de darnos aquellas cosas que son necesarias para nosotros mismos, aparece la ansiedad. Esta chica se dio cuenta de que viajando no aparecía la ansiedad porque no daba lugar a los pensamientos que creaban esa ansiedad», cuenta.
Qué nos da viajar
Y dado que de un viaje no se disfruta solo en el lugar, sino también en la previa preparación del mismo y también después, cuando nos quedan las fotos y los recuerdos, Ana Belén Medialdea lo definiría como «la ayuda que necesitamos para construir la mejor versión de uno mismo».
En primer lugar, la psicóloga destaca que es bueno para nuestro cerebro por dos motivos: «El primero es que cuando viajamos hacemos muchas actividades y cosas placenteras para nosotros y que nos gustan, entonces cuando hacemos lo que nos gusta ayudamos a liberar unas sustancias químicas que viven en nuestro cerebro y que se llaman endorfinas. Las endorfinas, además de reducir el cortisol, que es la hormona que nos genera el estrés, nos ayuda a sentirnos mejor, por lo que viajar nos ayuda mucho en ese sentido, pero también a estimular nuestro cerebro porque cuando estamos en un sitio que no conocemos, y donde hay otro idioma y cultura, a nuestro cerebro no le queda otra que hacerse un mapa mental de lo que está viviendo en ese momento, y eso nos impulsa a estimularnos. Estimular el cerebro está científicamente comprobado que nos ayuda a adaptarnos mucho mejor a las situaciones y también a ser más creativos».
Otro de los beneficios de viajar es que fortalece nuestra autoestima. ¿Cuántas veces has pensado que no ibas a ser capaz de hacer algo y lo has terminado haciendo? El hecho de enfrentarnos a cosas que pensamos que no seríamos capaces de hacer, nos ayuda a sentirnos más seguros con nosotros mismos. «Yo siempre digo que hacer aquellas cosas que pensábamos que no éramos capaces de hacer es como si estuviéramos dando un golpe a nuestra autoestima», reconoce Ana Belén Medialdea.
Por otro lado, viajar ayuda a aumentar la capacidad de resolución de problemas. Tal como indica la experta, resolver conflictos, hablar en otro idioma son cosas que nos hace ver que realmente somos capaces de enfrentarnos a todo lo que nunca creíamos. Además, también nos ayuda a mejorar nuestras habilidades sociales; no nos queda más remedio que comunicarnos, especialmente si viajamos solos. Ana Belén Medialdea insiste en que viajar, además, es la mejor solución para «quitarnos esos prejuicios y estereotipos que quizá hayamos podido tener».
Si la psicóloga tuviera que hacer un resumen de todos los beneficios, diría que nos ayuda a conocernos mejor y también a tomar perspectiva de nuestra vida; a darnos cuenta de lo que realmente queremos en ella. «Se suele decir que nos ayuda a construir nuestra mejor versión», afirma.
Cómo aprovechar al máximo un viaje
Aunque ya el simple hecho de salir de nuestra zona de confort es beneficioso, Medialdea insta a saber hacer un buen planing vacacional. No es que un fin de semana no sea suficiente, que lo puede ser con creces, es que si lo que se busca es desconectar, mínimo hay que tomarse un descanso de siete días: «Para que un viaje nos ayude a desconectar es primordial que la estancia sea mínimo de una semana porque los primeros días cuando vamos fuera no terminamos de desconectar «al cine por cien ya que nos llevamos en la cabeza todas las responsabilidades y aquellos que tenemos pendiente».
Y es que el descanso suele ser lo que más buscamos a la hora de descantarnos por un destino o por otro.Para huir de nuestra rutina o volver a conectar con lo que nos rodea, necesitamos dar descanso a nuestra mente. El actor Hugo Silva, embajador de Bahia Principe Hotels & Resorts, imagen del destino Samaná, en República Dominicana, asegura que viaja mucho gracias a su trabajo y siempre intenta encontrar un hueco para desconectar: «Cuando viajas por trabajo estás generalmente más tiempo de lo que estarías en un viaje de ocio y siempre busco momentos para escaparme, y en Samaná tuve la suerte de desconectar, que es lo que busco en mis viajes».
Según Ana Belén Medialdea, a tener en cuenta antes de un viaje, es importante que se elija un destino que «nos despierte curiosidad» ya que muchas veces nos dejamos llevar por lo que hacen los demás y elegimos algo que no nos interesa, así que el viaje que hay que elegir debe ser desde esa consciencia.
Además de eso, una de las cosas que generan mucho estrés a muchas personas es organizar el viaje. Como ya hemos dicho, no nos vamos de viaje en el momento en el que despega el avión o cogemos cualquier medio de transporte, si no el momento en el que decidimos que se va a hacer un viaje, entonces si somos personas que disfrutan mucho de la organización es un momento muy bueno, pero cuando vemos que esto está generando intranquilidad porque no está todo controlado, es importante delegar en una agencia que se ocupe de esa organización. «Esto te da tiempo para invertirlo en otras cosas», aconseja Ana Belén.
Otro punto fundamental a tener en cuenta es que aunque lo llevemos todo organizado, hay que dejar un espacio para la improvisación. De ahí salen grandes aventuras, cuando te encuentras las adversidades. Y, una vez en el destino, dejemos de lado esos horarios que mantenemos para así permitirnos descansar y hacer otro tipo de actividades que en nuestro día a día no nos permitiríamos hacer.
Como último consejo de la experta, para quienes tienen miedo a volar, lo que nos ayuda es «llevar con nosotros una libreta» y, en ese momento en el que aparece el miedo, escribir todo lo que estamos sintiendo. Cuando aparece el miedo, la parte emocional del cerebro se conecta con la racional, la más complicada de tranquilizar, y escribir ayuda a conectar con esa parte. «Escribir nos ayuda a poner consciencia y es especialmente terapéutico apuntar las sensaciones que tenemos con personas, comida, anotar lo que vemos… Esto junto a las fotografías nos ayuda a construir recuerdos», señala. Muchos estudios aseguran que viajar nos aporta un nivel mayor de felicidad que comprar cualquier cosa. «De cara a un futuro viaje permitíos hacer esto», concluye.