Vivimos en una época en la que preocupa mucho más si se pueden herir los sentimientos de alguien que la cruda realidad. Debido a esa piel cada vez más fina, las verdades objetivas parecen prohibidas, también aquellas que al decirlas puedan ayudar a determinadas personas. Si hacemos referencias al aspecto físico hay una doble vara de medir. Si le adviertes a alguien que está pasado de kilos y que debería cuidarse te pueden tachar sin remilgos de gordofobia. Esas personas tan sensibles, ni pestañean cuando alguien ve una foto de un culturista, por ejemplo, y suelta un rotundo «¡qué asco!». En algún idioma que no es el mío debe tener connotaciones agradables e inclusivas, no sé.
Creo que todos estos paños… Ver Más