«Parece una frase de flipada, pero es real: puedes elegir tu estado de ánimo»

¿Y si lo urgente no fuera esa llamada, ni ese correo electrónico, ni esa petición de presupuesto, ni esa entrega pendiente, ni ese arreglo en casa? ¿Y si lo urgente fuera, simplemente, ser feliz? La Dra. Cristina Martínez, doctora cum laude en psicología y divulgadora a través de Instagram (@dra.cristinamartinez), ofrece en su libro ‘Ser feliz es urgente’ (Planeta) un plan de acción para mejorar las emociones con un objetivo: hacer comprender que tenemos la felicidad en nuestras manos.

Su trayectoria terapéutica, con más de 20 años de experiencia clínica, avala esta hoja de ruta en la que aporta, a través del personaje ficticio de Carla, las herramientas necesarias para aprender a gestionar las emociones y los pensamientos, mejorar la autoestima y tomar las riendas de nuestro estado de ánimo.

Con la lectura nos adentraremos en la vida aparentemente perfecta de Carla y entenderemos cómo se trabaja desde el autodescubrimiento y el autoconocimiento. Nos cuenta la autora que el 80% del éxito de las personas depende de su inteligencia emocional y que adquirirla nos puede llevar a crecer más de lo que creemos. Pero, ¿por dónde empezamos? Iniciamos nuestra particular terapia…

En su obra incide especialmente en la necesidad de dejar de ir por la vida «con el piloto automático» puesto, ¿cuáles son sus consecuencias?

Son muchas y muy graves. Cuando vamos por la vida en piloto automático nos perdemos una cantidad tan brutal de información y de sensaciones importantes que nos lleva a viviren superficie, sin ser conscientes de lo que de verdad importa. Cuando tienes la mente llena de ruido y eres poco consciente del ‘aquí y el ahora’ difícilmente puedes poner remedio a lo que no marcha como te gustaría o a lo que te resta felicidad. El precio que pagamos por ir en piloto automático es muy alto. Es cierto que es algo adaptativo porque ayuda a automatizar lo qu eno requiere nuestra atención total pero a cambio no deja que saboreemos las experiencias de la misma manera. Un ejemplo gráfico puede ser la comida. Cuando tomas un alimento y lo haces con conciencia plena, lo saboreas y vives unas senaciones, una saciedad y un disfrute infinitamente superiores a lo que sucede cuando engulles sin prestar atención a lo que haces. Y esto se puede trasladar a cualquier ejemplo: un encuentro con amigas, un café en el trabajo… Cuando no disfrutas plenamente de las experiencias de tu vida pierdes capacidad para ser feliz.

Cuando hace referencia a la toma de conciencia de pensamientos, emociones y sensaciones físicas asegura que podemos escoger nuestro estado de ánimo…

Parece una frase de flipada, pero es algo real. Puedes elegir tu estado de ánimo. Y te explico cómo… Imagina que estás en casa antes de ir al trabajo y te notas rabiosa. Empieza entonces un diálogo interno en el que te cuentas que no quieres ir al trabajo porque no quieres ver a esa compañera que no soportas ni quieres hacer esa tarea tediosa que te da pereza. Y ahí justo es cuando puedes darte cuenta de que ese discurso interior es lo que realmente provoca esas emociones de hastío, cansancio y baja motivación. En ese momento puedes decidir si quieres mantener esa emoción o quieres cambiarla por otra más adaptativa o más saludable. Por ejemplo. Puedes cambiar esa desmotivación por alegría. ¿Cómo se hace? Cambiando tu discurso interior. En lugar de decirte o de pensar que te da pereza una tarea puedes enfocarte en que hoy será el día en el que la acabarás y podrás olvidarte de ella y en lugar de pensar en la compañera que no te cae bien puedes centrarte en buscar una compañía más agradable para tomar el café. O incluso puedes añadir en tus pensamientos algo que te apetezca mucho como ir a esa clase de zumba a mediodía que tanto te divierte… En definitiva, puedes cambiar la actitud a través de tu discurso interior generando la motivación necesaria para que tu estado de ánimo mejore.

Nos invita a ser ‘taxistas’ de nuestra vida. Pero a menudo nos dejamos llevar por todo y por todos. ¿Cómo afecta la sensación de pérdida de control?

Cuando permites que las circunstancias de la vida o las personas de tu entorno decidan cómo tiene que ser tu vida, estarás vendido. Puede ser que las circunstancias te lleven a un sitio en el que te sientas bien o puede que no, pero si no decides tú a dónde vas y cómo vas es más probable que las circunstancias te lleven a algo que no te guste. La clave par elegir bien dónde quieres ir es el autoconocimiento. Si no eres capaz de hacer una mirada interior para averiguar quién eres, qué te caracteriza para bien y para mal, qué quieres, hacia dónde vas y por qué, con quién te quieres relacionar y por qué; es decir, si no te haces estas preguntas ni encuentras las respuestas dentro de ti, no podrás marcar las metas que quieres alcanzar en tu vida ni podrás montarte en tu taxi y dirigirte hacia donde te quieres dirigir.

A lo largo de su trayectoria como psicóloga, ¿ha observado que haya un interés de las personas por conocerse a sí mismas?

¡No, ni mucho menos! Llevo 20 años trabajando como psicóloga y en ese tiempo habré atendido a miles de pacientes. ¿Sabes cuántos se han sentado frente a mí para decirme que querían iniciar un proceso de crecimiento y de autoconocimiento?

¿Veinte?

Solo tres. Y ya es algo… pero son excepciones. Las personas que se suelen sentar en una consulta de psicología lo hacen para tratar problemas concretos (autoestima, síntomas ansiosos, acoso laboral…), pero no para hablar sobre autoconocimiento. La mayoría de las personas esperan a desarrollar un problema de salud mental para pedir ayuda. Por eso con ‘Ser feliz es urgente’ he querido aportar una especie de profiláctico que ayude a evitar que desarrollemos problemas emocionales.

«Cuando no disfrutas plenamente de las experiencias de tu vida pierdes capacidad para ser feliz»Doctora Cristina Martínez,
Tenemos acceso a una gran cantidad de información sobre salud mental a través los divulgadores, redes sociales y medios de comunicación, ¿cómo lleva el autodiagnóstico de algunos pacientes?

Bueno, a veces no se equivocan mucho, pues cuando uno se ha aplicado esa etiqueta lo más probable es que haya leído e investigado sobre ello y tenga claras algunas cosas. Pero ese no es le problema porque cuando hablan con un profesional se les puede corregir si están equivocados o acompañar y ayudar si no lo están. El problema está en quienes se autodiagnostican y aún así no piden ayuda. Hay muchas patologías mentales que no son fáciles de solucionar ni se resuelven con un cambio de actitud o con poner una sonrisa a la vida. Y esas personas no tienen el conocimiento necesario para solucionar algo grave por mucho libro que lea o por mucho que investigue. Las patologías mentales tienen que ser tratadas por un profesional y los problemas menores pueden ser subsanados a través de prácticas sencillas como leer, investigar, estudiar o practicar actividades que ayuden.

Si uno intenta hacer los ejercicios de ‘Ser feliz es urgente’ y no sabe qué escribir ni qué respuestas anotar en las preguntas que planteo es probable que se esté sintiendo bloqueado y necesite pedir ayuda.

Sí, en su libro propone escribir a mano a menudo. Algunas personas sienten pudor o vergüenza a la hora de hacer este tipo de ejercicios, aunque solo sea para sí mismas…

Es normal. Si quieres volcar tu intimidad y tus cosas más profundas en un papel y no quieres compatirlo con nadie es probable que tengas reparo o que te preocupe que alguien lo pueda ver. Pero habría que encontrar la manera de sentirse cómodo con ello porque es un ejercicio muy potente. Escribir a mano es muy terapéutico y no es lo mismo que hacerlo con el ordenador o el móvil. Por un lado la velocidad a la que se escribe manualmente es inferior a otra fórmula y esa lentitud nos permite procesar mejor la información y volcar mejor aquello que queremos expresar. Además, el cerebro piensa, el ojo ve, la mano escribe y esa información vuelve de nuevo al cerebro en forma de lo que el ojo vuelve a leer. Y ese bucle ayuda a almacenar la información de una forma más adaptativa. Algunas personas creen que si escriben los problemas le darán más importancia o los harán más grandes, pero en realidad sucede todo lo contrario porque escribirlos implica trabajar con ellos y no apartar la mirada ni evitarlo. Si no trabajas en las cosas que te perturban, difícilmente podrás poner soluciones. El problema seguirá estando ahí y no aprenderás de él y la próxima vez que aparezca caerás de nuevo. Enfrentarnos a lo que nos preocupa nunca es malo, aunque inicialmente nos remueva.

Presenta la meditación como un recurso útil para mejorar nuestras emociones, ¿qué consejos daría a quienes aseguran que se ponen de los nervios solo con pensar en que tienen que meditar?

Creo que todo lo que nos genera rechazo esconde un miedo detrás… A no ser capaz, a enfrentarse a cosas desconocidas que no quiero ver, a sentirse como nunca se ha sentido. Pero si no pruebas algo, tampoco podrías opinar sobre ello. Todo es gradual. Si empiezas con una meditación guiada de 45 minutos, lo más probable es que no lo vuelvas a hacer en la vida porque te desquiciarás al comprobar que tu mente se va miles de veces por segundo a lugares distintos a lo que el audio propone. Una buena manera de adentrarse en este fascinante mundo de la meditación y la conciencia plena es empezar por meditaciones muy cortas, de unos minutos. Se busca el lugar y el momento del día que más nos convenga. Pero si la meditación en sí no nos va mucho podemos hacer otros entrenamientos para salir del piloto automático como plantear a diario actividades conscientes como disfrutar del momento de tomar el café con leche de la mañana de forma absolutamente presente, mirando, degustando, disfrutando, usando los cinco sentidos… Esa experiencia será más potente que si se toma corriendo y de pie en la cocina. Estas actividades conscientes son una buena manera de pausarse un poco en esta actividad frenética.

«Cuando una emoción agradable se lleva al extremo se convierte en una emoción tóxica»,
Hemos aprendido con ‘Ser feliz es urgente’ que todas las emociones, las agradables y las desagradables, cumplen su función. Pero, ¿qué pasa si se vuelven tóxicas?

Las emociones tóxicas pueden ser tanto agradables como desagradables, es decir, aunque parezca imposible algunas emociones que me hacen sentir bien también pueden ser tóxicas. Y eso sucede así: cuando llevamos cualquier emoción a su máxima intensidad se vuelve tóxica. Todos los extremos son malos y en el caso de las emociones sucede igual. Por tanto, la alegría es una emoción maravillosa, pero si se lleva al extremo será euforia o manía. La euforia es agradable, pero cuando estamos en este estado tóxico nos puede llevar a tomar decisiones de forma impulsiva, hacer cosas arriesgadas, conducir temerariamente, tener sexo con desconocidos, hacer inversiones locas, gastar dinero sin control… Así, esta sensación de euforia, que puede ser agradable, puede llevarnos a hacer cosas que nos perjudiquen y eso convertirá esa emoción en tóxica.

Con las emociones desagradables sucede lo mismo. La tristeza, el arrepentimiento, el miedo, el enfado… no nos gustan porque nos hace sentirnos mal pero si las llevamos al extremo es cuando realmente se convierten en tóxicas. La versión tóxica de la tristeza es la depresión. La tristeza, aunque es una emoción desagradable, es sana, es adaptativa y sirve para reflexionar acerca de la pérdida que se acaba de vivir : de pareja, de trabajo, de salud, de dinero, de amistad… de lo que sea. Esa tristeza, por tanto, me da un aprendizaje significativo. Pero, ¿qué ocurre si ante una pérdida me deprimo? En lugar de reflexionar y aprender me hundo en la miseria, en un vacío y en un túnel negro del que no veo salida y puedo pensar que solo quiero llorar, dormir o incluso quitarme la vida. Eso significa que esa emoción me ha intoxicado.

Es importante la psicoeducación para qentender qué papel tienen las emociones, cómo se manifiestan, qué nos provocan y qué aprendizajes nos podemos llevar de ellas.Cuando experimentamos miedo, tristeza y enfado y entendemos cuál es la misión de esas emociones ya no tratamos de huir de ellas ni las evitamos, sino que las aceptamos. Pensamos que tenemos derecho a sentir esas emociones y a expresar cómo nos sentimos con ellas.

¿Es posible convertir emociones tóxicas en sanas?

Muchas veces cuando experimentamos rabia lo ideal sería tener la tecla que nos diese tranquilidad de forma instantánea. Pero eso es irreal, así que el objetivo no tiene que ser transformar una emoción desagradable en una agradable. Tenemos que convertir esa emoción desagradable, que es tóxica, en una emoción desagradable que aporte un aprendizaje. Pongamos un ejemplo. Si estoy rabiosa porque habíamos quedado para tomar café hace tres semanas y cancelas la cita en el último momento, puedo decidir dialogar conmigo misma de un modo distinto, más amable, para tratar de ver esa situación de una manera menos exigente y menos perturbadora y transformar la rabia en un pequeño enfado. Porque no es lo mismo estar tan rabiosa que eso me lleve a romper la relación, que estar enfadada, pues esto último me ayudará a llamarte y preguntarte qué ha pasado y mostrarte con confianza cómo me siento.

En el libro propongo diez preguntas clave para ayudar a modificar esos pensamientos automáticos que a veces nos llevan a pensar en términos absolutistas, exagerados, derrotistas y catastrofistas.

«Las personas hacen cosas, no te hacen cosas». Esta frase que plantea en su obra parece un mantra…

Lo que propongo es que no esperemos tanto de los demás y esperemos más de nosotros mismos… Haz cosas de forma proactiva para mejorar tu estado de ánimo y mejorar la calidad de tus relaciones. Espera mucho de ti, pero no esperes tanto de los demás porque te acabarás frustrando. 

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