Una de las mayores paradojas del ser humano consiste en tener la intención de alcanzar un punto y acto seguido tomar el camino que lo lleva justo hacia el punto opuesto. Lo peor es que además, mientras se dirige al punto opuesto, sigue convencido de que, a pesar de moverse en dirección contraria a su objetivo, acabará alcanzándolo tarde o temprano.
Esto sucede con el propósito de la vida. Constantemente cometemos el error de intentar alcanzar la felicidad persiguiendo precisamente las cosas que no la dan.
Si te diera un abanico de opciones, ¿sabrías decirme si alguna de ellas representa el propósito de la vida? Veamos qué papel juega cada una y cuál es la respuesta correcta.
¿Dinero?
Hay un motivo por el que el dinero no puede constituir el propósito de la vida, y es que, por definición, el dinero es un medio de pago, y como consecuencia, sólo es un puente hacia otras cosas (supuestamente mayores). Por tanto, como mucho, el propósito sería aquello que el dinero puede conseguir, pero no el dinero en sí. Responde a este principio:
«El dinero se vuelve destructivo cuando representa un fin; constructivo, cuando representa un medio», Anxo Pérez
¿Salud?
La salud sin lugar a dudas es algo importantísimo, ya que no tenerla, al igual que no tener dinero, boicotearía toda la felicidad que otras áreas pudieran darnos. Pero también, como sucede con el dinero, no es un fin, sino un medio. El objetivo de la salud no es tenerla sin más, sino que nos permita hacer aquello que realmente vale la pena. La buena salud en sí misma no es el propósito de la vida. Este es el principio que explica su valor:
«A veces es necesario tener algo no porque tenerlo sea un placer, sino porque no tenerlo es un dolor», Anxo Pérez
Si el dinero y la salud, que representan dos grandes áreas en la vida de la gente, no encierran el propósito de la vida, entonces ¿cuál es la respuesta? Las otras dos. El trabajo y las personas. Pero hay matices. Hay dos tipos de trabajos igual que hay dos tipos de personas. Sólo uno de los dos tipos en cada ámbito representa la respuesta correcta.
«Qué bonitos pueden llegar a ser los lunes cuando trabajar no es realizar un trabajo, sino materializar una pasión», Anxo Pérez
¿Trabajo?
En realidad el trabajo importa poco. Lo que importa es la realización que obtenemos de él. Si el único motivo por el que tienes un empleo que odias es porque necesitas todo el dinero que ganas, primero plantéate por qué necesitas todo ese dinero, y segundo invierte la mayor parte del dinero que cobras en buscar otra cosa. Lo más probable es que para hacer un cambio así necesites de una red de seguridad económica. Si ese es el caso, ahorra todo lo que puedas. Si existe un pasaporte a la libertad, tus ahorros serán ese pasaporte.
¿Relaciones?
Y por último las personas. Ellas son la mayor fuente de significado en la vida. Si hiciéramos una encuesta entre un grupo de jubilados de más de noventa años y les preguntáramos por los recuerdos que más embellecen su memoria, los principales protagonistas de todos ellos no serían ni el dinero, ni la salud, ni el trabajo. Serían las personas. Pero no cualquier tipo. Sólo las del segundo grupo mencionado antes. Ese grupo se refiere sólo a aquellas personas que aportan relaciones con significado. Y esa distinción es vital.
«Cada vez que regalas una hora a alguien que no la valora, se la estás negando a alguien que podría merecerla mucho más»@Anxo, #LaInteligenciadelÉxito
No todas las personas se merecen nuestro tiempo, nuestra atención o un trozo de nuestra vida, sino sólo aquellas por las que realmente vale la pena vivir. Identificar a este grupo requiere reflexión y análisis. Y también valentía para cortar lazos. Requiere inteligencia del éxito.