«No me importa tu porqué, sino el mío».
Esas no son tus palabras, sino las palabras de aquel al que quieres invitar a cenar. En realidad, ni siquiera son sus palabras. Si lo fueran, sería bueno para ti, porque te daría una información muy valiosa: la información de que el que está interesado en esa cena eres tú, no él. No eran sus palabras, sino sus pensamientos. Pero como a la gente no le resulta agradable compartir pensamientos que desagradan al que los escucha, normalmente se los calla. Esto implica que tienes que ser tú el que los adivine y se anticipe a ellos.
¿Y cómo puedo saber cuándo surgirán?
No te hace falta. Yo haré ese trabajo por ti. La respuesta es: «Siempre».
Los tendrá siempre que tu invitación a cenar se centre en los motivos por los que la cena es importantísima…
… ¡para ti! (En lugar de para él).
Estas son las frases que casi todos hemos cometido el error de emplear en algún momento u otro:
• Estoy ilusionadísimo [yo] con poder quedar con usted porque sé que sus conocimientos serían muy útiles para el proyecto [mío] que [yo] estoy desarrollando.
• [Yo] Te estaría tan agradecido si pudieras ayudarme [tú a mí], ya que eres justo la persona que [yo] busco.
• Es muy importante para mí [o sea, yo] quedar con un tipo como tú. Me ayudarías muchísimo [a mí].
• Si quedamos, será estupendo, ya que estoy seguro de que me podrás resolver [a mí] mi problema [más de lo mismo].
Este Peldaño te invita a que sustituyas esas por estas otras:
• Si me ayudas, yo me beneficiaré de ello, pero te doy tres motivos por los que tú también te beneficiarás y mucho: [incluirlos].
• He leído su artículo en el periódico de ayer y quería felicitarlo. Me impactó mucho por dos frases que dijo [detallar]. A pesar de que me producía cierto respeto escribirle, me he llenado de valentía para hacerlo porque considero que usted [motivo de peso + respeto]…
• He visto que están buscando crecer en esta zona [porque he hecho los deberes] y creo que puedo ayudarles. Ustedes también podrían ayudarnos, por lo que considero de interés común mantener una conversación.
• Tengo dos cosas para usted: algo que me gustaría pedirle y algo que me gustaría ofrecerle.
• Le admiro por numerosos motivos [elaborar] y valoro su opinión. Me alegraría mucho si me permitiera hacer algo por usted como muestra de agradecimiento. [Ya una vez allí, mucho más tarde, hablaremos de qué gano yo y de lo que yo necesito.]
El segundo conjunto de frases no es garantía de éxito, pero las primeras sí son garantía de fracaso.
«El error más cometido cuando quieres tomar un café con alguien es dar los motivos por los que el café es importante para ti en lugar de para él», Anxo Pérez
En muchos casos, si es una persona relativamente importante o inaccesible, para poder mantener las conversaciones anteriores será necesario que primero tengas que captar su atención. Para ello ten estas dos claves en mente:
«Sé tremendamente breve; sé tremendamente impactante»,@Anxo, #LaInteligenciadelÉxito
De las dos claves, la más importante es la segunda. Para ello, simplemente haz lo mismo que hacen las grandes corporaciones para captar la atención de nuevos clientes: tener un reclamo comercial. Ellos lo hacen con una frase que, bien defina a la empresa, o bien defina el producto. Tú debes conseguir explicar, bien a qué te dedicas, o bien por qué alguien inalcanzable para ti debería escucharte. Cada uno con una sola frase, concisa, llamativa y cautivadora.
«Es sorprendente cuántas situaciones, oportunidades y personas aparentemente inalcanzables estaban a sólo una frase de distancia: acertada y atrevida, pero tan sólo una frase», Anxo Pérez
La mayor parte de la gente no te dirá: «no me has dado mi porqué». Lo que te dirá es: «esta semana me viene mal. Y la siguiente… también».