Cuando el Covid-19 irrumpió con fuerza en nuestras vidas, también llegó la depresión a muchos hogares en todo el mundo. Los problemas ya llevaban tiempo ahí pero, de algún modo, esta pandemia que nos obligó a quedarnos en casa afloró numerosos casos de depresión en todo el globo terráqueo. Y hoy,
La depresión es un trastorno del estado de ánimo que provoca un sentimiento persistente de tristeza y pérdida de interés. Según la Organización Mundial de la Salud, esta enfermedad afecta a 121 millones de personas a nivel mundial, de las cuales, curiosamente, menos de un 25% tienen acceso a tratamiento. También, advierte que una de cada cinco personas llegará a desarrollar un cuadro depresivo a lo largo de su vida.
También llamado trastorno depresivo mayor o depresión clínica, afecta a cómo se siente, piensa y se comporta un individuo, y puede provocar una variedad de problemas emocionales y físicos. Vamos, que no existen -o en muy poca medida- las ganas de hacer planes, actividades que nos gustan y las normales del día a día. Y, en resumidas cuentas, los psicólogos lo definen como la «pérdida de ganas de vivir», y más que un simple ataque de tristeza, de la depresión no se sale fácilmente; puede requerir un tratamiento a largo plazo.
Dicho tratamiento viene dado por un experto, como puede ser un psicólogo, que te acompañará en el proceso para que vuelvas a ver la vida de otro color. Sin embargo, uno no deduce que tiene depresión de la noche a la mañana, sino que es un plato que se va cocinando a fuego lento durante días, semanas y meses. Puede empezar con la pérdida de motivación para hacer algo que antes hacías sin ningún problema, y continúa aislándote de las personas que hasta hace poco te acompañaban en esos planes. Todo sigue igual y, en cambio, tú lo ves con otros ojos: con los de la desmotivación e inapetencia.
¿Tengo depresión?
Paloma Rey, psicóloga general sanitaria, asegura que a día de hoy «es uno de los problemas más frecuentes en terapia y que puede afectar a cualquier persona», aunque, según sus datos en consulta, tiene una mayor incidencia en las mujeres. «Puede llegar sin avisar y sin que exista una causa concreta», asegura. Cuando la depresión llega, cuenta la experta, interfiere de manera absoluta en aspectos del funcionamiento diario:
1. Irritabilidad. La persona que, hasta ese momento, parecía ser tranquila y calmada, con la que se podía conversar pacientemente, empieza a mostrarse más irritable, enfadarse con más frecuencia y con mayor intensidad.
2. Aislamiento social. Alerta la psicóloga Paloma Rey (@palomareypsicologia) que hay personas que empiezan a evitar realizar planes sociales, argumentando estar muy ocupadas o no tener tiempo. «Generalmente, los planes que les generan rechazo son aquellos que anteriormente realizaban sin dificultad», dice.
3. Olvidos. Una característica común de la depresión son los olvidos frecuentes. Paloma Rey asegura que se observa que las personas con esta dificultad empiezan a «olvidar cosas de su vida diaria repentinamente».
4. Distracción. En la misma línea, se puede detectar que estas personas están muy distraídas, se quedan calladas en las conversaciones o a perderse en las mismas. Son personas que anteriormente no presentaban este patrón.
5. Menos efectividad. Se observa que las personas con depresión ven disminuida notablemente su efectividad en las tareas que desempeñan, necesitando más tiempo y cometiendo más errores.
6. Bajo estado de ánimo y facilidad para el llanto. Sin motivo aparente las personas con depresión pueden recurrir al llanto, o presentar «ojos vidriosos».
Depresión endógena
De entre todos los tipos de depresión que existen -como la depresión posparto, patrón estacional o melancólica-, existe otra más: la endógena. Este grupo de personas son quienes se enfrentan a una mayor incomprensión social porque no existen motivos «reales» para sentir tristeza, apatía o desánimo, los síntomas más comunes de un proceso depresivo. Su tratamiento suele ser farmacológico y, en este sentido, se lamenta la psicóloga Pilar Conde, directora técnica de Clínicas Origen, son receptores también de una serie de prejuicios heredados. Tomar medicación en salud mental, explica, se atribuye a estar muy enfermo, de ahí que se continúen escuchando frases como «no estoy tan mal para tomar pastillas».
Según esta psicóloga, cuando llegan problemas y dificultades, si se tienen antecedentes familiares de depresión es más probable que nuestra salud mental se resienta. En estos casos, la recomendación es ponerse en manos de profesionales en cuanto hagan su aparición síntomas de pesar y abatimiento; cuando veamos que nos faltan las ganas de seguir adelante con nuestro día a día.