Fatiga mental doméstica: las cargas invisibles que agotan a nivel emocional

Sin lugar a duda, hemos avanzado en el reparto de tareas en casa. Pero… se reparte lo que se ve: el lavavajillas, recoger a los niños, tender, pasar la aspiradora, recoger la ropa, hacer la compra. Ellos ahora son padres mucho más presentes e implicados en el cuidado del hogar y de los hijos. Y muchas de nuestras parejas se declaran feministas y reconocen cómo las desigualdades vividas han penalizado y agotado a las mujeres.

Pero existen tareas en el hogar que parecen invisibles. Organizar el menú de la casa, pensar en qué se hace de comida o de cena, llamadas familiares, responder a los chats del colegio, preparar fiestas de cumpleaños. Se trata de tareas más cognitivas, darle vueltas a la cabeza. Son más de pensar que de hacer, no se ven, son invisibles. Tareas que igual nos preocupan más a nosotras que a ellos. Si comentaras con tu pareja que te agota el WhatsApp del cole, seguro que te contestaría “pues ni lo mires, yo no lo miro nunca”. Para él esta decisión es fácil. O si le compartes que «los menús me tienen agotada, no sé qué hacer mañana de comer», te contestaría «lo que sea más fácil, no te compliques». No sé si es que nos complicamos solas, si nuestro nivel de exigencia y de perfeccionismo nos agota o si son áreas en las que ellos, al ser invisibles, todavía no se las plantean.

¿Sientes esa fatiga mental doméstica? Puede que te sientas cansada, triste, irascible, sin tiempo para ti. Puede que te apetezca pagarlo todo con la comida poco saludable, tienes ganas de gritar cuando querrías mantener la calma, culpas al mundo de lo mal que te encuentras, no sabes por dónde empezar o la vida se te hace bola. ¿Desearías estar a solas en el Caribe tirada en una hamaca con un coco-loco en la mano sin tener nada que pensar salvo ponerte protección para no achicharrarte?

Consejos para ayudarte a encontrar un poco de serenidad y flow
– Facilítate la vida. Es un indispensable para vivir mejor. De las tareas invisibles, ¿cuáles crees que podrías dejar de hacer? Hablar con nuestros hijos de cómo se sienten es muy importante, pero no lo es repetir lentejas al medio día y la noche por dejar de vigilar el menú del cole.

– Si la tarea es importante para ti, pide ayuda. Nadie puede ayudarte con algo que desconoce.

– Si te vas a ocupar de algo invisible porque has decidido que es importante, delega otra tarea visible. Habla con tu pareja de todo aquello de lo que te ocupas y que no se ve. Dile que necesitas un poco de ayuda con otras tareas.

– No solo hay que delegar en la pareja, delga también en tus hijos. Revisar la mochila o los deberes son actividades de las que tienen que ocuparse ellos. Y cuanto antes lo hagan, mejor.

– Reparte las llamadas… al dentista, al médico de tu suegro, al colegio para avisar que está enfermo y que no asistirá a clase, a la librería para encarar un libro de texto…

– Pon en la puerta del frigorífico un planificador que contenga fechas de cumpleaños, fechas importantes, tareas pendientes. Así no tendrás que recordar a tu pareja que es el cumple de su hermana. También puedes poner una libreta magnética en la que cada uno anote aquello que vea que se agota, como el gel, la pasta de dientes, el atún… Así evitas tú recorrer toda la casa comprobando qué falta o abriendo todos los cajones y nevera para hacer la lista de la compra. Lo que no está en la lista, no se compra. Si tu hija adolescente no anota en esa lista que se le ha terminado el desodorante, que vaya ella y lo compre. Recuerda algo muy importante: ¡tú no eres responsable de los olvidos o despistes de los demás!

La carga de los cuidados suele recaer sobre la mujer. Nos han educado para atender, dar amor, cuidar, proteger. Somos seres emocionales y cuidamos de las emociones de otros, de la pareja, de los hijos, amigos, padres… Estar pendiente de cómo se sienten los demás, resolver tensiones emocionales con la pareja o la familia, anticiparte para ayudar a quien sufre, termina también por pasar factura.

No se trata de desvincularnos, pero sí de dosificar y educar a nuestros hijos para que sean responsables de sus emociones. Y trasladar a nuestra pareja lo importante que es hablar, comunicar, compartir emociones. No es lo mismo tener que preguntar, “oye, ¿qué te pasa? Es que llevo varios días notándote preocupado, me tienes preocupada a mí también”, que tu pareja llegue, se siente a comer contigo y comparta contigo lo que le preocupa de un amigo, del trabajo o de él mismo. Sería todo mucho más fácil.

L
as cargas invisibles no son invisibles para nuestra salud mental. Hablar, repartir, delegar, renunciar forma parte de tu autocuidado. Tu autocuidado también se convierte en invisible si no lo priorizas y le prestas atención.

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