Para bien y para mal, el amor y nuestra alimentación están estrechamente relacionados. De hecho, dicen que el amor engorda, pero también puede adelgazar si tenemos en cuenta lo que comemos y la actividad física.
Así lo asegura Sandra Moñino, nutricionista experta en educación nutricional y mejora de hábitos alimenticios: «Si llevamos una alimentación saludable, hacemos ejercicio y tenemos un buen equilibrio de nuestra microbiota, nos sentimos mejor. Eso quiere decir que tenemos mayor producción de serotonina, de dopamina, y eso hará que nos sintamos más felices, con estados de ánimo más positivos y, por tanto, favorece al amor». Según sigue contando, vamos a tener más ganas de hacer cosas en pareja, de vivir momentos especiales, de abrazar, de besar, y todo eso retroalimenta a nuestras bacterias y «hace que nos sintamos mejor a nivel digestivo». El amor y la alimentación están muy unidos porque uno alimenta al otro, tal como indica.
El amor… ¿engorda?
Preguntando a Sandra Moñino si el amor engorda, la experta comenta que eso depende «de cómo te tomes ese amor»: «Si, por ejemplo, conoces a una persona y empiezas a hacer planes, como ir al cine y comer palomitas con refrescos carbonatados o chucherías, o tomar helado de chocolate, ir a cenar e ir a restaurantes de comida rápida, evidentemente, podemos relacionar que el amor engorda, porque engordamos al estar comiendo comida basura». Pero realmente se pueden hacer otros planes y muy saludables con tu pareja, como quedar para hacer una ruta por la montaña o cualquier tipo de deporte. «También existe la posibilidad de ir a un restaurante y elegir opciones saludables para comer. La experta aconseja ir al cine pero «llevarte tu propia cena en un táper, por ejemplo» o hacerte palomitas saludables y llevártelas al cine. Si estás viendo una película en tu casa, podéis estar abrazados en vez de estar comiendo», aconseja la nutricionista.
Por contra, el amor también puede adelgazar, ya que hay mucha relación entre intestino y cerebro. Al parecer, esto podemos verlo cuando tenemos un evento especial que nos pone nerviosos y sentimos como si tuviéramos cosquillas en el estómago. Igual que cuando estamos enamorados sentimos mariposas en el estómago. Según Sandra, eso significa que «hay una conexión intestino-cerebro a través del nervio vago con el que se mandan mensajes entre ellos».
«Cuando nos alimentamos bien normalmente tenemos pensamientos más positivos, nos sentimos con mucha más energía, tenemos mejores estados de ánimo, nos sentimos más en calma, con más felicidad, por las hormonas que segregamos, que son la serotonina y la dopamina. Esa buena alimentación va a mantener bien nuestra microbiota», cuenta la especialista. La microbiota intestinal es el conjunto de bacterias, hongos, protozoos, virus, que tenemos en nuestro cuerpo, pero encontramos sobre todo más bacterias intestinales en el colon y esas bacterias hacen que nosotros podamos realizar diferentes funciones en nuestro cuerpo: «Nosotros somos los encargados de alimentarlas y de darles un espacio para que puedan vivir en nuestro cuerpo. Sin bacterias no podríamos vivir, y es importante tener un buen equilibrio de ellas para encontrarnos bien tanto a nivel digestivo y metabólico como mental».
Porque esa conexión de la que hablamos hace que cuando estamos enamorados, estemos mejor y más contentos, y eso va a influir en cómo nos vamos a sentir a nivel digestivo. Las bacterias se sienten más felices y, por tanto, nuestra microbiota estará estable y no existe inflamación.
Cocinar juntos
Tal como informa Sandra Moñino, comer es un placer. El hecho de cocinar los dos juntos, de unir los dos puntos de vista distintos, unifica los dos gustos, y puede crear un plato especial a disfrutar entre los dos. «Esto puede unir mucho y este San Valentín sería ideal hacer algún plan de cocina saludable, en pareja. Cuando cocinas algo tú mismo es más placentero comerlo», asegura.
En cambio, cuando hay desamor, cuando hay una pelea amorosa o una ruptura, lo que suele pasar es que nos sentimos fatal, nos encontramos mal, y eso afecta a la hora de comer: No es nada extraño que nos apetezcan alimentos ultraprocesados o ricos en azúcares, en grasas transaturadas, y entonces lo que solemos hacer es comer ese tipo de alimentos. «Las bacterias malas se alegran de que nos encontremos mal, y aprovechan ese momento para pedir de lo que ellas se alimentan. Ante esto, tenemos que intentar alimentarnos de forma saludable y eso hará que nos encontremos mejor de ánimo, y que alimentemos a las bacterias buenas que harán que nos encontremos cada día mejor», indica.
Por tanto, cuando tenemos mucha producción de dopamina y de serotonina estimulamos ese estado de ánimo más equilibrado, con ganas de vivir, de sonreír… Además, hace que estemos más en calma, más tranquilos y que nos podamos centrar en nuestra relación de pareja (o en generar nuevas, en el caso de que no la tengamos). Y esa producción de dopamina y serotonina tiene que ver con la alimentación. A mejor microbiota (buenas bacterias) más bienestar. Hay una relación muy estrecha entre el intestino y el cerebro porque el nervio vago une el intestino con el cerebro.