Ejercicio y cáncer: para cada cuerpo, una respuesta

El proyecto ‘Ejercicio y Cáncer’, que nació a mediados del año pasado y que ya atiende a más de 150 mujeres pacientes de cáncer cada mes, estrena web (www.ejercicioycancer.es) con el fin de crear un punto de encuentro de referencia entre pacientes, profesionales y empresas.

La fundadora del proyecto es Soraya Casla, Doctora en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y especialista en ejercicio oncológico con más de 15 años de experiencia. La experta, que es un referente en el sector, nos cuenta la gran necesidad que existe de acercar el ejercicio físico y la nutrición al paciente oncológico de una forma sencilla, accesible y profesional. Son muchas las pacientes que nos indican que «les ha cambiado la vida» desde que hacen ejercicio pautado.

Los
beneficios del ejercicio
son demostrables y numerosos en las diferentes fases del proceso oncológico pero no vale cualquier ejercicio físico y ha de ser un profesional especializado quien prescriba al detalle lo que cada persona debe hacer.

Sobre la investigación nos indica la Dra. Casla que es una pieza clave en ‘Ejercicio y Cáncer’ y que gracias a las conferencias, talleres y proyectos que se llevan a cabo en diferentes entidades se consigue la financiación necesaria para hacerlo realidad. En España es complicado poder trabajar en investigación pero, gracias a esta fórmula, lo estamos consiguiendo y podemos aplicar directamente las evidencias tanto para el beneficio de los pacientes como para las diferentes formaciones que se plantean en La Academia de Ejercicio y Cáncer.

El centro de ‘Ejercicio y Cáncer’ se encuentra en una localización privilegiada a escasos metros del parque de El Retiro, en Madrid, un entorno excepcional para la realización de sus entrenamientos grupales.

Participantes en el proyecto ‘Ejercicio y cáncer’, entrenando en el Retiro de Madrid.

Reyes Cervantes
Programas individualizados
El éxito de estos programas de ejercicios reside en la individualización y en la necesaria supervisión profesional. Precisamente en esta línea trabaja Soraya Casla, que estudia desde hace doce años, a través de su experiencia con pacientes, el uso del ejercicio como medicina. «A la hora de individualizar el trabajo no solo hay que entender cómo se encuentran las pacientes durante las diferentes fases del tratamiento sino que también hay que conocer los efectos secundarios que sufren», explica.

Una de las consecuencias para la salud que conllevan algunos tratamientos es la alteración metabólica de las células, que hace que disminuya tanto el metabolismo basal como la energía que gastan en su día a día, lo que puede llevar a un aumento de peso repentino. «En los primeros seis meses algunas mujeres pueden llegar a ganar 20 kilos porque los cambios son brutales. Comiendo lo mismo acumulan mucha más grasa», revela.

Uno de los momentos del entrenamiento del programa ‘Ejercicio yc cáncer’.

Reyes Cervantes
Por eso la experta ve tan importante aumentar la funcionalidad de las células introduciendo de forma individualizada el concepto de alta intensidad a través de dos tipos de ejercicios. Uno es el cardiovascular de intensidad moderada-alta porque ayuda a mejorar los procesos de gasto calórico y la eficiencia de las células y otro es el trabajo de fuerza, que permite que los músculos y los tendones se recuperen mejor. «La máxima sería: ¿Hay que meter fuerza? Sí. ¿Hay que meter cardio? Siempre», apunta Casla. 

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