Más tarde o más temprano, todos viviremos la muerte de un ser querido. Ojalá y solo fuera una, pero el paso del tiempo y las circunstancias que a veces nos da la vida hacen que sean más de dos y de tres las pérdidas de familiares y amigos que nos tocará digerir. Llegar a anciano es ley de vida, pero hay personas que, por unas cosas o por otras, se quedan en el camino: una enfermedad, una infección o un accidente, entre otros casos, interrumpen la existencia de millones de seres en todo el mundo.
Se cumplen de hecho ocho años del fallecimiento de Santi Trancho, que era pareja de la conocida actriz Ana Fernández. Un año más, la intérprete ha querido recordar en redes sociales al que fue su novio durante tres años, pero esta vez el mensaje va dirigido a todas aquellas personas que están pasando por el mismo duelo. De hecho, según afirma la protagonista de ‘Los Protegidos’, son muchas las que le escriben pidiendo consejo: «(…) muchísima gente me habéis escrito y me seguís escribiendo porque os había ocurrido lo mismo (estabais sufriendo la pérdida de una pareja, amigo por accidentes de moto, coche…) y me pedíais ‘consejo’ para salir adelante… A día de hoy no deja de abrumarme porque pienso ‘¿yo, dar consejos? Si solo he seguido respirando’. Pero el tiempo es muy sabio y me ha ido enseñando sin yo darme cuenta», comenzaba la carta en su cuenta de Instagram.
«Resulta que no solo se trata de respirar, se trata de rendirte ante la vida/universo/dios o como lo quiera llamar cada uno. Rendirse no es renunciar, es dejar de ir en contra de algo tan superior que está fuera de nuestro control. Es hablar y hablar, es llorar, es acudir a una terapia en condiciones para tratar el tema, es aprender a dejar ir, es volver a llorar, es no dejar de aprender, es amar las cosas simples, es no desperdiciar tu tiempo, es abrirte al amor, es rendir tributo al alma/energía que se fue al otro plano, es hablar y volver a hablar… Ya que hoy es un día especial en mi calendario, a todos los que estéis pasando por un duelo o una perdida aquí os dejo un trocito de mi aprendizaje, porque de eso se trata la vida no? De aprender», continúa el escrito que acompaña a una foto del que fue cámara.
Cómo superar un duelo
Cada duelo por muerte es diferente -recordemos que se viven también duelos por rupturas, por ejemplo-, pero lo cierto es que, dicho por expertos, sí que hay algunas pautas que nos pueden ayudar a sobrellevar ese momento y, en definidas cuentas, a seguir viviendo solo del recuerdo de esas personas.
Xavier Savin, psicólogo general sanitario y autor de ‘El último viaje’ señala en primer lugar que quienes estén pasando por un duelo «no tengan prisa por superarlo» ya que todo tiene un proceso y es bueno ir avanzando a medida que cada fase: «Es importante hacer lo posible por ir recuperando todas las conductas que en el pasado hacía y solía disfrutar. El final del duelo será el momento de intentar sacar alguna lección que pueda aportarnos algo, aunque no hay que sentirse mal si esto se resiste». Si las prisas nunca son buenas compañeras, tampoco lo son en este caso que necesita de tiempo para curar heridas internas.
Además, hay que tener en cuenta que en la mayoría de ocasiones y en primera instancia, el fallecimiento de un ser querido no se asume porque nos encontramos en estado de shock. Es más adelante cuando llega ese duelo y esas pocas ganas de seguir adelante. Así lo cuenta María Sirois, especializada en psicología positiva: «Muchos de nosotros nos encontramos bastante bien después de un fallecimiento: puede ser porque todavía estamos en estado de shock y la realidad completa no nos ha golpeado o porque hayamos estado rodeados de un amor tremendo durante los primeros meses, y luego ese apoyo se desvanece y ahora nos quedamos solos». A menudo, la pérdida golpeará más fuerte meses después porque «tenemos que enfrentar el final de los sueños que habíamos conectado con esa persona, y lleva mucho tiempo crear nuevos propósitos y construir una nueva realidad que nos respalde. Con el tiempo, la dureza del día a día de no tener a esa persona se vuelve agotadora… Muchas veces ocurre que nos sentimos peor cuanto más tiempo ha trascurrido desde ese adiós», dice.
Cuando tenemos esto asumido, llega el momento del autocuidado. Según Lorena Alonso Llácer, psicóloga, experta en mindfulness y autora de ‘Más allá del dolor de la pérdida’ (Vergara), «el dolor puede llegar a ser tan intenso que nos lleva al autoabandono», por lo que hay que atender a nuestras necesidades físicas, mentales, emocionales y espirituales. Las preguntas que requieren ser interiorizadas, según la experta, son: ¿qué necesita mi cuerpo para estar bien?, ¿qué necesita mi mente, mi corazón y mi ser?, ¿qué le gustaría a mi ser querido para mí si pudiera verme?.
«Todas estas preguntas son movilizadoras de recursos, que nos llevan a su debido tiempo a acciones compasivas. Estas se traducen en: alimentación saludable, ejercicio físico, higiene del sueño, conexión con la naturaleza, meditación, práctica de autocompasión, momentos de conexión con otros seres, descubrir nuevas pasiones, recuperar aficiones que ensanchen nuestro corazón», cuenta la psicóloga.
También forma parte de la superación el rodearse de seres queridos y no aislarse, que suele ser la tendencia. Debemos aprender a aceptar ayuda, pedirla, llegar a otros en los días malos y aprender a confiar en que estarán allí para cuidarnos cuando lo necesitemos. De esta forma es más fácil dar salida a las emociones.
Espacio a la tristeza
Cada persona encontrará un camino de alivio ante estas circunstancias, pero María Sirois aconseja darse permiso para sentir la tristeza ya que es importante no escondernos de ella. Aún así, hay que dejar espacio para otros sentimientos: «Mientras sentimos tristeza y otros sentimientos como arrepentimiento, enfado o confusión, debemos pensar en dejar espacio para otras emociones como son la gratitud por el amor que nos llega o el alivio por la amabilidad que otros han demostrado. Permitir espacio para todos los sentimientos es importante».