Hasta hace relativamente pocos años, viajar a lugares exóticos y pasear por los mercados locales viendo la gran variedad de insectos que se ofrecen era de total interés turístico.
Sin embargo, aquello que parecía tan exótico e imposible de integrar en nuestra cultura, ha ido cobrando poco a poco gran importancia. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha llegado a considerarlo una posible solución de alimentación sostenible para el futuro, con poco impacto económico a su vez, nutritiva y alta en proteínas.
Por raro que aún nos pueda resultar que nos sirvan un plato con insectos, en el 2018, mediante el Reglamento de nuevos alimentos se aprobó su comercialización en todos los países de la Unión Europea. Desde entonces, cada vez está más a la orden del día y es más accesible su compra, pudiéndose encontrar enteros, formando parte de preparados o en forma de ingredientes como harina.
Mercado de insectos
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Más allá de la sensación que nos puedan causar sus características organolépticas, su consumo no debe preocuparnos en absoluto. Ya que si se ha aprobado su comercialización, quiere decir que ha superado con éxito los análisis de riesgo que debe llevar a cabo previamente la EFSA. Por tanto, no implica peligro para nuestra salud.
Aunque por ahora no los podamos encontrar en todos los establecimientos de alimentación, en la actualidad ya son cuatro los insectos permitidos en la Unión Europea para su comercialización y uso en la industria alimentaria: gusano de la harina, langosta migratoria, grillo doméstico y larva de escarabajo.
Pueden parecer pocos frente a las 1900 especies de insectos comestibles que hay alrededor del mundo, pero teniendo en cuenta que la comercialización y consumo por parte de la Unión Europea es tan reciente y que el último mencionado se ha aprobado en el año 2022, podemos tener grandes expectativas ante su crecimiento.
No es de extrañar que a día de hoy, al leer estos nombres o al imaginarnos los incluidos en nuestros platos típicos, su consumo aún nos genere un pelín de rechazo. Sin embargo, si vamos un poquito más allá y atendemos las propiedades nutricionales de los mismos, todos tienen en común un importante valor nutricional.
Principalmente se caracterizan por un elevado contenido en proteínas de calidad, llegando a alcanzar en algunos casos hasta un 60 o 70% del producto. Por lo que a su vez son muy bajitos en grasas, siendo saludables.
Plato de insectos
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Son ricos en minerales como el calcio, magnesio, hierro, cobre, selenio, manganeso y zinc, y vitaminas del grupo B. Además tienen un carácter antioxidante, según diferentes estudios.
Por otro lado, también son muy versátiles en la cocina y se pueden destinar para obtener infinitas recetas. De hecho, en nuestro país, son muchas las marcas que en los últimos años han destinado la harina de insecto para la elaboración de barritas energéticas que, gracias a sus ingredientes, el resultado es un preparado energético, rico en proteínas, fibra y de fácil digestión.
También en los restaurantes o directamente en la cocina de nuestra casa podemos utilizarlos para enriquecer nuestras preparaciones a la vez que les aportamos una textura más crujiente.
No sé si a ti te convencerá esto de comer grillos, pero desde luego es una opción que cada vez se hace más palpable para ser más respetuosos con el medioambiente, ya que para su producción se requiere poca agua y emite menos gases de efecto invernadero.
Y tú, ¿crees que podremos vencer esa barrera cultural y comer insectos como el que se come una zanahoria? Yo por el momento prefiero probarlos en forma de harinas, pero quién sabe en unos años.
Puedes saber más de Elisa Escorihuela a través de su cuenta de Instagram: @eliescorihuela, su labor en el Centro de Nutrición Nutt y en su libro ‘Dietoterapia’.