El poder de las palabras es infinito, tanto que si nos damos órdenes, nos exigimos y nos hablamos de una manera dura, nuestro cerebro se cierra y las emociones que nos rodearán serán negativas. Por el contrario, hablarnos de una forma amable nos hará sentir felices y nos dará apoyo y consuelo cuando lo necesitemos.
Y es que cuidar el mundo interior de cada uno es muy importante. Esto Nekane González (@caricias_emocionales), especialista en inteligencia emocional y terapeuta en salud mental, lo sabe y por ello comparte en su libro ‘Palabras a mi mejor amiga’ (Aguilar) las claves para hablar con nosotros mismos de una forma amable y así poder sentirnos bien.
¿Nuestra mejor amiga somos nosotras mismas?
Es un libro que tiene un doble mensaje: palabras para tu amiga, sí, pero sobre todo para ti misma, porque muchas veces nos olvidamos de que nuestra mejor amiga tendríamos que ser nosotras mismas.
La relación con nosotros mismos es a veces complicada.
Es la asignatura pendiente de toda la vida, el intentar sentirse bien. La relación con uno mismo es un viaje que dura toda la vida en el que pasamos por diferentes momentos: hay temporadas que te sientes mejor y piensas que vas por buen camino y otras que deseas que acabe.
La importancia de conocernos.
Se habla mucho de autoestima, siendo por supuesto la clave del bienestar emocional, pero la autoestima no es solo querernos, porque no puedes querer algo que no conoces. Así que el primer paso es el autoconocimiento para poder saber qué te gusta, cómo te sientes y qué necesitas. Y eso pasa por escucharnos, conocernos y luego abrazarnos y cuidarnos.
«Hay que aprender a saber qué información nos están dando las emociones, validarlas y darnos permiso de sentir de una forma u otra», Nekane González
¿Cómo podemos empezar ese proceso?
Es complicado, pero dentro de nosotros hay algo muy auténtico, una brújula interna, que son nuestras emociones. El primer paso es pararnos para bajar el volumen interno y escuchar nuestras emociones. Al final estas nos muestran algo que necesitamos y, cuando nos honramos a ello, es mucho más sencillo sentir ese bienestar.
Primero, escuchamos; después, ¿gestionamos?
Claro, hay que aprender a saber qué información nos están dando las emociones, validarlas y darnos permiso de sentir de una forma u otra, porque muchas veces parece que solo validamos la alegría que es la más agradable e intentamos dejar en una esquina la tristeza. Pero esta nos da mucha información y hace que aprendamos mucho de nosotros mismos y de la vida en general.
Seguimos creyendo que no podemos estar mal.
Es una forma de invalidarnos a nivel interno: «no llores», «ahora no puedo estar triste», «tengo que ser fuerte»… Pues hay momentos en los que uno no tiene las mismas fuerzas, y no pasa nada. Está bien estar mal, porque ahí también se coge mucha información e impulso para tirar hacia adelante o acercarte a la persona que quieres ser. Por ello, la validación es muy importante, con los otros, pero sobre todo con nosotros mismos. A veces nos cuesta darnos a nosotros mismos lo que ofrecemos a los demás.
Y nos hablamos mal.
La base del libro es precisamente esa. Con el título quería transmitir que las palabras generan realidades y forman también esas emociones. Según nos hablemos, así nos vamos a sentir y así nos vamos a comportar. No es lo mismo hablarte de una forma amable, que de una forma más dura. Tenemos que ser más amables con nosotros mismos.
«Cada vez que nos damos órdenes, nos exigimos y nos hablamos de manera dura, nuestro cerebro se cierra», Nekane González
¿Qué no deberíamos decirnos?
Lejos de caer en ese positivismo un poco más falso, sí que estaría bien intentar hablarnos de un modo más amable. Cada vez que nos damos órdenes, nos exigimos, nos hablamos de manera dura, nuestro cerebro se cierra, y así poca relación amable vamos a poder tener entre nosotros. A mí me sirve mucho cuando me equivoco el pensar que dentro de mí hay una niña pequeña que es el niña que fui en su momento y sigue todavía ahí. Entonces se trata de cómo le hablarías a esa niña de cinco o seis años que has sido cuando ha tenido miedo o se ha sentido triste.
En el caso de perdernos en el camino, ¿cómo podemos reconducirnos?
Nuestras emociones y valores son los que nos van a orientar a ese norte que seguimos. La inteligencia emocional es la base, porque si una persona se siente más susceptible, esa emoción te está dando información de lo que necesitas: puede que quieras tomar una decisión o que te encuentres en un sitio con gente con la que no te sientes cómoda. Y esas emociones te avisan de que ese no es el camino.
A la hora de hablar con nosotros mismos, ¿es mejor escribirlo?
A mí me sirve mucho para ordenar las ideas. Se habla de la escritura terapéutica como una parte del desahogo, pues no es lo mismo pensarlo, que escribirlo. Cuando escribes te estás disociando, estás poniendo enfrente de ti ese dolor o eso que llevas dentro; de alguna forma lo haces un poco tangible y es más sencillo buscar una solución o ver que hay una salida. Escribir lo que nos pasa nos da claridad emocional y nos ayuda a tomar decisiones, que muchas veces es lo que nos impide dar pasos hacia adelante.