María tiene una madre con depresión. Siempre tiene que estar ahí. Desde muy pequeña, incluso, llegaba a faltar al colegio porque su madre le pedía que se quedara a hacerle compañía. María se sentía culpable cuando no hacía lo que su madre le pedía. ¿Cómo no iba a ayudar a una persona deprimida? ¿Al final sabes qué pasó? Pues que María se deprimió. ¿Por culpa de su madre? Pues posiblemente. Además de tener una autoestima por los suelos y sacrificar su infancia y su juventud, María había desarrollado varios trastornos que estaban condicionando su vida y provocándole muchas horas de sufrimiento, dolor y culpa.
Carlota tenía un padre narcisista. Carlota tenía que sentir a cada momento lo importante que era su padre, la suerte que tenía y la admiración que debía profesarle. Nada crece bajo un árbol enorme. Sus raíces colapsan todos los nutrientes del subsuelo y su sombra impide que llegue el sol al suelo. Carlota desarrolló una baja autoestima, inseguridad y una sumisión completamente patológica. A los ojos de Carlota todo el mundo era más importante que ella. Carlota había integrado que jamás estaría a la altura de su padre. Confundió el amor con la admiración y buscó una pareja, cómo no, también narcisista.
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Mónica tenía una hermana celosa. Quería toda ser siempre el centro de atención. Invertía mucho tiempo en estar cerca de sus padres y si no tenía lo que quería se enfadaba violentamente. La vida de toda la familia giraba alrededor de su hermana celosa. Nadie quería que se enfadara y montara un numerito. Mónica integró que tenía que sacar peores notas, tener un novio peor, un trabajo peor, una casa peor y un coche peor que su hermana. Mónica no era consciente de como se estaba autosaboteando. Tan solo había integrado que su hermana estaba por encima suyo. Mónica desarrolló baja autoestima y se limitaba y saboteaba continuamente la vida.
Gema tenía una hermana muy manipuladora. Siempre utilizaba la misma estrategia: hacerse la víctima. La hermana de gema tenía un máster en victimismo y autocompasión. Claro está, sus padres volcaron toda su vida en ayudar a la pobre y sufrida hermana de Gema. Gema creció sola. Tenía que comprender que su hermana requería toda la atención. Lo estaba pasando fatal. Gema desarrolló actitudes antisociales. Gema creció odiando a la gente que se hacía la víctima por lo que desarrolló una muralla que le protegía de las emociones ajenas pero que también le aislaba del contacto humano. Gema creció sola, aislada, sin relaciones cercanas o íntimas.
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Diana tenía una abuela dominante. En casa, una estructura matriarcal más parecida a una secta que a una familia, se hacía lo que la abuela decía. La madre de Diana se casó con quien su abuela consideró más adecuado. Toda la familia de Diana vivía en casa de su abuela y Diana había ido a la escuela que su abuela había elegido. Diana había desarrollado una falta de iniciativa y de proactividad que rallaban la patología. Como no podía tomar decisiones se dejaba llevar. Diana aprendió que su criterio no era importante ni válido y que solo podía hacer aquello que su abuela decidía.
Un buen día la vida de nuestras protagonistas cambió…Somos lo que vivimos pero afortunadamente siempre podemos cambiar. Un buen día la vida de nuestras protagonistas cambió.
Un buen día Diana leyó un libro que le abrió los ojos y entendió que una señora de ochenta años no podía decidir por ella ya que ni sabía qué contexto tenía, ni tenía en cuenta sus prioridades o necesidades.
Un buen día Gema asistió a una formación que le ayudó a entender el motivo por el que había desarrollado esa frialdad. Aprendió a analizar a las personas y sus motivaciones y empezó a identificar a los perfiles tóxicos de los perfiles sanos. Seguía siendo distante con perfiles tóxicos pero empezó a mostrarse cercana y a conectar con perfiles sanos.
Un buen día Mónica se dio cuenta de que merecía más de lo que tenía. En las redes sociales vio modelos diferentes al suyo y se puso en valor. Mónica cambió de trabajo, cambió de casa y cambió de coche; pero lo más importante es que Mónica cambió de actitud. Por fin se quería y se ponía en valor, sin vergüenza ni culpa.
Un buen día Carlota acudió a un psicólogo y analizó su personalidad. Carlota se dio cuenta de que tenía que mejorar su autoestima y su seguridad para poder relacionarse de una manera más sana tanto consigo misma como con los demás. Carlota aprendió a diferenciar el amor de la admiración y su vida cambió por completo.
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Un buen día la vida de María cambió por completo. Se dio cuenta de no podía ayudar a su madre deprimida, de que la depresión de su madre no justificaba sus actitudes tan egoístas y que no podía seguir cargando con la culpa y el chantaje emocional de su madre. Buscó un psicólogo para su madre y empezó a tomar algunas decisiones para mejorar su vida.
Hoy puede ser un buen día para ti. Hoy puedes romper esa herencia que sigues cargando. Hoy puedes liberarte de lo que has aprendido para poder aprender nuevas estrategias. Hoy puede ser tu gran día. Está en tus manos.
Puedes descubrir otros consejos de Tomás Navarro ( @tomasnavarropsi en instagram) para poner límites a aquellas personas que nos hacen daño en su obra ‘Tus líneas rojas’. Y además, puedes leer aquí otros artículos de Tomás Navarro en ABC Bienestar.