¿Qué pasa por la cabeza de una persona que se lanza al mar para salvar a otra que está a punto de ahogarse? Tal vez nada, tal vez todo. Lo que pocos saben es que lo más duro no sucede en el momento del rescate, sino después, cuando uno analiza lo que hizo y lo que pudo hacer. Este es uno de las pruebas mentales a las que se enfrenta el campeón del mundo en Socorrismo y Salvamento, Eduardo Blasco de Imaz, que en la actualidad se prepara física y psicológicamente para formar parte de una misión de salvamento que migrantes que le llevará a recorrer 8.000 kilómetros del litoral italiano. «Como deportista de élite estoy preparado físicamente para abordar estos rescates, pues estoy acostumbrando a vivir situaciones de estrés y de máxima adrenalina, pero en estos meses he tenido que trabajar el aspecto psicológico pues lo peor o lo lo más peligroso a nivel mental se da cuando acaba la misión», revela.
Blasco sabe que tendrá que tomar decisiones en pocos segundos y que de ellas puede depender la vida de otras personas. Por eso a la hora de prepararse psicológicamente debe tener claro a lo que se puede enfrenta tanto en un primer momento como después del rescate. Así, tal como explica, lo que sucede en las operaciones de rescate de migrantes en el mar dista mucho de la visión romántica que se pueda tener en torno al encuentro entre «salvador» y «salvado». «Lo que sienten la mayoría es pánico, quieren sobrevivir y harán lo que sea para lograrlo de un modo impulsivo. A veces te pueden ver simplemente como un flotador y eso te deshumaniza. Puede agarrarte fuerte, golpearte, hundirte y puede dar lugar a todo tipo de cosas que pueden hacer aún más difícil una situación que ya es complicada, especialmente si hay un fuerte oleaje o resaca», revela. Por eso explica que es importante ser consciente de que no te puedes enfrentar a un rescate pensando que la persona que vas a salvar se mostrará tranquila, dócil o sumisa.
Pero además del pánico puede haber otras complicaciones pues, según apunta el campeón de salvamento, también hay que estar preparado para lidiar con las personas que tengan miedo a ser rescatado, bien por desconfianza, por desconocimiento o por cualquier otra circunstancia. «Eso sucede, tiene su lógica. Imagina que 150 personas que van en un barco a la deriva durante varios días sin comer ni beber se encuentran con otro barco más grande, con tipos uniformados que hablan en otro idioma y que probablemente son de otra raza. Pueden pensar que les quieren apresar o llevarles a un lugar al que no quieren ir, en lugar de imaginar que les quieren rescatar. Eso les lleva a tirarse al agua, que es una respuesta totalmente irracional pero lógica, pues está provocada por el miedo», explica.
El pánico, el miedo y la incertidumbre son emociones intrínsecamente ligadas a los salvamentos en el mar pero para lo que hay que prepararse muy bien a nivel mental, según asegura Blasco, es para los pensamientos en torno a las decisiones que se tomaron durante esos segundos que duró el rescate: «Tenía que haber hecho esto primero», «Por qué no cogí antes a esta persona», «podría haberme dirigido antes hacia este otro lado»… El deportista explica que una gran parte de su trabajo psicológico se centra en bloquear esos pensamientos post-rescate y en actuar con un protocolo que sea acorde a sus herramientas y a sus capacitaciones físicas y mentales. «Tengo que pensar en los que se salvan y no en los que se pierden, es decir, puedes centrarte en pensar que has dejado en el mar a cinco personas o centrarte en que has salvado a 140 o incluso puedes pensar que si ese día no estás ahí podrían haber muerto las 150 personas de un barco», explica.
«A nivel psicológico, tengo que pensar en los que se salvan y no en los que se pierden»,
Confiesa que su nivel de empatía es alto, pero que a la hora de trabajar en un rescate es importante dejar las emociones en casa. «Tengo una norma que consiste en que no salvo al más débil o al más joven sino al que tiene más posibilidades de sobrevivir. Y eso es algo que solo se puede evaluar in situ, según la situación. Si esa persona está herida, casi ahogada o sin conocimiento tienes que centrarte en otro que tenga más probabilidades de sobrevivir porque si no, perderás a ambos. Es duro, pero el tiempo es limitado», explica. Y eso que, según revela, como deportista de élite puede aportar una mayor rapidez ya que puede recorrer una distancia de 100 metros en el mar en apenas 50 segundos, mientras que otros rescatadores pueden hacerlo en un minuto y treinta segundos. «Esa pequeña diferencia es importante y puede salvar más vidas de lo que se cree», apunta.
Presión social
Pero, por si toda esta presión fuera poca a Blasco le toca lidiar con otro impacto psicológico, que es el que se encuentra a la vuelta de una misión de rescate de estas características y que tiene que ver con cómo afectan sus decisiones a otras personas: los responsables de la federación, de los organismos deportivos, de los clubes, los perdiodistas, los cargos políticos. «Este impacto puede ser más peligroso para mi salud que el de otros tipos de presión inherentes al acto de rescatar a una persona, pues hay muchos intereses enfrentados», explica. Por eso el campeón de salvamento explica que su labor altruista no está relacionada con ningún aspecto político e ideológico sino con un afán humanitario. «No estoy a favor de la inmigración ilegal ni nada parecido y a veces creo que es importante aclarar que en torno a algunas cuestiones no tendría que haber discusión ni debate político. Si una persona se esta ahogando, hay que salvarla. Y lo que pase después de ese rescate, como jurista que soy (estudió Derecho), espero que se ajuste a derecho desde el punto de vista moral, humano y ético», argumenta. <blockquote class=”instagram-media” data-instgrm-captioned data-instgrm-permalink=”https://www.instagram.com/p/CjbIhipMoDf/?utm_source=ig_embed&utm_campaign=loading” data-instgrm-version=”14″ style=” background:#FFF; border:0; border-radius:3px; box-shadow:0 0 1px 0 rgba(0,0,0,0.5),0 1px 10px 0 rgba(0,0,0,0.15); margin: 1px; max-width:540px; min-width:326px; padding:0; width:99.375%; width:-webkit-calc(100% – 2px); width:calc(100% – 2px);”><div style=”padding:16px;”> <a href=”https://www.instagram.com/p/CjbIhipMoDf/?utm_source=ig_embed&utm_campaign=loading” style=” background:#FFFFFF; line-height:0; padding:0 0; text-align:center; text-decoration:none; width:100%;” target=”_blank”> <div style=” display: flex; flex-direction: row; align-items: center;”> <div style=”background-color: #F4F4F4; border-radius: 50%; flex-grow: 0; 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A la preparación psicológica se une la física que, en su caso, asegura que está basada en una disciplina férrea en los entrenamientos y en su estilo de vida que ya forma parte de él. «La cultura del esfuerzo está tan arraigada en mi forma de ver la vida que ni siquiera sé si podría hacerlo de otra manera: cuido la alimentación y la enfoco en lo que sé que necesito, descanso bien, rehúyo de la fiesta y a nivel deportivo siento que cada esfuerzo me compensa y me resulta gratificante. Me cuesta mucho, como a cualquiera, pero tengo tan interiorizado el esfuerzo que sé que tras un entrenamiento duro estoy más cerca de volver a mejorar un registro y que soy un poco mejor de lo que era el día anterior», asegura.
Ahora se encuentra a la espera de poder embarcarse en la misión que le llevará a salvar vidas en el Mediterráneo y que saldrá, según explica, de forma inminente. En cuanto a su carrera profesional como deportista de élite asegura que, una vez que pueda completar esa operación hará un balance tanto de su estado físico como de las secuelas psicológicas y así decidir si volverá pronto a las piscinas para competir. Cabe recordar que Eduardo Blasco, nacido en San Sebastián pero criado en Fuerteventura, cuenta en su palmarés con 44 campeonatos de España y con siete medallas internacionales, entre las que figuran el oro en el Europeo 2018 y otro oro en el Mundial 2022. Eso sí, como no se cansa de repetir, para él la mejor medalla es dedicarse a salvar vidas.