Ahora que cada vez más empresas dan luz verde para hacer parte de la jornada laboral desde casa, se necesitan espacios aptos en el hogar donde poder trabajar a gusto y sin distracciones.
Sobre todo en las ciudades, es común disponer de poco espacio para establecer un lugar de trabajo en casa. Pero los metros no son decisivos. Elisabet Silvestre, doctora en Biología y autora de ‘La oficina en casa’ (Integral), explica en su libro lo siguiente: «Si tienes una habitación disponible para ello, perfecto, pero si no la tienes, busca en espacios compartidos como el salón, algún rincón donde poner una mesa». Lo importante es no tener alrededor a niños correteando o al resto de la familia al lado viendo la tele, pues debe ser un lugar con cierta tranquilidad.
Por otra parte, Silvestre considera algo primordial el contar con luz natural y no estar metido en una habitación sin ventana y que solo disponga de luz artificial. «Tiene que ser un lugar al que llegue el sol». Tanto la luz natural como la tranquilidad ayudan a concentrarse y poner el foco en el trabajo. Por tanto, es mejor elegir un lugar más pequeño, pero que cumpla con estos aspectos.
En este sentido, tanto la luz como el color mandan mensajes al cerebro, pudiendo darnos calma (verdes o azules) o fomentando una mayor actividad (rojos). Aunque no solo es relevante el tono, sino también la cantidad que se ponga en la estancia. «No es lo mismo tener una habitación toda pintada de rojo, que poner una base neutra y algún detalle en este color. Lo primero nos hiperestimula, algo que no nos beneficia, y lo segundo, en cambio, nos activa y nos hace sentir a gusto», manifiesta la experta.
Al final se trata de buscar equilibrio y armonía en el espacio. «Aquí es interesante que los colores de la naturaleza estén representados: el amarillo, color del sol; el verde, propio de las plantas; el azul, que además potencia la creatividad…», señala Silvestre, quien subraya lo relevante que es incluir vegetación en dicha estancia. «Hay estudios que demuestran que las plantas ayudan a incrementar la productividad en el trabajo y aumentan nuestro bienestar».
Sillas y postura
Silvestre apunta que hay que probar la silla antes de comprarla. «Por ejemplo, la altura hay que tenerla en cuenta, porque hay personas que eligen una silla que parece perfecta pero cuando se sientan no les llegan los pies al suelo, y encima no es ajustable».
Además de recoger bien la zona lumbar, se debe poder acercar a la mesa. No obstante, esta es solo la parte ergonómica, pero también hay otros aspectos a tener en cuenta, como tener los ojos a la altura del ordenador.
«Pero no por tener la mejor silla debemos pasar ocho horas sentados, ya que el cuerpo no está preparado para eso», advierte la experta. Y en su libro propone hacer pausas activas de una hora, así como alternar el trabajar sentado con hacerlo de pie, por ejemplo, apoyado en una repisa. «Esto no es bueno solo para el físico, sino que el cerebro agradece estas pausas activas para ganar más foco y creatividad».
Orden
El orden es importante, pero como declara Silvestre, «sin llegar a obsesionarse». Este nos ayuda en el día a día, porque sabemos dónde encontrar las cosas que necesitamos, no está todo abarrotado o amontonado, lo que hace el trabajo más práctico y que estemos menos dispersos. «Ese orden exterior ayuda a ese orden interior», indica. Y es que el ambiente acaba modificando nuestro cerebro.
Aquí entrarían en escena los ritmos circadianos. Esto es interesante, sobre todo porque al trabajar en casa, muchas personas pueden ponerse sus horarios. «Sabiendo nuestro cronotipo y si tenemos más energía por la mañana o por la tarde, podemos organizarnos de forma que aprovechemos las horas en las que somos más creativos y resolutivos», comenta la experta.
Esto es una forma de evitar además el trabajar más horas en casa de las que echaríamos en la oficina. Algo que ocurre con frecuencia. Por eso hay que conocerse y hacer una planificación. «Normalmente nos organizamos el trabajo y, si nos queda tiempo, lo usamos para sociabilizar o hacer aquellas cosas que nos hacen sentir bien… Y no, está claro que tenemos que trabajar, pero no dejar de vivir para darle prioridad al trabajo. Hay que buscar un equilibrio, porque también hay que reconectar con uno mismo y con aquello que nos nutre», recuerda. «En el libro comparto algunos ejercicios para poder conocer nuestros valores, qué queremos y cómo organizarnos en base a ello».