Pues sí, siento ser tan claro. Con algunas personas no se puede convivir y además no se puede convivir por muchos motivos. Y, si me lo permites, aceptar que no puedes convivir con algunas personas es un claro ejemplo de que estamos pensando bonito. Con algunas personas se pueden construir puentes mientras que con otras es mejor dejar correr el agua.
¿Por qué? Pues porque nos duelen. Hay personas que nos provocan dolor. Quizás de manera intencionada, quizás sin ser conscientes, quizás sin quererlo, pero sí, algunas personas nos duelen.
Debemos atender al dolor. El dolor nos indica que algo no funciona bien, nos está avisando de que lo que está pasando no es bueno para nuestro cuerpo o nuestra mente. No lo ignores que tu cuerpo ya no sabe cómo decírtelo.
«Quizás no es nada personal, pero si te duele no te conviene, créeme»,
Con algunas personas no se puede convivir porque no nos respetan. Cierto es que a menudo no nos respetamos nosotros mismos y quizás sea por esta razón que no nos resulte extraño cuando otra persona no nos está respetando. Tienes tus ritmos, tus prioridades, tus necesidades y tus deseos. Siempre es mejor encontrarte con alguien con quien puedas compartir esas prioridades, pero si no es así no pasa nada. No hace falta que compartamos las mismas ideas, pero sí el mismo nivel de respeto.
Con algunas personas no se puede convivir porque abusan de nuestra buena fe. Pareciera que llevamos un cartel luminoso en el que estamos lanzando un mensaje a perfiles parásito para que vengan a nosotros a sacar partido de nuestros recursos. Pues no, en las relaciones sociales prima el principio de reciprocidad gracias al cual damos tanto como recibimos. Siempre he sido más de relaciones simbióticas que parasitarias.
Con algunas personas no se puede convivir porque nos utilizan. Sí, para conseguir sus prioridades y objetivos. Nos utilizan como un peón en una partida de ajedrez, sin considerar lo que podemos sentir o lo que podemos sufrir. Ese es el problema que cuando no se tiene en cuenta los sentimientos de otra persona es porque se le ha despersonalizado y deshumanizado bajándolo a la categoría de recurso, herramienta o títere.
Con algunas personas no se puede convivir porque nos maltratan. Sí, a veces manera sutil y a veces de manera evidente, a menudo de manera sofisticada y en ocasiones de manera burda. No merecemos que nos traten mal, por mucho que lo hayas integrado en tu vida, por mucho que estés acostumbrado a que tus padres te trataran mal. No hemos venido aquí a adoptar el rol de sparring. Cada cual que cargue con sus frustraciones, iras y traumas. Quiérete, respétate, no permitas que te traten mal.
Podría seguir con muchos más motivos. Algunas personas nos ignoran, simplemente comparten un espacio o un tiempo con nosotros pero nos ignoran deliberadamente. Quizás valoren que no estemos a su altura, quizás crean que no somos dignos de su atención. No pasa nada, de nuevo, no hace falta que toleremos esa ignorancia.
Incluso hay personas que disfrutan con nuestro sufrimiento y lo provocan de manera deliberada. Esos perfiles castigadores son muy peligrosos. Nadie merece ser castigado, nadie debería sentirse moralmente superior para andar castigando a diestro y siniestro.
No pasa nada. No podemos convivir con cualquiera. No olvides la máxima: si te duele, no te conviene. Sea familia, amigo o pareja. Quien bien te quiere no te hará llorar, te tratará con respeto. La vida es muy corta como para no tener relaciones bonitas. ¿No crees?
Puedes descubrir otros consejos para pensar bonito de Tomás Navarro ( @tomasnavarropsi en instagram) en su obra ‘Tus líneas rojas’. Y además, puedes leer aquí otros artículos de Tomás Navarro en ABC Bienestar.