Las personas felices tienen una sonrisa en la cara. También son amables, alegres y se muestran contentas. Quizá siempre tienen una buena respuesta para todo e incluso son difíciles de enfadar. Un hueso duro de roer lo llaman, ¿no? Lo cierto es que no… Alguna que otra definición coincidirá con los rasgos de alguien feliz, pero la verdad es que esto es un mito, según Silvia Álava, psicóloga autora de ‘Por qué no soy feliz’.
Para la experta en psicología la felicidad está en las pequeñas cosas, en saber valorar lo que tenemos cada día, en ser conscientes de cuánto bueno nos rodea: «Tenemos que pensar que las personas felices no son personas que están alegres ni contentas. Ese el primer mito que hay que desterrar». La felicidad, al parecer, tiene más que ver con otra cosa… Silvia Álava habla de saber afrontar emociones que nos nos gusta.
Los optimistas y el realismo
«’Los felices’ entienden que, cuando sienten una emoción desagradable o que están viviendo un día malo, esto también pasará, es decir, no ven los malos momentos como algo que sea muy grande y tremendo en lo que haya que estar ahí anclado», añade. Por tanto, es importante experimentar todo tipo de emociones, la clave está en saber que solo se trata de eso, de un momento malo o, a lo sumo, de una etapa que es así, pero no es en ningún caso un fallo o una derrota.
Por otro lado, la experta cuenta que aquellas personas que se definen como optimistas «no significa que piensen que todo va a ser bueno» y va a ir bien; vaya, todo fantástico. Cuando se habla de optimismo en psicología «confiamos en que podemos pensar que las cosas, con el factor compromiso, pueden mejorar. Siempre desde el realismo».
«Las personas optimistas piensan en qué hacer ante cada situación que se les presente. Establecen un plan a y uno b y no se quedan rumiando cuando las cosas no salen como las esperaban. Hay emociones desagradables que están ahí y aparecen de vez en cuando y eso no es una derrota, así que el optimismo no es que va a ir bien, es que ante los problemas, hacen un estudio, desde el realismo, y un plan de acción establecido», cuenta. Cuando hay problemas que no se pueden mejorar, entonces en lo que se centran es en afrontar ese problema desde la emoción. ¿Qué emociones desagradables me genera esto que estoy viviendo? ¿Qué hacer para llevarlo un poco mejor?
Las pequeñas cosas siguen ahí
Nos gusta soñar a lo grande y, quien más quien menos, nos olvidamos a veces de todo aquello que tenemos cerca, que nos aporta mucho y que, por el simple hecho de estar ahí, no le damos la importancia que merece. El secreto de las personas felices reside en todo lo contado anteriormente, seguir ante las adversidades y el realismo, pero también pasa por valorar.
«Hay que aprender a valorar las pequeñas cosas del día a día, las que nos hacen felices. Por ejemplo, los que vivimos en Madrid vemos que tiene un trafico muy malo pero, ¿y el cielo y la luz que tienes? Lo habitual es que veas el sol entrar por la ventana, y eso a mí me ayuda a incrementar mi felicidad», confiesa Silvia Álava.
Leer un mensaje de alguien que nos dice algo bonito, avanzar en el pryecto en el que trabajas… ¡Cualquier cosa puede alegrarnos el día! El psicólogo Martin Seligman recomendó hace tiempo apuntar tres momentos agradables del día, para así ser más conscientes de lo que vivimos y no centrarnos en lo desagradable porque si no parece que solo ponemos el radar en lo desagradable. En conclusión, recomienda agradecer «esas pequeñas cosas» y poner el foco para aprender a valorarlo.