Según la RAE, la zoofilia tiene dos acepciones. La primera de ellas se refiere solo al ‘amor a los animales’ y la segunda acepción y más polémica es la de ‘relación sexual de personas con animales’.
La zoofilia, también es conocida como bestialismo, zoolagnia o zooerastia y está incluida dentro de las enfermedades parafílicas. Esta en concreto es en la que los animales forman parte fundamental de las fantasías sexuales o de la misma conducta sexual de una persona.
Pero antes de centrarnos en la zoofilia, vamos a aclarar qué son las parafilias. Se trata de unos trastornos que padecen algunas personas en las que su objeto de deseo se encuentra solo en un aspecto y desean o realizan prácticas sexuales con seres vivos u objetos inanimados que o no consienten o no tienen la suficiente capacidad para tomar la decisión de consentir.
Este tipo de trastornos se dan de manera continuada en la persona afectada y esto le puede llegar a provocar un gran malestar, ya que tiene, de manera recurrente, fuertes fantasías sexuales que incluyen actos o actores que él y la sociedad rechazan.
Algunas de las parafilias suponen un daño o un abuso hacia otros seres, en el caso de la zoofilia, los dañados son los animales. Esta y otras parafilias deben tratarse siempre con ayuda de un profesional.
Puede existir zoofilia oportunista, ocasional, en situaciones de aislamiento o en personas con deficiencias intelectuales. Las prácticas zoofílicas suelen darse en zonas muy aisladas y, generalmente, en ámbitos rurales donde el contacto humano puede llegar a estar muy limitado, mientras que el acceso al ganado y otros animales es más sencillo. De hecho, dos de las características en personas que tienen zoofilia son la soledad y el aislamiento.
La zoofilia es conocida como bestialismo cuando la persona consuma sus fantasías sexuales con animales. Este trastorno tiene graves efectos en las personas que lo padecen, pues se suelen avergonzar de lo que han hecho y esto les crea ansiedad y malestar. Una ansiedad que muchas veces solo se alivia reincidiendo en el acto. Este tipo de prácticas ocasiona, además, un continuado deterioro a nivel social.
Las personas con zoofilia sienten niveles de atracción y objetos de deseo muy variables. Hay algunos que tienen fijación con una especie animal en concreto y otros que se sienten atraídos por diferentes. Como decíamos antes, muchas veces estas personas mantienen relaciones sexuales con animales por la imposibilidad de acceder al objeto de deseo verdadero, que son otras personas. Sin embargo, el sujeto con zoofilia sí tiene mayor preferencia por seres no humanos.
Además de la soledad y el aislamiento, otra de las características de las personas zoofílicas es que suelen tener muy bajas o escasas habilidades sociales y que pueden provocar un elevado nivel de frustración, lo que en algunas personas puede provocar el deseo insatisfecho y el malestar anímico.
La zoofilia es una práctica penada por ley en muchos países, incluido España. Pero esta práctica también puede tener consecuencias graves para la salud de la persona que la padece, porque al mantener relaciones sexuales con animales se les puede transmitir enfermedades severas y otras de transmisión sexual. Asimismo, durante el acto se pueden provocar lesiones físicas tanto en la persona como en los animales.
Causas y tratamiento
No se sabe muy bien qué puede provocar la zoofilia en las personas, pero sí se ha observado que se suele dar más en personas que viven aisladas y en solitario.
El tratamiento para la zoofilia es complejo. En primer lugar, porque las personas que la padecen no suelen reconocerlo y claro, al dar un paso más e ir a terapia estarían reconociendo que se tiene un problema en ese sentido.
Si se diera el caso de que se reconoce el trastorno y se busca una solución para superarlo, el mejor tratamiento es el psicológico, en el que se ayudaría al paciente a aumentar su autoestima y sus habilidades sociales. Además, el especialista debería analizar sus fantasías, qué elementos de estas son apetecibles y le inducen a la excitación sexual.
En definitiva, el psicólogo haría un trabajo psicoterapéutico en el que atendería a las secuencias conductuales y cognitivas de la persona con zoofilia y en el que también tendrá que trabajar la potenciación de la excitación sexual hacia personas y quitarle ese punto erótico que el sujeto trastornado siente hacia los animales.