La tristeza es una emoción legítima, junto a otras muchas que tenemos, como la alegría, la ira o el miedo, y nos sirve para afrontar diferentes situaciones de la vida, particularmente aquellas en la que estamos inmersos en una pérdida que es importante para nosotros. Esto puede ser una relación de pareja, un empleo o algún ser querido.
Es frecuente confundir este sentimiento con la depresión cuando este es muy fuerte, pero no son lo mismo. Tal y como explica Joaquín Mateu, doctor en Psicología Clínica y de la Salud y docente de la Universidad Internacional de Valencia (VIU), la depresión es una patología caracterizada no solo por la tristeza, siendo esta mucho más intensa y más inflexible, sino que también por otros síntomas: hay una dificultad muy grande para experimentar placer, problemas para comer y dormir, una ideación sobre el sentido de la propia vida y eventualmente sobre la posibilidad de morir. Aparece también enaltecimiento del pensamiento y del lenguaje, un llanto frecuente… Por ello, la depresión requiere de intervención especializada.
«Lo primero que debemos comprender es que la depresión no es una cuestión de voluntad y que tampoco implica debilidad», recuerda el experto. «Es una circunstancia que todos somos susceptibles de padecer». Así pues no debemos infravalorar las emociones que pueda estar experimentando la persona afectada ni tampoco decirle que haga un esfuerzo para sentirse de manera distinta. Es algo que requiere tiempo y cada uno lo atraviesa a un ritmo diferente.
«Sobre todo, en el caso en que aparezcan ideas sobre la propia muerte, debemos ser capaces de escuchar con detenimiento, amparar y nunca infravalorar o pensar que es una llamada de atención», subraya Mateu. Y es que hoy la mayoría de personas que se suicidan lo comentan previamente con amigos o con la familia.
¿Qué podemos hacer para ayudar a una persona con depresión?
Algo fundamental –señala el experto– es ofrecerle oportunidades para hacer actividades que le resulten agradables. «La mayor parte de las personas con depresión tienden a aislarse o a retirarse de todo aquello que siempre les ha gustado hacer, de forma que su vida cada vez se hace más aburrida y menos gratificante». Por ello, ser capaces de aprovechar ciertos momentos para el ocio y la diversión es muy importante.
«A veces buscamos decir la palabra exacta, la frase más certera que pueda hacer simplemente que esa depresión se diluya o se disuelva, pero eso a veces es muy difícil», manifiesta. Pero lo que sí podemos hacer de buena fe es que la persona pase buenos momentos, que por un instante pueda alejarse de ese estado, de ese abismo en el que parece haberse sumergido.
En este sentido es fundamental ser capaces de proporcionar apoyo, sobre todo, emocional. Este parte de una escucha activa y serena, «aceptando incondicionalmente lo que el otro nos tiene que decir y, por supuesto, no culpabilizándole ni asignándole cualidades negativas como la debilidad u otras parecida a estas».
¿Y si soy yo quien tiene depresión?
Si crees que padeces depresión, lo primero que debes hacer es consultarlo con un especialista y que este te lo diagnostique; no puedes hacerlo tú mismo a partir de emociones que podrían resultar ser pasajeras. «La ayuda del propio especialista va a ser muy importante, porque dispone de herramientas como la psicoterapia o farmacoterapia que bien aplicadas son muy útiles», indica Mateu.
Para intentar salir de este pozo, el experto recomienda en primera instancia hacer deporte: «Esto es algo que suele funcionar bastante bien, sobre todo si lo hacemos al aire libre y bajo la luz del sol. La luz solar permite estimular ciertas hormona y mejora el estado de ánimo y la calidad del sueño».
Por otra parte, puedes intentar aprender algún hobby que hasta ahora no habías tenido tiempo de hacer. No obstante, lo fundamental para Mateu es que seas capaz de no atribuirte demasiada culpa. «Acepta que te estás sintiendo triste en este momento de tu vida y que al igual que toda emoción tarde o temprano pasará. Siéntete libre de dar el paso adelante y consultar con un especialista; no pasa nada por sentirte muy triste o incluso estar deprimido».
¿Y si el problema viene del trabajo?
María del Carmen Rodríguez, directora del Área de Intervención Psicológica de Affor Health, da las siguientes pautas para prevenir la depresión en el entorno laboral:
La depresión es una de las primeras causas de absentismo laboral o de pérdida de productividad. Algunos de los problemas con los que nos podemos encontrar en el trabajo tienen mucho que ver con la aparición de este trastorno psicológico, como el estrés laboral, el acoso o el ‘mobbing’, y la prevención es fundamental a la hora de abordar este asunto.
Para ello se necesitan programas de salud mental y prevención de riesgos psicosociales en el trabajo, herramientas que no solo resultan beneficiosas para el empleado, sino que también repercuten tanto en la reducción de las bajas y el absentismo en la empresa como en su productividad.
Esos programas deben estar compuestos por expertos psicólogos que ayuden a la empresa a generar un buen ambiente laboral, a fomentar el equilibrio y la compatibilidad de la vida personal y la profesional, a implementar técnicas que ayuden a sobrellevar los momentos de tensión que se puedan dar entre los trabajadores o a afrontar los de una mayor carga de trabajo y, por supuesto, brindar el apoyo psicológico necesario ante cualquier situación que lo requiera, como por ejemplo los Programa de Ayuda al Empleado (PAE).
Por su parte, el trabajador también tiene mucho que aportar en la prevención de la depresión. Ante el más mínimo síntoma de ansiedad o estrés laboral lo mejor es pararse a pensar y analizar las causas, realizar ejercicio mental y físico de forma regular para bajar la tensión y buscar la ayuda de un profesional en la gestión de estos síntomas.
Así, cada uno de nosotros, como parte de un equipo de personas, podemos ser testigos de cómo un compañero de trabajo puede estar atravesando una mala situación personal, emocional o laboral. Por eso, el poder preguntar a nuestros compañeros, siempre desde la amabilidad y el respeto, no es ofensivo, además de poder brindarle nuestra ayuda con algo tan sencillo como preguntar cómo se encuentra.
Pero, ¿cómo nos podemos dar cuenta de que un compañero lo puede estar pasando mal? No existen pautas concretas, pero sí que podemos encontrar algún indicio si percibimos determinados cambios de actitud, comportamiento o incluso en los hábitos de aseo y vestimenta, que pueden ser útiles para saber si un compañero puede estar atravesando una depresión. Otros indicios pueden ser en su forma de dirigirse a los compañeros, si le vemos más errático que de costumbre, no tiene en cuenta los horarios o existe un cambio significativo de peso, un deterioro de su cuidado personal o si se encuentra más impaciente o iracundo de lo habitual. Comportamientos que pueden ser una señal de que la persona esté atravesando un estado emocional depresivo. Ante estas situaciones, como compañeros podemos intentar interesarnos por su estado y, por supuesto, animarle a pedir ayuda.