Yolanda Díaz recupera el pulso político después semanas marcadas por el protagonismo indiscutible de Irene Montero. La vicepresidenta segunda del Gobierno, que la semana pasada estuvo en un viaje en México durante algunas de las sesiones más broncas del Congreso, ha vuelto a España con la firme intención de retomar la iniciativa en el seno del Gobierno y de liderar sin lugar a dudas el ala morada de la coalición.
La ausencia de la dirigente gallega en los últimos días llevó a que la ministra de Igualdad ocupara de facto el liderazgo del espacio, poniendo su impronta a la agenda pública y marcando al grupo confederal con un tono y un discurso especialmente duro, tanto con la oposición como con el propio PSOE.
Irene Montero aprovechó el impulso que le concedió la polémica del sí es sí y su proclamación como víctima de “violencia política” para a emerger como protagonista indiscutible del espacio. En línea con la campaña orquestada en Podemos para lanzarle como posible candidata para las generales, en caso de desacuerdo con Yolanda Díaz, Irene Montero desplegó desde primera hora del lunes -coincidiendo con el viaje de la vicepresidenta-, una agenda en medios encaminada a marcar el debate público y añadir presión al PSOE dentro de la coalición.
Primero denunciando al socio mayoritario de coalición por “no querer llegar a acuerdos” con la ley trans, al insistir los socialistas en mantener vivas sus enmiendas para dar más “garantías” al cambio de género de los menores de edad. Podemos continuó después aireando las discrepancias en la ley de trata, para más tarde denunciar el retraso en la ley de familias de Ione Belarra. Montero volvió a copar todos los focos el miércoles en el Congreso, cuando acusó al PP de fomentar “la cultura de la violación”, una expresión que sublevó al principal partido de la oposición y que generó reservas en otras facciones del espacio, más partidarios de las formas de Yolanda Díaz.
Dos comparecencias en una semana
La ministra de Igualdad logró hacer una demostración de fuerza y medir su liderazgo con el de la vicepresidenta segunda del Gobierno, que en los últimos días trata de revertir la situación y ponerse de nuevo en agenda. Así, la titular de Trabajo ha ofrecido dos comparecencias institucionales en menos de una semana, en sendas ruedas de prensa en el Ministerio, donde no sólo abordaba los temas estrictamente relativos a su departamento, sino donde se pronunciaba también sobre asuntos de máxima actualidad. Una manera, en definitiva, de tratar de proyectar un perfil más completo y definir algo más sus propuestas, más aún después de que en sus propias filas le reclamasen “claridad” en su proyecto y le pidiesen “tomar decisiones” y asumir su liderazgo para ejercer efectivamente de líder del espacio.
Díaz parece haber tomado nota de estas peticiones y se esfuerza estos días por marcar el rumbo y las prioridades de Unidas Podemos dentro del Ejecutivo, haciendo valer la gestión de Gobierno por encima del ruido y la crispación procedente del partido morado. Así, el viernes pasado, recién aterrizada desde México, compareció en el Ministerio de Trabajo para anunciar una propuesta en materia de alquiler, pidiendo intervenir los precios y limitar su subida no solo en las prórrogas, sino también en los nuevos contratos.
Esta semana ha vuelto a colocarse ante los medios en el atril ministerial para volver a situarse a la cabeza de Unidas Podemos, erigiéndose como negociadora única con el PSOE para poner en marcha dos medidas que, de salir adelante, tendrán un impacto directo en el bolsillo: la congelación de la cuota hipotecaria con efectos retroactivos desde que comenzó la subida del euríbor el pasado mes de julio, y la limitación de precio de una serie de alimentos básicos de la cesta de la compra.
Díaz anunció la creación de una “comisión negociadora” que, aseguró, funcionará “en nombre de la vicepresidenta”, en una forma de reivindicar por anticipado todos los frutos que salgan de esa negociación. En el órgano está su jefe de Gabinete, Josep Vendrell, el secretario de Estado de Derechos Sociales, Nacho Álvarez, y otro asesor de la dirigente, Manuel Lago.
Y es que la negociación, a priori, tiene visos de dar frutos. La dirigente lleva meses manteniendo reuniones con empresas distribuidoras de alimentación para tratar de alcanzar un acuerdo del que formen parte, y este miércoles avanzó que el objetivo no era bajar el IVA de los productos básicos, sino repercutir la rebaja sobre los beneficios de grandes supermercados que aumentaron beneficios con la subida de precios.
Sin conocer aún la fórmula final, la limitación de precios de la cesta de la compra es una medida que Pedro Sánchez ya se ha abierto a aceptar. La norma entraría en el próximo decreto anticrisis para paliar las consecuencias de la guerra de Ucrania y que entrará en vigor en el mes de enero. Una medalla que, de lograrse, Díaz podrá exhibir como un éxito de gestión institucional con efectos reales en los bolsillos frente a las consignas ideológicas que proclama su compañera de Igualdad.