‘Willow’: el sorprendente regreso de un icono de los ochenta

En los libros se habla de ‘Willow’ como una decepción comercial, a pesar de haber alcanzado el número uno en su estreno en mayo de 1988 en Estados Unidos. Y también como una película que no gustó a los críticos. “Una ‘Star Wars’ sin calidad de estrella”, dijeron en ‘Time’. Y en ‘Newsweek’ quisieron bautizar irónicamente al autor de su historia y productor, George Lucas, como ‘El Gran Regurgitador’, como si no hubiera ningún mérito en crear algo nuevo a partir de influencias antiguas, en este caso ‘La Biblia’, Tolkien o ‘El mago de Oz’. Como si se pudiera crear desde la nada.

Este cronista se pone ligeramente a la defensiva porque ciertas películas, las que disfrutamos de niños, básicamente, escapan a cualquier juicio crítico. Para quienes crecimos en los ochenta, ‘Willow’ es sinónimo de feliz escapismo, de días en los que, como diría Nick Hornby, no había películas buenas y malas, sino las que te apetecía ver y las que no. ‘Willow’ apeteció en el cine. Y las pocas veces que estuvo libre en el videoclub.Jonathan Kasdan, hijo del gran Lawrence Kasdan (entre otras cosas, veterano guionista de ‘Star Wars’) y hombre de confianza de Lucasfilm, fue uno de esos chavales deslumbrados a finales de los ochenta por la historia de Willow (Warwick Davis), aquel granjero nelwyn (raza de dimensiones reducidas) que, ayudado por el espadachín Madmartigan (Val Kilmer) y la princesa rebelde Sorsha (Joanne Whalley), se las apañaba para proteger a una bebé destinada a terminar con la tiranía de la reina Bavmorda (terrorífica Jean Marsh). 

¿Cómo habría reaccionado su yo de ocho años si le hubieran dicho que tres décadas después se encargaría de poner en marcha una secuela homónima en forma de serie (Disney+, desde el miércoles, día 30)? “En primer lugar se habría desmayado”, dice el guionista entre risas. “Después habría preguntado por qué no iba a haber secuelas en 1994 o 2003. Solo ahora tenemos la oportunidad de revisitar esta historia y de ir a lugares donde nunca creíamos que volveríamos”. Solo ahora, o hace unos pocos años, cuando el hambre de contenidos para Disney+ hizo posible la extensión de propiedades intelectuales a priori menores.

“Todo era enorme salvo yo”

Hace ahora diez años, Warwick Davis, gran actor afectado de enanismo acondroplásico, bromeaba sobre una futura secuela de ‘Willow’ en un episodio especial de su telecomedia autoficcional ‘La vida es muy corta’. “En ese capítulo –nos recuerda–, Val Kilmer buscaba financiación para una supuesta segunda parte de la película y se quedaba el dinero. No es así como se reunió el presupuesto para la serie. No tuve que poner nada. Disney+ pagó todo”. 

Así en la pantalla como en las entrevistas, Davis no sabe respirar sin bromear, algo que ha traído problemas a sus jóvenes compañeros de reparto en ‘Willow’: la improvisación reinaba. “Pero es que Kasdan quería que lo hiciera”, se excusa sonriendo. “Nos animaba a romper el guion y pasarlo bien. Algo bastante raro. A mí se me hacía difícil porque, en serio, soy respetuoso con los guiones”. Tampoco era cuestión de poner en peligro una producción tan fastuosa, ¿verdad? “Todo era enorme salvo yo”, bromea nuevamente.

Según cuenta, Davis apenas ha visto diferencia entre este rodaje y el de la primera ‘Willow’, o las muchas películas de ‘Star Wars’ en que ha aparecido, empezando por ‘El retorno del Jedi’: era el combativo ewok Wicket. “Solo fue otra oportunidad de sentirse parte de la familia Lucasfilm”. 

Los problemas crecen 

Pero, ¿cómo ha justificado Kasdan el regreso de Willow a nuestras vidas? “Siempre supimos que sería una serie sobre qué pasaría cuando la bebé Elora creciera; y que queríamos contar su amistad con otras mujeres. En el centro estarían Warwick y tres actrices jóvenes, cada una de ellas con un personaje que se enfrenta a la aventura de forma diferente”. 

Ruby Cruz (vista en ‘Mare of Easttown’) es la princesa espadachina Kit, hija de la reina Sorsha (Joanne Whalley otra vez), quien tras la liberación del reino de Tir Asleen decidió ocultar a Elora su identidad. “Para construir mi papel pensé en qué influencia pudo tener Sorsha sobre su hija y cómo habría querido ésta distanciarse de su madre. Todos somos así con los padres: los admiramos pero los rechazamos”. La mejor amiga y entrenadora de combate de Kit es Jade, interpretada por Erin Kellyman (Karli Morgenthau de ‘Falcon y el Soldado de Invierno’), que la define como “una joven valiente, honorable, digna de confianza… Yo creo que también soy esto último. En lo que somos diferentes, preferiría ser como ella”.

Tras el rapto del príncipe mujeriego Airk (Dempsey Bryk), hermano de Kit, se forma una cuadrilla de rescate a la que se suma secretamente la cocinera apodada Palomita (Ellie Bamber, de ‘Orgullo + prejuicio + zombis’), “una joven de espíritu fuerte”, dice Bamber, “que no sabe bien quién es y solo llegará a saberlo a lo largo del camino”. La magia necesaria la pondrá el único hechicero que queda en los alrededores: Willow Ufgood. 

La luz y la ligereza

En tiempos de solemnidad demasiado extendida en la fantasía, ‘Willow’ es una apuesta casi radical por la luz y la ligereza. Según Kasdan, es algo “que estaba en la película original y que forma parte también del director de aquella, Ron Howard, o de mi propia personalidad”. En el cóctel final de influencias se han colado guiños al cine ‘teen’ de John Hughes o la serie de culto ‘Es mi vida’, la que reveló a Claire Danes: esto también va de gente joven abriéndose camino. 

Sin miedo al sacrilegio, este cronista se atreve a afirmar que ‘Willow’, la serie, incluso supera a ‘Willow’, la película. La vivacidad de sus personajes y sus relaciones, los giros argumentales o quizá, sobre todo, su política de género resultan sorprendentes. Como dice Ellie Bamber, alias Palomita (y no se dejen engañar por ese alias): “Me habría encantado tener esta serie cuando era pequeña. Su forma de abordar la política de género, el hecho de que haya no una, sino tres mujeres protagonistas, todas tan fuertes como complicadas, es realmente importante“. 

 

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