El salto a una multinacional tras la salida de su anterior sello ha posibilitado a Viva Suecia mostrar su cara más desprejuiciada en El amor de la clase que sea, su cuarto disco de estudio, con colaboraciones impensables (Leiva, Dani Fernández, Luz Casal), planteadas desde la admiración y la empatía, para un grupo ‘indie’. Todo parece indicar que han hecho un pleno en la diana: arrancaron la salida del disco con número 1 de ventas en España y más de 20.000 entradas vendidas para la gira antes de comenzarla; son protagonistas de los principales festivales del país.
Tienen una legión de fans agotando entradas en sus conciertos y millones de reproducciones de sus temas en plataformas digitales (hasta tres Rivieras agotadas consiguieron, a falta de dos meses), lo que corrobora el impacto y el entusiasmo con que el disco ha sido recibido por el público. Y también ha obtenido las bendiciones de la crítica, que lo destaca como el mejor de su carrera y les eleva a la división de honor del rock patrio.
El amor de la clase que sea, un disco que habla de perdón, de aceptación, de nuevas oportunidades y de amor, sobre todo de amor, se ha convertido así en declaración de intenciones de unos Viva Suecia honestos, fieles solo a su libertad creativa, sabiendo evolucionar, experimentar y jugar con otras influencias, sonidos y formas de trabajar, donde, bajo la producción de Santos & Fluren, hay teclados que sustituyen guitarras, armonías vocales, nuevas estructuras, sonidos de guitarra, baterías, percusiones, vocoders…
Este es el año definitivo para Viva Suecia, que actúan en su ciudad -este sábado en la Plaza de Toros- con todas las entradas vendidas. Ocasión para hablar con Alberto Cantúa y Rafa Val, guitarra y cantante del grupo, sobre planes y expectativas.
Se os ve tranquilos, pero también eufóricos, como diciendo: “Esto va sobre ruedas”, como un cohete. R. V.: Nosotros ya estábamos muy contentos antes de que saliera el disco, porque hemos hecho el que nos ha dado la gana como nos ha dado la gana, y el resultado nos parece muy emocionante a todos, a Santos y Fluren, a nosotros, a la discográfica, al manager (Antonio), y a nuestro equipo, que es quizá una de las piezas más importante de Viva Suecia. Así que cuando salió ya era todo ver cómo reaccionaban los demás, pero nosotros ya habíamos hecho nuestro trabajo, ya estábamos contentos. A. C.: Ahora nos ves más tranquilos, pero aunque todos los pasos, así a priori, eran buenos… A. C.: Y venimos de los últimos ensayos de la gira. Va a ser la primera gira que arrancamos muy seguros de nosotros mismos, porque siempre vas con palos y cañas al primer concierto. Y también eso nos salió bastante bien, así que relajados. En tensión porque arrancamos, pero van saliendo las cosas. ¿Cuál fue el último bolo que hicisteis? R. V.: Fue el 17 de septiembre, en el DCode en Madrid, pero ese mes hicimos 2 conciertos. O sea que… A. C.: Fue un pequeño apunte de salas. Llevábamos tiempo sin hacer salas con la mierda esta del covid. Parece que cuando un grupo alcanza cierto estatus, las salas se le quedan pequeñas. R. V.: Las salas se reservan a un año vista, porque si no, no hay manera de coger fechas. Cuando reservamos todas estas salas, estábamos todavía con la cosa del covid en la cabeza, y era muy complicado vender una entrada. A día de hoy es muy complicado vender una entrada. Dijimos: “Vale, no vamos a fliparnos, porque llevamos casi 3 años sin vender una sola entrada, no vamos a irnos a hacer recintos enormes y a llevarnos un ostión”. Muchas de las salas son las que hacíamos en la gira del Milagro; algunas se llenaron en su día, otras se han llenado ahora, y de repente la respuesta ha sido abrumadora, pero no hemos ido a grandes recintos, lo que sí hemos hecho ha sido duplicar fechas en muchos sitios. De momento está funcionando genial. En el caso de la Riviera, habéis triplicado. R. V.: Por supuesto. Eso es un ejemplo que nos deja un poco con el culo torcido. A dos meses vista, tener tres Rivieras vendidas, no sé… No solemos ser muy conscientes, porque como somos también unos payasos y no paramos de hacer gracias, coñas, y a todo le quitamos hierro, y con nuestro equipo exactamente igual, con todo el mundo, no nos tomamos demasiado en serio, y entonces suceden estas cosas y decimos: “Ostia, sí que está pasando algo”. A. C.: Es esto de hacer el payaso cuando estás nervioso y superestresado. También en Murcia ha sido sorpresa, porque son creo que unas 3.500 personas, y todo el mundo quejándose de que tendríamos que haber abierto la Plaza de Toros, de que se podrían haber vendido más entradas, pero, bueno, tenemos el Warm Up también. Son formatos diferentes. Ahora hemos rehecho de cero todo el show. Deseando. El día que llegue el concierto ya lo pasaremos mal con las invitaciones. R. V.: Sí porque yo voy a la pastelería y me piden entradas, voy a no sé qué… Últimamente, cada vez que me cruzo con alguien… Están agotadas. R. V.: Me encantaría que viniese todo el mundo que me ha preguntado, de verdad, porque va a ser una gran fiesta, con familiares, amigos, con la gente de nuestra tierra. Abre el disco El bien, donde parece que hicierais una lectura de lo aprendido estos últimos años, pero luego está No hemos aprendido nada. ¿En qué quedamos? R. V.: Hemos aprendido un montón de cosas. Evidentemente, “no hemos aprendido nada” es una frase hecha que nos venía como anillo al dedo para explicar un montón de cosas que nosotros vimos en algún momento. Ahora parece que se nos empieza a olvidar, porque parece que las cosas buenas se asumen mucho más rápido que las malas, pero llegó un punto en que el tema de conversación era no pongo la tele, no entro en Twitter, porque es todo un bombardeo constante de gente odiándose, de medios despotricando y destripándose unos contra otros, haciendo bandos de cualquier cosa, sacando banderas, y fue un poco terrible todo. Estábamos inmersos en el proyecto “social” más importante de los últimos 100 años. Era la oportunidad perfecta para demostrar que la raza humana todavía muestra signos de empatía. Tú eras de los de esperanza. R. V.: Siempre lo soy, siempre opino bien de una persona hasta que hablo con ella una hora. Igual opino mejor después. La gente que interactúa conmigo empieza con un 10. Yo siempre soy optimista en ese sentido. Incluso en esa situación, albergaba ciertas esperanzas. Después de oír la canción, ya imaginaréis que nuestra opinión cambió un poco. Todo el mundo ha comentado el saxo de El bien, que recuerda a Bruce Springsteen, y parece hecha por una banda indie que ahora hace más pop, pero de pronto hace un rock y suena con ese sonido de saxo que no sé cómo se os ha ocurrido. Eso también lo hacen los Killers, por ejemplo. A. C.: Sí, veníamos ya muchos años con esta idea rondando.. Ya en El Milagro. ¿De meter un saxo? A. C.: Metimos unos vientos cagaos en El milagro: mezclamos unas trompetas y unos vientos en un par de canciones, pero muy enterrados, muy difusos, y aquí ya dijimos: Es ahora o nunca, y la canción era ideal. El solo de saxo lo ha hecho El Pirata, de la banda de Late Motiv. De todas formas, a pesar de que el disco se ha grabado sin prejuicios, cuando llegó el archivo, igualmente estábamos cagaos, porque es verdad que al final es un saxo en un grupo que a priori no le pega. El amor de la clase que sea parece el empujón que necesitabais. R. V.: Todo el mundo hablaba de este empujón cuando hicimos El milagro; iba bien, luego pandemia, pero por la pandemia hemos pasado todos, no es algo que nos afecte a nosotros solos. Es curioso, porque se supone que necesitamos un empujón desde yo creo que el primer disco. Cada disco iba a ser un empujón. Nos referimos a un empujón para estar en la primera división. Habéis tenido alguna ayuda también. R. V.: Sí, hemos tenido un montón, sobre todo Universal y nuestro manager Antonio Romero son dos pilares básicos, y The Music Republic. No hablo de nuestro equipo técnico, de nuestro staff, que es maravilloso y siempre lo ha sido, pero por primera vez tenemos un equipo (staff, management, discográfica) en el que todas las piezas funcionan bien, y eso ha sido superimportante, porque evidentemente dentro de Universal nosotros somos una banda que, comparados con Aitana o Alejandro Sanz… pff. En ese sentido, entre estar en una independiente o en Universal, la diferencia es que en Universal todo el mundo se ha dejado las pelotas en esto; todo el mundo ha puesto su tiempo, su emoción, su ilusión, su empeño en que esto salga bien. Eso está claro, y llegáis así al número uno de ventas, pero yo me refería a invitados. A. C.: Yo te he entendido, pero llegar a esos invitados también es en parte trabajo de todo este equipo, porque obviamente (sumando también a Santos y Fluren), llegar a determinadas personas que ya llevan mucho tiempo en primera división es complicado. Ahí ha remado todo el mundo, han copiado nuestra ilusión, y directamente a las personas que hemos pedido han estado. Era una carta a los Reyes Magos, y nos han traído todos los juguetes, pero, claro, hay curro ahí de acercarse a otros managers. El tema de Luz Casal, que ha hecho una o dos colaboraciones en toda su carrera… Imagínate.
Las colaboraciones eran una carta a los Reyes Magos, y nos han traído todos los juguetes, pero, claro, hay curro ahí de acercarse a otros managers”
Muy sorprendente esa canción; la que más. R. V.: Nosotros somos los primeros sorprendidos. Estábamos soñando con que Santos, que tiene cierta relación con ella, le escribiese y le mandase la canción y a ella le gustase, y justo nos bajamos de Barcelona de terminar de grabar el disco, y nos contestó Santos: “Que a Luz le gusta la canción y que quiere colaborar”, y nosotros en la furgo pegando botes otra vez, y ya fuimos a Barcelona y la grabamos con ella y fue increíble, maravilloso. A. C.: Yo soy muy fan de ella. A mí me encantan los boleros. Siempre que hay una canción, digo: ”Esta podría hacerla Luz Casal”. Tiene un punto 50s, un punto también bolero. A. C.: Tiene ese aire melancólico del bolero, a mí me gusta mucho, más que nada por las voces, y a nivel de voz me encajaba muchísimo ella. Siempre la pido, me da igual que sea rock, pero esa canción en concreto, la voz de ella tiene un aire… La llamábamos ‘la de los 50’ antes de tener nombre. R. V.: La cosa más sorprendente de esa canción, fíjate, creo que por encima de Luz Casal, es la guitarra de Alberto. No ha hecho una guitarra así en su vida, y tampoco es que escuches mucha música de esa época. A. C.: Pero, justo cuando salió, estaba flipando con el single de Al Dual When I was younger, y estaba revisionando un poco a Elvis, esas cosas que tienes ahí en el aire. Empezamos a construir la canción, y empecé a tirar esa guitarra con trémolo y salió ahí en Riopar. Es muy bonito el proceso creativo de esa canción, porque no es nada Viva Suecia, es un aire bolero años 50 todo, y ya que acabe siendo Luz Casal la que cante… Ya es increíble todo. Es que sorprende mucho en relación con lo que hacéis habitualmente. A. C.: Fue un proceso bonito cómo llegamos a esa canción. R. V.: Yo vivo en un piso en el centro, y por cosas del destino, en casa siempre tengo una guitarra. Siempre está el piano y siempre está la guitarra. Era una hora a la que no podía hacer mucho ruido, no tenía la acústica, tenía la eléctrica, y me compré un ampli pequeñito, y para no hacer mucho ruido hice una toma de la canción en palm mute, muy pequeñita, cogiendo una idea que teníamos de un tema de un año antes que era todo lo contrario. A. C.: Megapunk. R. V.: Que a mí me hacía mucha ilusión, pero ellos no estaban tan convencidos. Entonces cogí esos acordes, algún cacho de la letra que tenía, y lo toqué en ese palm mute. Y justo esa mañana mi novia se había levantado (mi novia tiene muchos sueños y muy raros) y me dijo: “Tengo la sensación de haber pasado mis vacaciones en una tormenta”, y me pareció un remate fantástico. Eso fue al estudio, y dijimos: “¿Qué, hacemos con esto?”, y a todos nos pareció muy bien que la canción conservase ese aire delicado y elegante más que llevarla al rock épico. Nació como Sheena is a punk-rocker y acabó como La flaca de Calamaro. Curioso proceso de transformación. Luz Casal está espléndida en La parte difícil. R. V.: Brutal. Ella fue la que nos propuso hacerlo así, hacerlo bien. Vernos en el estudio, hablar en el estudio, y hacerlo presencialmente. A. C.: La experiencia la estoy recordando ahora y pienso: “Es que no ha pasado”. Pues sí sucedió, y quedó plasmada en una canción decisiva en este disco. Otro de los colaboradores es Dani Fernández, en Lo siento. ¿Por dónde vino el contacto? R. V.: Porque nuestro manager (Antonio) y él son amigos desde hace mucho tiempo. Se tienen un cariño brutal. Antonio no lo representa como manager, simplemente tienen una relación magnífica. Antonio nos lo presentó y nos pareció una persona con una calidad tremenda, es un tipo magnífico. Ya cuando quedamos y fuimos hablando, nos contó toda su historia, cómo sale de una boy band e intenta quitarse ese estigma, porque él en realidad es fan de Lori Meyers, Love of Lesbian, Rufus T. Firefly… Y él quería hacer eso. A. C.: A nosotros nos seguía también. R. V.: Y la discográfica le presionaba para que fuera uno de los Auryn, y nos contaba cómo se lo ha peleado. Ahora mismo está llenando el Wizink, pero con la música que él quiere hacer. Eso es una cosa maravillosa que le honra. Él sí que ha tenido que pelear con muchas cosas. Nosotros, porque hagamos un disco un poquito más pop, no hemos tenido que pelear con nada. Y Leiva está en ‘la de Leiva’. A. C.: Pues igual, otro proceso maravilloso porque empieza también en Riopar. Nos levantamos una mañana tirando 4 acordes, y nos acostamos con la canción casi acabada, y lo típico, siempre se buscan referencias cuando vas haciendo una canción, para encajarla tú también mentalmente. A la hora de arreglarla, siempre buscas algo, como el aire años 50 que tiene la de Luz Casal. Podría ser un tema de Leiva, aunque él no lo ve así, curiosamente. Que también tiene sentido. Se lo contamos a nuestro manager, se puso en contacto con el suyo. También es productor; no sólo canta. ¿Os produjo esa canción? A. C.: Sí, es lo que menos llama la atención, porque al final, lógicamente cuando entra su voz se come la atención. La canción está fuera del disco, se grabó en Madrid en Estudio 1, la produjo él. Otra manera radicalmente diferente de entender la música, y un aprendizaje, porque también nos pidió que si se podía grabar con tomas en directo, cosa que no habíamos hecho nunca. Nos sacó un poco de la zona de confort, tiene otro aire la canción, hay muy poquitos instrumentos, hay poca cacharrería como en las otras; es muy rock, dos guitarras, bajo, batería, voz y el melotrón. La canción es Justo cuando el mundo apriete. Él también es letrista; le ha hecho canciones a Sabina. ¿Ha habido algún intercambio en la letra? R. V.: Hay un par de palabras que sugirió Leiva y que me pareció magnífico que entrasen en la canción. El tipo es un musicazo increíble, solo Leyva toca mejor la batería que Fernando, mejor la guitarra que yo y que Alberto, mejor el bajo que Jesús, y seguramente que si se pone con el teclado o las castañuelas… Es un músico de un nivel que se te va la olla. Y luego es un productor que tiene un control bárbaro sobre todo lo que está sucediendo en el estudio. A nivel técnico y a nivel expresivo, emoción, lo tiene, sabe lo que está pasando, sabe leerte y conducir la situación. Y luego lo mezcló Carlos Raya, y César Pop vino a grabar teclados. A nosotros nos encantó que fuera el pack completo. A. C.: Él tiene una cosa muy guay que nosotros veníamos buscando, que es quitar. Poner, sabemos poner todos; más instrumentos, más capas… Ya en los procesos de composición del disco todos pensábamos: “Si es que toda la música que escuchamos fuera, que normalmente escuchamos mucha música de EEUU e Inglaterra, toda es quitar, toda es hacer huecos para que todo encaje más y destaque más”. ¿Cuál era el reto de ir a Santos Y Fluren y grabar este disco? R. V.: Llevábamos mucho tiempo hablando de ellos. Han hecho discos muy importantes en este país, los amigos de Love Of Lesbian nos hablaban genial, y la gente de Izal, Sidonie, y decidimos probar en medio de toda la pandemia, coger dos canciones de estas sesiones compositivas de Riopar (La voz del presidente y Parar la tierra), y esta fue la toma de contacto. Ahí se quedó un poco en tierra de nadie, porque Santos, a la hora de mezclar, también tenía miedo de que dejásemos de sonar a nosotros, y la batería está grabada con mucha sala. Era un poco entre los Viva Suecia “de la etapa anterior” y lo que venía, y nos encantó la experiencia. Nos pegamos una semana en la Casa Murada haciendo estos temas, la experiencia fue superbonita, desarrollamos un amor enorme, y decidimos hacer un disco pero ya con todas las de la ley, con la voz arriba, las guitarras, los teclados, todo. El disco podríamos decir que habla entre otras cosas de perdón, cosa que tú lo has introducido en muchas ocasiones como temática recurrente. R. V.: Sí. Mi yo más pesimista es en las canciones, soy un tipo bastante optimista. Alberto quizás es más cortavenas. Somos optimistas, alegres, estamos siempre haciendo bromas, esa es nuestra cara original, la que más escondida estaba, y es la que acaba saliendo de alguna manera incluso en la canción más jodida de todas. En este disco creo que es donde más mostramos esa cara, no lo sé, no estoy seguro porque desde dentro es difícil verlo, pero hay momentos muy duros en los que siempre acaba asomando un poquito de luz por algún lado. ¿Cómo disteis con el título? No es muy comercial. R. V.: A nosotros nos flipó. Se lo dijimos primero a nuestro staff, se partieron el ojete, no le gustaba nada a nadie. Todos decían que les parecía muy cursi, muy ñoño, y a nosotros nos apetecía. La palabra ‘amor’, ‘beso’ o la frase ‘sin ti no puedo respirar’ están demasiado manidas, todo el mundo lo ha dicho, ya no tiene el calado que debería tener, y nosotros queríamos reivindicarlo, porque al final es como cuando Calamaro dijo que por qué un rockero no puede decir te quiero 18 veces en cada estrofa en una canción. Es quitarmos ese estigma y volver a usar estas palabras que tienen un peso enorme y que generalmente traen cosas buenas.
“La palabra ‘amor’, ‘beso’ o la frase ‘sin ti no puedo respirar’ están demasiado manidas, todo el mundo lo ha dicho, ya no tiene el calado que debería tener, y nosotros queríamos reivindicarlo”
Pero “el amor de la clase que sea” es como abarcar todo, no importa… R. V.: Precisamente sí que importa, porque cuando dices ’amor’ la gente lo relaciona con el amor romántico, y eso es un error. Yo tengo muchísimo amor por Alberto… A. C.: Eso sí es romántico, coño. R. V.: En el caso de Alberto, porque Alberto no quiere, pero el amor que tengo por mi madre, por mis amigos, nunca se asocia a la palabra amor. Y el amor de la clase que sea es “ojo, no todo el amor es ‘Orgullo y prejuicio’”. Es muchas cosas. Puede ser por tu coche… Eso queda más prosaico. R. V.: Ya. Lo sé, ¿pero por qué no? No se trata de ir amando mis zapatos nuevos o mi boli. A mí me trae una sensación muy reconfortante tener mi guitarra favorita entre las manos y tocarla, y tomarme una caña con Leo, Miguel Ángel, darles un abrazo… es algo que me reconforta, y a nivel mental me supone una experiencia que no me la da nada ni nadie, nada más que esas personas o esas 3 o 4 cosas en concreto. Y sí existe ese tipo de amor, y está en el disco, que al final fue una de las cosas que nos salvó con esto de la pandemia, nuestros colegas, nuestra familia, mi guitarra favorita y mi gato. A. C.: Es reivindicar conceptos que se están quedando huecos. Cosas que parece que se dicen mucho, pero son muy importantes. Todo el mundo sabe describir el amor, ¿pero qué hay debajo de esa palabra? Muchas cosas, meterte en una furgoneta para el primer viaje de la gira, tener tu disco en la mano por primera vez. Al principio parecía muy cursi, pero de repente ha ido cogiendo mucho peso en el discurso de promo del disco, y lo va a seguir teniendo. Rafa, ¿cuál crees que es tu principal virtud como letrista, o cuál dirías tú que es, Alberto, para esa facilidad vuestra de conectar con el público? A. C.: Yo creo que un artista pierde el hilo con su público cuando deja de tener los pies en la tierra. Y Rafa, bueno, toda la banda, pero él, que hace las letras, siempre tiene como mínimo un pie en el suelo, y eso le hace conectar. Nosotros ya no le preguntamos por las letras, porque nos molan tanto que no queremos saber de qué van. Preferimos hacerlas nuestras. Al principio sí le preguntábamos más. Por el estribillo hacia el éxito. ¿Cómo lleváis el éxito y la fama? R. V.: Bien, porque no somos famosos, así que estupendo. Yo voy al supermercado y nadie me pide una foto. A. C.: Las conocidas son las canciones. Es que nosotros vivimos aquí en Murcia tan felices, y encima en la huerta… ¿No os habéis planteado iros a Madrid? R. V.: Para que sea todo más caro, más agobiante, y haga más frío… Ahí está uno en el ojo del huracán. A. C.: Precisamente, ese es el problema. Gastas demasiado tiempo en juergas y en conocer gente, y poco en hacer canciones. R. V.: El huracán tiene astigmatismo. All you need is love. R. V.: Always.