Un violento robo se produjo en una de las zonas más calientes del conurbano bonaerense en la previa del fin de semana pasado. En ese episodio ocurrido en una tienda de Ramos Mejía, en el partido bonaerense de La Matanza, un ladrón arrastró a una señora que esperaba para comprar ropa desde adentro del local hasta la vereda para quedarse con su cartera. Una vez que lo logró, la dejó tirada en el piso y huyó.
La secuencia completa que duró poca más de 10 segundos fue grabada por las cámaras de seguridad del comercio, tanto las internas como las externas, que marcaron el derrotero por el suelo de la mujer, que intentó que el hombre no se llevara sus pertenencias, pero no lo logró.
En esos registros se ve cómo la señora está a la espera de ser atendida cuando un joven vestido de negro con remera mangas cortas, bermuda, gorra y bandolera ingresa a la tienda directamente a arrebatarle la cartera que tiene colocada en su hombro izquierdo. Al darse cuenta, la señora se aferra al bolso y no lo suelta, entonces se ocasiona un forcejeo.
A la escena entra una de las vendedoras que intenta salir del local para pedir ayuda, pero el ladrón con un brazo busca detenerla y con el otro, llevarse la cartera. La joven quiere entonces rescatar a la señora, que empieza a ser arrastrada a los saltos por el piso hacia afuera por el delincuente.
Ya en el exterior del local, el agresor revuelca a la mujer por el piso mientras continúa el ida y vuelta para quedarse con la cartera, hasta que lo logra. La víctima queda tirada en el piso y da, además, una de sus piernas contra el cartel de descuentos del comercio.
En eso, de adentro del local sale la empleada shockeada, sin saber qué hacer. Grita y luego es empujada por el ladrón en su huida.
Al instante también llega a la vereda desde adentro del comercio otra vendedora y entre las dos rápidamente auxilian a la víctima del robo, que quedó tendida en el suelo, y la ayudan a pararse.
La inseguridad en esa zona del conurbano bonaerense tomó una fuerte trascendencia pública el año pasado con el asesinato del kiosquero Roberto Sabo, de 48 años, cuando dos delincuentes ingresaron a su comercio a robar y lo mataron.