El origen de todo fue el tabaco. Antes del siglo XVI, en España no existía la planta que llegó de las Américas. Y aunque su consumo, en principio, no estaba bien visto en nuestro país, su popularidad se acabó disparando. Llegó la consecuente prohibición y, con ella, el tráfico ilegal. En 1636, España levantó dicha prohibición y estableció el monopolio. A partir de ahí, su comercio ilegal pasó a ser contrabando. Felipe V, para combatirlo, crea en 1707 las primeras fuerzas encargada de perseguirlos. Y Carlos III , en 1779, establece los llamados ‘barcos de las rentas’ para controlar el contrabando de materias llegadas del Nuevo Mundo.
Así nació el antecedente de lo que ahora se conoce como Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA). Un cuerpo con solera, más antiguo que la misma Guardia Civil. Depende de la Agencia Tributaria y sus agentes se juegan la vida a diario en nuestras costas. Persiguiendo barcos sospechosos y abordándolos cual pirata cuando toca. La principal preocupación ya no es el tabaco, sino la droga que llega también de América. Y en una de esas operaciones contra posibles narcotraficantes perdió la vida el mes pasado uno de sus agentes.
Se llamaba Carlos Esquembri Hinojo. Era natural de Melilla y tenía 58 años en el momento de su fallecimiento. Se disponía, a bordo del buque Fulmar, a inspeccionar un velero a unas 700 millas al oeste de Canarias. Sospechaban que podría estar transportando estupefacientes. Antes del abordaje, volcó la embarcación auxiliar en la que viajaban los agentes, arrojándolos al mar. Los presuntos narcos, al percatarse de la situación, quemaron el velero sospechoso. Los compañeros de Carlos, por su parte, intentaron salir a flote. Pero nada pudieron hacer por salvar la vida del funcionario. Un accidente.
Accidentes evitables
“Un accidente. Un desafortunado accidente que quizás, con los equipos actualizados y embarcaciones más adecuadas para trabajar, se podría haber saldado de otra forma. Quizás el compañero podría seguir vivo”, le cuenta a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA Luis, delegado del Sindicato Independiente de la Agencia Tributaria (SIAT) y funcionario veterano con más de 63 años de edad y más de 37 años de servicio, con centenares de abordajes a sus espaldas.
Desde su sindicato llevan reclamando a su administración, que se disponga a este servicio de mejores y más avanzados medios, así como de unas condiciones laborales para los funcionarios, acorde con su trabajo y a los tiempos que transcurren. Máxime cuando España es la principal puerta de entrada de la droga a Europa”.
Según la Agencia Tributaria, en el Área de Vigilancia Aduanera desempeñan sus funciones 2323 funcionarios, 1223 de ellos pertenecen a la especialidad de Investigación y los 1100 restantes a las diferentes especialidades marítimas. Todos ellos están autorizados a portar armas, por lo que entre los medios operativos se cuenta con armas de dotación individual. Por otra parte, los funcionarios cuentan con el carácter de policía judicial, misión para la cual se utilizan equipos y tecnología de vigilancia y seguimiento y un sistema global de interceptación legal de comunicaciones.
Aunque desde la Agencia Tributaria, órgano del que depende esta unidad, aseguran que “Vigilancia Aduanera dispone de una flota de 37 embarcaciones (dotadas con armamento fijo) y 10 aeronaves”, desde el SIAT confrontan la información asegurando que “Aviones no hay ni uno. Y gran parte de la flota de barcos están envejecida y desgastadas por el gran número de horas de trabajo que llevan realizadas. Hay lanchas rápidas de 14 y 17 metros, con muchas horas de trabajos las cuales están más tiempo averiadas que funcionando, otras que se compraron a otros organismos que las habían dado de baja por su antigüedad y este servicio se las compra” y se quejan de que “uno de los barcos de operaciones especiales se construyese en los años 70, que aun sigan funcionando y que la Dirección de Aduanas no se plantee su cambio por otro más moderno”.
‘Autoadrizamiento’
Sobre el Fulmar, que es en el que navegaba el funcionario fallecido, sostiene el SIAT que “es más nuevo, de 2006. Pero después de estos quince años, el material que hay dentro del barco también está obsoleto”. En el caso de la muerte del compañero todas las partes coinciden que se trató de un accidente desafortunado, que el bote volcó por mala suerte, “pero una de las mejoras que podría haber cambiado la situación sería contar con un tipo de embarcaciones con un sistema automático de adrizamiento”, cuenta Luis. Esto es, un sistema automático que corrige percances de de esta naturaleza.
“El adrizamiento es poner derecha la nave cuando vuelca. Las más modernas cuentan con un sistema que, al detectarlo, infla automáticamente un sistema de compensación y vuelve a colocar la embarcación en su posición natural. La del suceso no contaba con este sistema. Si lo hubiera tenido, igual nuestro compañero seguiría vivo. Nunca se sabrá, porque los accidentes son accidentes y este tipo de abordajes se han hecho muchas veces sin ocurrir nada. Pero con mejores equipos habría más posibilidades de evitar cualquier accidente como el ocurrido”, concluye.
Revisiones en regla
Este periódico se ha puesto en contacto con la Agencia Tributaria, desde donde han declarado que los vehículos que utiliza el SVA pasan todos los controles y revisiones preceptivas. Hay barcos más nuevos y más antiguos, como en todas las flotas; todos pasan los controles. El accidente no se produjo con un barco, sino estando en la embarcación auxiliar de un barco, las pequeñas de asalto. Y no consta ningún problema técnico con esa auxiliar.
La respuesta del sindicato es clara: “Es como si me obligan a viajar en un tren de carbón, me quejo por lo lento que va y me dicen que el tren ha pasado todos los controles y revisiones preceptivas. Ya… pero no deja de ser un tren de carbón, estaremos de acuerdo en que hay que modernizarlo. Y esto es lo mismo, pero con operaciones delicadas como abordajes. Tienen que entender que a veces nos encontramos solos, en mitad del Atlántico y sin ayuda de nadie. Necesitamos unas embarcaciones mejores para hacer frente a nuestro trabajo. Fíjate cómo estarán los barcos, que en Cádiz hay uno de 30 metros que lleva allí 5 años parado por una avería y no terminan nunca de arreglarlo“.
Añade Luis que “el hecho de que pasen las revisiones tampoco nos dice nada”, recordando que el último accidente, antes del suceso que le costó la vida a Esquembri, sigue reciente, el sucedido en la noche del 11 de julio de 2021 durante la persecución de una lancha en apoyo a una patrullera marítima del SVA. Un helicóptero de Aduanas se estrelló en las aguas del Mar de Alborán. Uno de los tripulantes, el observador José Luis Domínguez Iborra, falleció durante la acción.
Otro detalle que añaden desde el SIAT es que “se trata de un sector laboral envejecido. Creemos que la edad es un factor a tener en cuenta. Es una profesión que quema físicamente. Estar en una lancha rápida desgasta a los funcionarios y la AEAT no les da salida a otras funciones a una cierta edad. Necesitamos gente joven para hacer este tipos de abordaje; las dotaciones de los barcos en muchas bases superan los 58 y los 60 años. Llevamos 30 años pidiendo un centro de formación especifico, pero la Agencia lo deniega. Se trata de un trabajo que requiere de mucha formación y adiestramiento muy concreto, pero sin una academia especializada no lo conseguiremos”, reclaman.
Es el grito de uno de los cuerpos de seguridad con más historia de España. Están expuestos a accidentes o a que los reciban a pedradas, como sucedió en Gibraltar el pasado mes de febrero cuando contrabandistas de tabaco les recibieron a pedradas y provocaron dos heridos en las filas del SVA. A este equipo se les debe la incautación de los mayores cargamentos ilegales intervenidos en las costas españolas desde que se inició el contrabando. Primero fue tabaco. Luego llegó la droga. El SVA sigue activa, pero con unos medios obsoletos, según sus trabajadores, que no les ayuda a realizar su peligrosa tarea en alta mar.