Un nuevo estudio con ondas sísmicas revela que la Tierra podría ser similar a un juego de muñecas rusas. Los científicos acaban de encontrar evidencias de un segundo núcleo terrestre.

Hoy sabemos que nuestro planeta está dividido en diferentes capas con distintas propiedades: la corteza, el manto y los núcleos externo e interno.  Sin embargo, hasta hace no mucho tiempo se pensaba que la Tierra estaba hueca en su interior.

De hecho, no sería hasta el año 1970 que los avances en los sismógrafos para el estudio de ondas sísmicas permitieron corroborar la existencia del núcleo interno de la Tierra, advertido algunos años antes por la geóloga Inge Lehmann, cuyo apellido da hoy nombre al límite que separa ambas partes del núcleo, la discontinuidad de Lehmann, situada a unos 5.100 kilómetros de profundidad. 

Ahora, con una tecnología más avanzada, y basándose en el mismo principio que Lehmann, la dispersión de las ondas sísmicas a diferentes velocidades a través de las entrañas de nuestro mundo, un equipo de la Universidad Nacional de Australia -ANU- cree haber encontrado evidencias de la existencia de un segundo núcleo aún más interno, sólido, metálico y con un diámetro aproximado de unos 650 kilómetros. 

La Tierra es una matrioska 

“La existencia de una bola metálica interna dentro del propio núcleo interno de nuestro planeta se planteó hace unos 20 años”, explica el doctor Thanh-Son Phạm, de la Escuela de Investigación de Ciencias de la Tierra de la ANU. “Ahora proporcionamos nuevas evidencias que podrían corroborar esta hipótesis”,  añade. 

“Este núcleo interno es como una cápsula del tiempo de la historia evolutiva de la Tierra: es un registro fosilizado que sirve como puerta de entrada a los eventos del pasado de nuestro planeta. Eventos que ocurrieron en la Tierra hace cientos de millones o miles de millones de años”, añade por su parte el profesor Hrvoje Tkalčić, también de la ANU. 

Los investigadores encontraron las pruebas a favor de esta hipótesis al estudiar las ondas sísmicas que viajan directamente a través del centro de la Tierra y rebotan en el lado opuesto del globo, también conocido como antípoda.

“Mientras que estudios anteriores han documentado un único rebote antípoda, nosotros, al desarrollar una técnica para aumentar las señales registradas por redes de sismógrafos densamente pobladas, observamos por primera vez ondas sísmicas que rebotan de un lado a otro hasta cinco veces a lo largo del diámetro de la Tierra”, declara Phạm. “Los hallazgos son emocionantes porque proporcionan una nueva forma de sondear el núcleo interno de la Tierra y su región más central”, añade. 

Los investigadores también estudiaron la anisotropía de la aleación de hierro y níquel que forma el interior del núcleo interno terrestre. La anisotropía se emplea para describir cómo las ondas sísmicas aceleran o disminuyen de velocidad a través del material del núcleo interno de la Tierra. Esta variación podría ser causada por una disposición diferente de los átomos de hierro a altas temperaturas y presiones, o la diferente disposición de estos propios átomos cuando el hierro se encuentra en estado sólido. 

El equipo de Pham descubrió que las ondas sísmicas que rebotaban sondearon repetidamente puntos cercanos al centro de la Tierra desde diferentes ángulos. Así, al analizar la variación de los tiempos de viaje de las ondas sísmicas de unos 200 terremotos, los científicos infieren que la estructura cristalizada dentro de la región más interna del núcleo interno probablemente sea diferente a la capa externa.

Se trata de un nuevo paso en la comprensión de nuestro propio planeta. “Todavía hay muchas preguntas sin respuesta sobre el núcleo interno más interno de la Tierra”, expresa Tkalčić, “pero este podría contener los secretos para reconstruir el misterio de la formación de nuestro planeta”, concluye. 

 

Generated by Feedzy