Un asesino de prostitutas conmociona a la Roma del lujo

Marta Castano Torres era una mujer colombiana de 65 años que ejercía la prostitución en un piso del acomodado barrio romano de Prati. Tenía una hija de 18 años, ofrecía sus servicios a través de Internet y se hacía llamar ‘Yessenia’. El 17 de noviembre, su cadáver fue hallado en la casa en la que recibía a sus clientes. Lo mismo ocurrió con otras dos prostitutas asiáticas, cuya nacionalidad e identidad exacta aún no se ha aclarado. Fueron asesinadas ese mismo día, a unos 800 metros de distancia del apartamento de Marta, y con métodos similares: las tres fueron atacadas en el cuello y el pecho con un arma blanca. La policía italiana ha detenido como sospechoso a Giandavide De Pau, un individuo con vínculos con la Camorra napolitana, la mafia de Nápoles.

El caso, que ha conmocionado a Roma, aún presenta varios puntos oscuros. No está claro qué llevó a Pau a matar a las tres mujeres. Tampoco se sabe aún a quién mató primero, ya que además los testigos son escasos. Casi no hay dudas, en cambio, de su autoría. En el teléfono de De Pau, incautado por la policía, hay vídeos del momento en el que el hombre ejecuta a las mujeres. También se han encontrado sus huellas y rastros de ADN en los lugares donde se cometieron los crímenes.

Posible asesino en serie

Todas estas circunstancias, sin embargo, no son las únicas razones por las que el caso ha llamado la atención de la opinión pública italiana. El episodio ha pasado de ser el relato de simple homicidio a convertirse en un caso de importancia nacional porque una de las hipótesis es de que podría tratarse de un asesino en serie, dado que la policía tiene en sus archivos diversos homicidios de prostitutas sin resolver.

Más aún, el caso también ha puesto en la mira la explotación sexual de extranjeras en zonas muy céntricas de Roma, áreas estas en la que no faltan las salas de masajes eróticos y bares de striptease.

De hecho, Prati, el lugar donde han tenido lugar los crímenes, no es un barrio cualquiera. Se trata de una de las zonas con los edificios más elegantes de la capital italiana. Ahí está, por ejemplo, el Palacio de la Justicia de Roma, sede de la mismísima Corte Suprema de Casación, el tribunal de última instancia en Italia. La prensa italiana ha llegado incluso a especular con que las prostitutas ejercen en esta zona porque jueces y magistrados usarían sus servicios en sus pausas para comer, lo que ha indignado a algunas asociaciones de la judicatura.

De la calle a pisos

Sea como fuera, la realidad es que la explotación sexual de mujeres migrantes se está convirtiendo en un fenómeno cada día más invisible, también gracias a las estrategias de las organizaciones criminales que se lucran con estas personas, han subrayado diversos expertos. Ponen el ejemplo de las prostitutas de origen chino, que “se están moviendo de la calle a apartamentos“. “Es una tendencia evidente entre las 50.000 prostitutas que operan en Italia”, explicaba recientemente Francesco Carchedi, un sociólogo de la Universidad de La Sapienza de Roma. “En la actualidad, solo en Roma, hay 1.500 chinas que trabajan en 600 pisos y 80 salas de masajes”, añadía Carchedi, que apuntaba que el número de apartamentos dedicados a estas actividades ha pasado de 12.000 a 30.000 en los últimos años.

Y para añadir más elementos al caso, han causado impacto las declaraciones del escritor Patrizio Bati, que ha revelado que fue uno de los clientes del piso en el que fueron asesinadas las dos prostitutas asiáticas. Bati ha dicho que conocía a una de las víctimas, a la que ha descrito como una joven de “piel color ámbar, pelo largo y negro, dientes salientes, asiática, tal vez no china”. Esto ha abierto en Italia otro viejo e irresuelto debate sobre por qué personas como Bati contribuyen a la explotación de mujeres. 

 

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