Turrones de autor. Arrancó en un garaje de Daireaux y hoy le vende a todo el país

El fanatismo de su familia por el dulce típico de la gastronomía navideña española fue el disparador. Marcos Radnic (34) ingeniero agrónomo especialista en alimentos, creó La Simona, un emprendimiento de turrones artesanales que tiene su base en Daireaux, Provincia de Buenos Aires, ciudad de la que es oriundo.

El ejecutivo francés que dejó todo para vivir en Torres del Paine: qué aprendió en el camino

La idea surgió de una necesidad personal y del deseo de difundir lo que este alimento simboliza: unión y celebración. El turrón representa alegría y se lo asocia con los festejos ya que se consume principalmente en la época de las fiestas. Es costumbre colocarlo en el centro de la mesa o pasarlo de persona en persona a la hora del brindis convirtiéndolo en protagonista de momentos especiales de charlas, remembranzas y risas.

Durante años, Radnic, se la pasó buscando este tipo de producto de Alicante en el mercado local y cansado de no encontrarlo y motivado por las ganas de disfrutar y compartir el auténtico sabor de las almendras, se preguntó: “¿Por qué no fabricarlo?”

Corría 2013 y para poder materializar la idea, su padre, también apasionado de los turrones de Alicante, le cedió una parte del garaje de su casa. Allí montó como pudo su “fábrica”, con una olla y un revolvedor casero. Y aprovechando las hectáreas que tenían libres, plantaron almendros que pronto se convirtieron en la materia prima principal.

Aun así y lleno de empuje, le faltaba un detalle: encontrar la receta perfecta. “Como fiel autodidacta se la pasó probando preparaciones y fue a puro prueba y error hasta dar con la correcta”, cuenta Daniela Bonomo (39), su esposa, a quien conoció en 2016 en Buenos Aires y es pastelera profesional.

Marcos Radnic, fundó La Simona en 2013

Durante los inicios, la producción apuntaba al público local: familia, amigos y conocidos. Eran todos clientes de la zona y la fabricación alcanzó unas 400 unidades. “Al principio era un hobby que ponía en marcha nada más que en la época de las fiestas”, recuerda Bonomo.

Un giro inesperado

Cuando Radnic conoció a Bonomo, y viendo que la relación prosperaba, le ofreció mudarse y asociarse a la empresa. “Sostener el vínculo a larga distancia se hacía difícil, pero cuando me contó lo de los turrones, me terminó de conquistar”, cuenta la joven entre risas.

Así, entrado 2017, al año de conocerse, renunció a su trabajo como administrativa y se entregó a la suerte. Según confiesa, desembarcar en Daireaux no fue fácil, pero con éxito, logró sumarse al proyecto de su prometido. “Me transmitió todo su know how, sus secretos, y me traspasó el mando”, confiesa la emprendedora.

La plantación de almendros que los emprendedores tienen en Daireaux

El nuevo objetivo era aumentar las ventas y para lograrlo era necesario producir más “El espacio en el garaje nos quedaba chico y faltaba maquinaria. No estábamos aptos para fabricar a gran escala”, reconoce Bonomo.

Haciéndole honor a su título de ingeniero, diseñó y fabricó con sus propias manos la maquinaria que le faltaba: una tostadora de almendras y una paila para cocinar el caramelo. En paralelo, su padre les cedió gentilmente la totalidad del garaje que remodelaron y convirtieron en “una fábrica de punta en blanco, totalmente profesional”, asegura Bonomo. Acto seguido, sacaron todos los permisos municipales y nacionales y en la actualidad sigue siendo su lugar de trabajo.

Para su sorpresa, ese año cuadruplicaron la producción y llegaron a fabricar 1700 unidades; el aporte de Bonomo fue clave: escaló el negocio y cobró vuelo nacional.

La fábrica que montaron en el garaje de la casa del padre de Marcos

En 2022 alcanzaron el récord de producción con una fabricaron de 10.000 turrones. El crecimiento de la marca fue tal que ya no alcanza con la cosecha propia de almendras sino que tienen que comprar dicha materia prima a un productor de Neuquén que cultiva la misma variedad.

En cuanto a su oferta, por el momento tienen un solo producto: el turrón de alicante y de calidad suprema con un 60% de almendras tostadas. El mismo viene en dos formatos: una torta de 150 gramos que cuesta $1.890 y una edición especial para regalar con tres tabletas de 200 gramos presentada en un elegante estuche con un valor de $7.200. Las tortas son elaboradas de forma artesanal, con almendras seleccionadas manualmente para asegurar el resultado final, y miel de productores locales de Daireaux.

La comercialización es a través de la tienda online que lanzaron recientemente. Hacen envíos a todo el país y venden sus productos en comercios de Capital Federal, Zona Norte y Sur, Pehuajó, 9 de Julio, Dolores, Tandil y Córdoba. Además, cuentan con un punto de retiro en Palermo.

¿Qué se viene a futuro?

“El plan para el próximo año es lanzar un turrón de almendras de tipo Jijona -el pueblo vecino de Alicante- que es de contextura blanda. Ya tenemos las pruebas hechas”, revela Bonomo.

En La Simona ofrecen turrón de almendras de tipo alicante y de calidad suprema: tiene 60% de almendras tostadas

Turrón y celebración

El turrón es un dulce heredado del Viejo Continente, que llegó al país con la inmigración y que se consume principalmente en la época de las fiestas. ¿La razón de esta costumbre?

Detrás de este ritual, se esconde una curiosa historia. Corría el año 1500 cuando lo árabes introdujeron en España el turrón. Producirlo era muy costoso, por este motivo, su consumo quedaba relegado para épocas especiales, como la Navidad. Como las almendras se solían cosechar durante el verano, el producto final estaba listo recién para fin de año, momento que coincidía con las fiestas.

Hoy, aun se mantiene esta tradición que pasó de generación en generación. “El turrón se consume en un contexto de festejo. Se lo suele pasar de mano en mano. Cada uno agarra un pedacito”, reflexiona Bonomo. Para ella, esta idea es lo que hace que su trabajo sea tan gratificante: “Me emociona saber que lo que uno hace es motivo de alegría, felicidad y disfrute para los demás”, agrega y hace énfasis en su deseo de que el producto sea consumido durante todo el año.

La economista que dejó la ciudad y armó un emprendimiento a 2684 metros de altura

Al respecto, Estela Mazzei, licenciada en Nutición (M.P. 6371) asegura que siempre es ameno tener tradiciones particulares cuando se trata de encuentros específicos, “está bueno que haya alimentos diferentes a los del día a día”, dice. Y advierte que la clave no es dejar de disfrutarlos sino de regular su ingesta cuando se trata de un producto calórico, con alto nivel de azúcar.

Radnic y Bonomo no dejan de sonreír cuando comentan la emoción que les genera recibir mensajes y fotos de sus clientes con los turrones en la mesa. “No hay nada más lindo que ver esa unión que genera”, concluyen a pura alegría.

 

Generated by Feedzy