Suspenso en concentración: más de la mitad de los españoles ven la tele mientras miran el móvil

Vemos la tele, ya sea los canales habituales o las plataformas de visionado online, pero hacemos muchas otras cosas simultáneamente. Básicamente, echar un ojo al móvil. Chequeamos las redes, mandamos algún mensaje o vemos las últimas noticias en la prensa. Según el último barómetro de Barlovento Comunicación, de febrero de 2023, el 56,5% de los encuestados utiliza el ‘smartphone’ mientras ve la televisión. Otro 17,8% usa el ordenador, un 17,5% tiene la tableta entre las manos y, por increíble que parezca, un 3,3% escucha la radio. Solo 3 de cada 10 encuestados no manipulan otro dispositivo mientras ve la tele. “Hemos normalizado el hiperuso de los dispositivos”, afirma Mireia Cabero, profesora colaboradora de los Estudios de Ciencias de la Educación y Psicología de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

La estadística revela lo que los expertos llevan avisando mucho tiempo: estamos perdiendo la capacidad de atención. El divulgador Johann Hari decidió escribir ‘El valor de la atención’ (Península) después de visitar Graceland, la mansión de Elvis Presley, con su sobrino adolescente, que no paró de enviar mensajes a sus colegas a pesar de estar en semejante lugar. Es más, el resto de personas que los acompañaban en la visita preferían utilizar sus móviles en lugar de contemplar directamente las habitaciones del mítico cantante.  

El pedagogo y filósofo Gregorio Luri explica que en la sociedad del siglo XXI no somos conscientes de la importancia de educar la atención, que es el “nuevo coeficiente intelectual”. La atención -añade- es la capacidad para mantener la actividad que se está realizando en ese momento, ya sea ver la tele, cocinar una paella o hablar con otra persona. “Todos los seres humanos nacemos con una atención débil. Nos distraemos con rapidez, pero es algo que se entrena. A los hijos se les puede, y se les debe, enseñar a mantener la atención”, explica el autor de ‘En busca del tiempo en que vivimos’.

Elena Neira, profesora colaboradora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC, subraya que el covisionado se ha impuesto porque “el teléfono se ha convertido en una pantalla de proximidad con la que establecemos una relación muy estrecha”. “Algunos expertos hablan hasta de ‘intimidad de pantalla’ por la cercanía y recurrencia de su uso”, añade la docente.

Miedo a perdernos algo

Aquí, entra en escena el término ‘fomo’ (‘fear of missing out’), algo así como temor a perderse algo importante. “Estamos en un entorno en el que se ha consolidado mucho la multitarea. Debido, entre otras causas, al ‘fomo’. Tenemos miedo a que, en el lapso de un visionado, nos perdamos algo importante. Ver la tele y mirar el móvil es algo que también nos da acceso a una conversación paralela, a modo de segunda pantalla”, detalla Neira. “Nuestro cerebro tiene la capacidad de atender estímulos simultáneos. Tenemos menos paciencia. Los minutos en los que el programa televisivo no nos distrae o no da respuesta a nuestras necesidades elegimos no esperar y sabemos que la tecnología nos permite aprovechar más el tiempo, nos permite comunicarnos con personas, estar informados, distraernos o consumir”, añade la profesora Cabero.

Los que más caen en el covisionado son los más jóvenes, los que tienen entre 18 y 24 años, seguidos por los que tienen entre 25 y 34 años. Los que menos, los mayores de 55 años. “Tiene que ver con un sesgo demográfico. Los que son más adultos están acostumbrados a la linealidad sin necesidad de buscar interrupciones”, explica Neira. 

El covisionado afecta a la televisión lineal (la clásica) y a la carta (plataformas ‘online’). “La televisión en abierto hace tiempo que dejó de ser la fuente principal de entretenimiento de los hogares españoles”, explica Neira, para quien el covisionado no es un problema nuevo. “Las plataformas de streaming ya asumen este contexto de atención dividida y muchas impulsan temas de conversación en redes sociales para generar actividad y que esa resonancia beneficie la promoción de sus contenidos”, confirma.

Además de la pérdida de la capacidad para concentrarse, el covisionado conlleva peligros. La profesora de Estudios de Ciencias de la Educación y Psicología de la UOC explica que “limita el hecho de estar presente en el ahora y en el aquí y la experiencia de aburrirnos, que es de gran utilidad para despertar la creatividad”.

 

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