Sin presencia (ni agenda) canaria en Rabat

Sorpresa y decepción en Canarias por los resultados de la cumbre entre España y Marruecos de esta semana en Rabat, en la que prácticamente se han soslayado la mayoría de los asuntos de interés para el Archipiélago, y en la que el Gobierno central tampoco ha conseguido atar compromisos concretos con el gobierno marroquí sobre la agenda bilateral más acuciante. Los partidos políticos en las Islas han constatado esa marginación de las cuestiones isleñas sobre las que supuestamente ambas partes iban a abordar con intención además de representar los intereses canarios e iban a trasladar al Gobierno regional los avances que se buscaban.

El propio Ejecutivo regional reconoce, más allá de las valoraciones formales saludando las normalización de las relaciones, que la RAN (Reunión de Alto Nivel), tan esperada y publicitada como un hito históricos, no ha supuesto ningún avance concreto sobre ninguno de los aspectos de la agenda canaria relacionada con ese país, más allá de algunas referencias genéricas al impulso de las relaciones comerciales y al de la cooperación en materia de seguridad y control de la migración irregular. El pobre balance de la cumbre supone así un serio revés para el Gobierno canario en relación con las expectativas creadas sobre la visita que su presidente, Ángel Víctor Torres, debe hacer al país entre el 16 y el 21 de este mes.

Vistos los resultados de una cumbre que no se celebraba desde el 2015, se entiende la negativa del Gobierno central a rechazar la presencia de un representante de Canarias en los encuentros con el gobierno marroquí. Poco sentido tenía esa presencia canaria en la delegación española si en realidad, como ha sucedido, no se iban a abordar en serio ninguno de los puntos de interés para las Islas. Si en materia de control de los flujos migratorios apenas hay novedades sobre la situación actual, sobre la que cabe reconocer avances desde que abril se firmo la declaración conjunta que dio paso a una nueva etapa de las relaciones entre ambos países, sobre el resto de materias ni siquiera hay referencia de ningún tipo. Ni sobre la negociación de la mediana marítima en la fachada atlántica frente al Archipiélago, ni en la preocupación canaria sobre las prospecciones petrolíferas marroquíes en esa zona, se ha producido la menor referencia y no consta que se haya hablado de ellas en los encuentros entre los respectivos ministros.

Canarias mantiene en todo caso sus expectativas sobre la delimitación de los espacios marítimos y sobre el control migratorio en los grupos de trabajo que ambos países tienen creados para seguir avanzando en ambos temas, sobre todo en el primero de ellos en el que sí participa un representante del Gobierno regional. El Ejecutivo de Torres asegura sin embargo que ha mantenido comunicación directa con la delegación española desplazada a Rabat y que ésta le ha mantenido informado en todo momento de las conversaciones y acuerdos, valorando especialmente los aspecto de relaciones comerciales, de seguridad y control migratorio.

El gran señalado de esta cumbre es el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, que no ha sabido manejar la situación, arrastrando a Sánchez a una posición de debilidad

De hecho, en términos globales, la extensa y pomposa declaración conjunta firmada al término de la cumbre, de 74 puntos y 14 páginas, no supone avances en ninguno de los aspectos de la agenda bilateral respecto a la del 7 de abril tras la reunión del presidente del Gobierno central, Pedro Sánchez, con el monarca alauita, Mohamed VI.

El desaire del jefe del Estado marroquí al premier español en esta ocasión, no recibiéndolo en audiencia como suele ser norma en estos casos aunque le haya prometido futuros encuentros protocolarios, es más que un gesto de descortesía. Es todo un plante y una muestra de la escasa relevancia práctica que el régimen de Rabat concedía a la RAN. El Gobierno marroquí no se ha cuidado siquiera en dejar claro que las cuestiones esenciales para ese país eran dos: aprovechar la posición española en el seno de la UE y la presidencia comunitaria que el Ejecutivo de Sánchez asumirá en el segundo semestre del año para hacer valer los intereses marroquíes en el ámbito europeo y seguir impulsando las relaciones comerciales entre España y Marruecos, y, sobre todo, constatar y formalizar aún más el giro español sobre el conflicto del Sáhara a favor de la vía autonomista para la ex colonia española.

De hecho, uno de los grandes objetivos del Gobierno de Sánchez en este encuentro, como era cerrar un calendario para la apertura de las aduanas en Ceuta y Melilla, ha quedado sin cubrirse, quizá el principal fracaso de la RAN para la diplomacia española.

Por el conjunto de los resultados, por el mencionado desprecio de Mohamed VI a Sánchez, y por el fracaso respecto a la situación fronteriza en las ciudades autónomas, con referencias a cuestiones de “soberanía” que dejan maniatado al Gobierno español sobre la reivindicación del país respecto a la situación de esas plazas, el gran señalado de esta cumbre es el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, que no ha sabido manejar la situación, arrastrando a Sánchez a una posición de debilidad, ni contrarrestar la siempre astuta y ladina diplomacia marroquí.

Objetivo: pasar página

Del resultado de la cumbre cabe deducir que para el Gobierno el fin último y principal de la misma, independientemente de que no se hayan cubierto las expectativas sobre aspectos concretos, era pasar página y dar por superada la crisis provocada por la reacción marroquí al recibimiento del líder del Frente Polisario en abril de 2021, para que fuera tratado médicamente en un hospital de la Rioja, y evitar nuevos episodios fronterizos como el del mayo de ese año cuando más de 9.000 jóvenes marroquíes cruzaron a nado hasta Ceuta con la connivencia de la policía de ese país.

Y pasar página en este sentido también es para el Gobierno español que Marruecos reactive su compromiso e implicación en el control de la migración irregular hacia las costas española, especialmente hacia Canarias, constatando que el año pasado se redujo la llegada de migrantes a las Islas en un 30%, especialmente desde el encuentro entre Sánchez y Mohamed VI en abril y el cambio de posición de España sobre el Sáhara.

En todo caso, el Gobierno regional mantiene prudencia sobre las expectativas de Torres en torno su visita al país vecino el 20 y 21 de este mes, dando especial relevancia al hecho de que es la primera desde que accedió al cargo y que eso ya supone un paso importante.

Reconoce que no puede abordar formalmente asuntos que competen al Estado y a la diplomacia oficial española como el de los espacios marítimos u otras negociaciones bilaterales, y que evidentemente la parte marroquí no le va a ofrecer sus estrategias de negociación al respeto, por lo que poco en claro puede sacar al respecto. Pero sí da máxima relevancia a los aspectos más crematísticos del viaje como son las relaciones comerciales y la presencia en el país vecino de numerosas empresas canarias (aunque aún están por determinar las que irán) y la oportunidad que se les ofrece de engancharse a la dinámica impulsada por la cumbre de Rabat, así como asuntos relacionados con la conectividad aérea y marítima.

Pero todo esto ya está a un nivel de menor importancia y de relevancia pública del que suponía la supuesta agenda canaria de la RAN que prácticamente que quedado inédita.

 

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