Seis momentos en la trayectoria de Sánchez Dragó, entre la pedofilia y las teorías de la conspiración

Infancia angélica

Niño ‘bien del barrio de Salamanca, hijo de periodista republicano asesinado durante la Guerra Civil aunque la familia fuera poderosamente conservadora, cultivó desde sus primeros años una imagen excéntrica. De pequeño, tuvo un amigo invisible, pero no uno cualquiera sino un ángel de la guarda al que llamaba Jai, cuyas andanzas explicaba con mucho detalle para pasmo de los suyos, quienes reafirmaron con admiración su ya poderoso ego. Estaba claro que a Fernandito le gustaba llamar la atención.

Estudiante díscolo

Fue alumno aplicado en el Colegio del Pilar, fábrica de ‘prohombres’ del momento, aunque su rebeldía le condujo a conseguir un carnet del PCE, lo que le llevó tres veces a prisión y en 1964 a un exilio más bien dorado que lo paseó por medio Europa y sobre todo por Asia, una de sus grandes querencias. Con el tiempo el escritor rechazó la ideología comunista por demasiado gregaria al tiempo que propugnó un anarquismo individualista.

A orillas del Ganges

En 1968 en las escaleras que conducen al río en Benarés, India, el autor sufre una epifanía mientras contempla el amanecer bajo los efectos de la droga y la bebida. Es una caída del caballo que le transforma noveleramente en un hombre espiritual. Sus creencias son un batiburrillo de religiones orientales que él utiliza para crear el libro que en 1970 le convertiría en el bicho raro más famoso del tardofranquismo: ‘Gárgoris y Habidis’.

Negacionismo vocacional

De vuelta a España, convertirse en un personaje televisivo le ayudó a popularizar una figura con la que básicamente se dedicó a jugar a la contra con un punto de cinismo, sin importar que aquello se aviniera mal con su espiritualidad. Lo que importaba es llamar la atención. Defensor de la tauromaquia, opositor del progreso tecnológico y el aborto y partidario de mil y una teorías de la conspiración, Sánchez Drago se negó a creer –más bien para epatar- que el hombre hubiera llegado a la Luna. El gran momento de su trayectoria como presentador para la memoria popular está ligado al impagable programa de RTVE ‘El mundo por montera’ en el que invitó a un Fernando Arraba beodo desatado a hablar sobre el fin del mundo. 

“MI verga es mi patria”

Bien, la frase no tiene el menor interés pero fue una de las favoritas del autor, padre de cuatro hijos de cuatro mujeres distintas, que llegó a jactarse y así lo escribió sin vergüenza de haber tenido sexo con dos niñas japonesas de 13 años. Lo contó en un libro coescrito con Albert Boadella en 2010, una fecha en la que una confesión de este calibre y sin propósito de enmienda además, apenas suscitó leves repulsas. Cumplir años no rebajó su exhibicionismo erótico hasta convertirlo casi en un chiste: a los 81 años grabó como protagonista un cortometraje con escenas pornográficas y de sadomasoquismo para el festival de cine de Los Bonobos. Su última partenaire sexual tenía 28 años.  

El amigo de Vox

¿Qué mejor forma de situarse a la contra que apoyando a Vox? Cuando sus proezas sexuales dejaron de interesar, el autor logró volver al candelero, esta vez de la redes sociales, volviendo a la casilla de salida de la fe política. Haber apoyado a Aznar durante años le pareció una cosa tibia, por lo que extremó aún más su querencia convirtiéndose en el intelectual de cabecera de Santiago Abascal. Al parecer fue él quien tuvo la peregrina idea de que Ramón Tamames podía defender la moción de censura a Pedro Sánchez y quien orquestó en la sombra la surrealista jugada.  

 

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