Junto con su pasión por la jardinería y por la alimentación orgánica, al rey Carlos también se lo conoce como un exigente comensal de paladar negro. Y eso vale tanto para sus comidas como para sus bebidas.
Sus distinguidos gustos llegan a límites insólitos. Por ejemplo, las galletas que consume luego de cada comida deben a estar a un punto indicado de temperatura, de lo contrario, serán devueltas para ser calentadas como corresponde al placer del monarca.
Todas las noches, antes de cenar, el rey Carlos se toma un Martini clásico
Así como es exigente en la comida lo es también en la bebida. Según revelaron en el documental The Real Windsors: The Outspoken Heir, de Channel 4, Carlos todas las noches, antes de cenar, se toma un Martini clásico. Así lo contó el conde Tibor Kálnoky, quien es no solo es pariente lejano del monarca sino uno de sus más íntimos amigos. De acuerdo con él, el rey es tan fanático de su copa que la lleva a todas partes con él, incluso cuando viaja.
Tibor Kálnoky: pariente de Carlos y de Drácula
El conde Tibor Kálnoky no solo es pariente y amigo del nuevo rey británico, sino también un antepasado lejano del conde Vlad Țepeș, que inspiró la célebre novela Drácula, de Bram Stoker. “Es cierto, estoy relacionado con Drácula. Por suerte, solo muy lejanamente”, le dijo el conde Tibor a The Telegraph cuando fue entrevistado sobre las visitas regulares -una vez por año- de Carlos III a la aldea transilvana de Zalánpatak.
Tibor Kálnoky, pariente lejano de Carlos y también de Drácula
La familia Kálnoky recibió su título del emperador Habsburgo y rey húngaro Leopoldo I (1657-1705) en 1697. Sin embargo, Tibor Kálnoky no nació en su castillo renacentista en Miklósvár porque la familia tuvo que huir después de la toma del poder comunista en Rumania, en 1945.
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Nació como el tercer hijo de la alemana Marianne Kernbach y el conde Farkas Kálnoky. Tenía solo seis meses cuando todos emigraron a los Estados Unidos y un año cuando regresaron a Europa. Creció en Alemania, fue al jardín de infancia en los Países Bajos y comenzó la escuela en el sur de Francia. A los once años la familia se mudó a París, donde abrió un “hospital de aves” cuando solo tenía 16 años. Se graduó como veterinario en Hannover y München.
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Curiosamente, Tibor Kálnoky no hablaba húngaro. Así fue que empezó a aprender el idioma con entusiasmo. Quería entender su herencia familiar, por lo que hojeó los diplomas antiguos. Primero, se mudó a Budapest y trabajó para una compañía farmacéutica francesa.
Conoció a su esposa, Anna Boga, en la capital húngara. Organizaron su boda en 1995 en el ruinoso castillo de Miklósvár, el hogar ancestral de su familia. De su unión nacieron tres hijos: Mátyás (1994), Vince (1996) y Miklós (2000).
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Más tarde se mudaron a Bucarest, donde trabajó para una empresa farmacéutica alemana y visitó regularmente Miklósvár, Zalánpatak y Kőröspatak, donde quería comenzar una nueva vida. En 2014, ganó una solicitud del Fondo Noruego para poder comenzar a reconstruir el castillo. “Trabajaría para el conde hasta que mis manos y piernas se deshilachen”, dijo uno de los lugareños que trabaja en el proyecto.
Kálnoky construyó un museo (El Museo de la Vida de Transilvania) y abrió una tienda que vendía productos locales. Pronto, Zalánpatak y Miklósvár se hicieron famosos en todo el mundo: The New York Times, The Guardian, CNN Travel y Duna World informaron sobre su lugar. E invitó a Carlos III al pueblo, donde el monarca británico compró una pequeña casa, que puede alquilarse por Airbnb. Organizó excursiones ecuestres, inició el turismo rural e incluso un programa escolar con la ayuda de la Orden Soberana y Militar de Malta.