La primera ministra francesa, Élisabeth Borne, aseguró este martes que el retraso de la edad de jubilación a 65 años “no es inamovible” y abrió la puerta a “otras soluciones” en la controvertida reforma de las pensiones.
“Hemos hablado de 65 años”, pero “no es inamovible”, dijo Borne en el medio público France Info, cuando ultima los preparativos de una reforma que su gobierno desvelará el próximo martes y debe aprobar el 23 de enero.
El retraso de la edad de jubilación de los 62 a 65 años en la segunda economía de la Unión Europea (UE) es una promesa del presidente liberal, Emmanuel Macron, a la que se oponen los sindicatos y una mayoría de ciudadanos.
Laurent Berger, secretario general del primer sindicato francés, CFDT, reiteró en el diario regional La Dépêche du Midi, que cualquier retraso en la edad de jubilación es “un línea roja” que creará “conflictos sociales”.
“Si el 10 de enero, hay anuncios con un retraso de la edad legal a 65 o 64 años, la CFDT como las otras centrales sindicales llamará a los trabajadores a movilizarse contra esta medida”, advirtió.
El gobierno defiende la reforma como una forma de alcanzar “el equilibrio del sistema de pensiones para 2030”, pero Berger defiende que el “déficit” actual es menor que en anteriores reformas y la situación no es crítica.
Para intentar calmar los ánimos, Borne abrió la puerta a examinar “otras soluciones” alternativas al retraso de la edad a 65 años y espera que sus medidas sobre la penosidad en el trabajo suavicen la posición de la CFDT.
A la espera de la presentación, la primera ministra multiplica los contactos con sindicatos y líderes políticos, sobre todo del partido opositor de derecha Los Republicanos, clave para lograr una mayoría parlamentaria.
Su nuevo líder, Éric Ciotti, ya expresó a Borne a finales de diciembre su oposición a un retraso “brutal” de la edad de jubilación, aunque su partido es favorable a una reforma. En el Senado (cámara baja) defiende un retraso a 64 años.
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