El dolor no le quita el sueño a Joan Barreda. Ni antes, ni ahora. El español es una leyenda del Rally Dakar y el espíritu con el que desanda la aventura demuestra que está diseñado para esta clase de carreras, donde la exigencia, la velocidad y el riesgo van mutando en cada especial. La cuarta etapa resultó un bucle, con partida y arribo en Ha’il: 425 kilómetros cronometrados y 148 km de enlace, el obstáculo a sortear, luego de lidiar un día antes con las lluvias torrenciales que complicaron las pistas y obligaron a cancelar algunos tramos.
De pilotaje agresivo se anotó la victoria, la trigésima en 11 años, en una temporada particular: llegó a la cita sin competencias preparatorias y dejó de ser parte de la estructura de fábrica de Honda. Cuarto en el clasificador general, la ilusión de levantar el Touareg por primera vez es un desafío que persigue desde 2011 y que desea convertir en realidad en Arabia Saudita.
Menos piedras y más arena, un escenario que favorece la velocidad de Joan Barreda; el español acumula 30 éxitos parciales en el Rally Dakar, a tres del récord que comparten Stéphane Peterhansel y Cyril Despres (FRANCK FIFE/)
Exigirse más allá de los límites no resultó siempre la mejor receta para Barreda. El Dakar es una moneda de dos caras para el valenciano: con este éxito quedó a tres triunfos del récord de 33 victorias parciales que comparten los franceses Stéphane Peterhansel y Cyril Despres, pero también están las marcas en el cuerpo que le suma cada aventura. Es un abonado al sufrimiento y la segunda etapa le dejó una huella profunda, de las que animan a plantearse cómo continuar: se fracturó la falange distal del dedo gordo del pie izquierdo.
“Tropecé con una piedra que me descolocó de encima de la moto, me sacó los pies de las estriberas e impacté con una de las rocas que había sueltas. El impacto fue fuerte, apenas sentía el pie. Parecía que tenía que mirar para ver si estaba”, confesó el castellonense, cuya preocupación era que el dedo no se inflame y lograr un vendaje que lo alivie, porque con ese pie pasa los cambios. “Y si no tendré que hacer un pilotaje más fino”, apuntaba, aunque modificar el estilo era marchar contra su naturaleza.
No lo hizo nada mal, el golpe no le quitó confianza y terminó quinto. Casi una señal de que había espacio para atacar, como a él le gusta, cuando las piedras empezaran a desaparecer en el camino para darle lugar a la arena. Para moderar el dolor, su amigo Pablo Quintanilla le presta una bota un número más grande, así el vendaje no aprieta y se convierte en una molestia. Barreda fue ungido vencedor, pero luego la organización le quitó la victoria, debido a que el chileno José Ignacio Cornejo –del equipo oficial Honda- se detuvo para auxiliar a Joaquim Rodrigues (Hero), que sufrió una caída en el kilómetro 90 del especial y debió ser rescatado por el helicóptero y llevado al hospital, donde se constató una lesión en la pierna izquierda. La planilla señalaba que Cornejo estuvo 25 minutos en el punto del accidente, tiempo que le fue devuelto y así se transformó en el ganador. Pero la demora resultó de siete minutos, notificaron a Barreda del error y el piloto nacido en Torreblanca, hace 39 años, esbozó una sonrisa: por 16 segundos batió a Quintanilla, el rival que le cedió una bota.
Con pistas más favorables para la velocidad, Barreda se anota en la lista de candidatos a la victoria, esa que se esfumó en años anteriores entre caídas y problemas mecánicos. En 2019 se cayó a un precipicio de rocas cuando lideraba; en 2020 se fisuró una costilla en la previa de la carrera; en 2021, cuando se impuso Kevin Benavides –tercero ahora en la clasificación general- abandonó al quedarse sin combustible, luego de un accidente que dañó el tanque. El año pasado remontó un inició desastroso, donde perdió casi 42 minutos en la etapa 1B. Aceleró y acortó la brecha a 14 minutos, hasta que una caída le provocó la fractura de clavícula y de pelvis. No desertó, llegó a pilotar con una mano, finalizó en el quinto puesto y aumentó la leyenda de superación.
Terranova abandonó por problemas lumbares
El tercer puesto en la tercera etapa animaba a Orly Terranova (Hunter), que se entusiasmaba con mejorar el cuarto puesto que logró el año pasado, el mejor en las 17 presentaciones en el Rally Dakar. Pero el resultado deportivo quedó opacado por un fuerte golpe, a alta velocidad, cuando restaban seis kilómetros para el desenlace. “Pésimo día el de hoy. El auto es muy fuerte y no le pasó nada, pero producto del golpe mi espalda dijo basta. A los 12 kilómetros de empezado el especial comencé a sentir un fuerte dolor en la cintura. Entiendo que el impacto de ayer generó una inflamación en la lesión que arrastro en las lumbares. Sentía que podía ser un buen Dakar, pero hasta acá llegó. Así es la vida y así es el deporte”, escribió en las redes sociales el mendocino, que no quiere tomar riesgos ni sufrir en una carrera que en las primeras cuatro etapas se presentó durísima.
Doce kilómetros desanduvo Orly Terranova en la cuarta etapa, los dolores lumbares, después del impacto del día anterior terminaron con la ilusión del argentino (FRANCK FIFE/)
El especial, en la categoría autos todoterreno, fue para Sebastien Loeb (Hunter), seguido por Stéphane Peterhansel (Audi) y Carlos Sainz (Audi). La marca alemana tendrá mayor potencia a partir de la quinta etapa –ocho kilovatios, lo que se traduce en 11HP- una medida que adoptaron la FIA y ASO con el objetivo de igualar las tecnologías. La decisión generó el enojo del príncipe qatarí Nasser Al-Attiyah (Toyota), que marcha a la cabeza del clasificador general, con 18m18s de diferencia sobre el saudita Yazeed Al Rajhi (Toyota), aunque Peterhansel tiene en la mira al escolta y se ilusiona con cazar al puntero. “Qué sorpresa darle a nuestro principal rival 11CV más. Gracias por matar la carrera temprano”, lanzó el qatarí, en su cuenta de Instagram.
Stéphane Peterhansel, piloto de Audi: la marca alemana recibirá mayor potencia y la decisión provocó el estallido del líder de la clasificación general Nasser Al-Attiyah (FRANCK FIFE/)