Imaginemos un tambo donde las vacas se ordeñan un par de veces por día; imaginemos también que cada ronda demanda seis horas. Me refiero a preparar las ordeñadoras, llevar las vacas hasta el tambo y acondicionar las instalaciones. Viendo que los equipos sólo se utilizan la mitad del tiempo, un “brillante” estudiante de economía podría sugerir ordeñar más seguido las mismas vacas, para duplicar la cantidad de leche disponible para el consumo humano. No hay que ser un especialista en la materia para advertir que algo no anda en este planteo, de ahí lo de brillante entre comillas.
Para averiguar dónde reside la falla, consulté al inglés William Stanley Jevons (1835 – 1882). Como el negocio familiar había quebrado, a los 19 años, le ofrecieron un atractivo empleo en la Casa de Moneda de Sidney. Quien recibiera muchos elogios de John Maynard Keynes y Joseph Alois Schumpeter falleció ahogado, desgracia que también les ocurrió, entre otros, a Evan Frank Mottram Durbin, Yehuda Grunfeld, y Sidney Herbert Wolstenholme. Lo consulté por ser uno de los creadores del enfoque marginalista o neoclásico, ampliamente utilizado en microeconomía.
–Usted planteó una explicación del ciclo económico basada en las manchas solares…
–Los padres fundadores del análisis económico no razonaban en términos cíclicos, sino tendenciales. Eran reformadores pensando en evitar la desgracia que, según ellos, ocurriría si no se adoptaban medidas correctivas. El interés por el ciclo económico arrancó en la segunda mitad del siglo XIX, cuando se comenzó a contar con series estadísticas de tiempo.
–Su teoría no encontró fundamento empírico.
–Así es. Por una parte, Giovanni Demaría sostiene: “Luego de una larga visita al observatorio de Greenwich, aprendí que no hubo ciclos solares entre 1645 y 1715, lo cual probablemente nunca fue tenido en cuenta por Jevons”. Por otra parte, en una monografía publicada en 1934, Carlos García Mata y Félix Ira Shaffner encontraron que “sorprendentemente, no existe correlación entre el ciclo solar y la fluctuación de la producción agrícola de Estados Unidos, pero sí se verifica una fuerte correlación entre el ciclo solar y los otros índices de producción física”. Por último, Julio Hipólito Guillermo Olivera apuntaba que de la teoría de Jevons de los ciclos económicos no se deriva necesariamente que, para terminar con dichos ciclos en la Tierra, hay que eliminar primero las manchas solares.
–Entremos en la materia. Usted es considerado uno de los creadores del enfoque marginal o neoclásico…
–Junto a Carl Menger y a Marie Ésprit León Walras. Le dejo a los meticulosos historiadores del pensamiento económico que desperdicien su tiempo para descubrir quién fue primero entre nosotros tres; prefiero concentrarme en la sustancia de la cuestión.
–Lo escucho.
–David Ricardo planteó su teoría de la renta de la tierra sobre el principio de los rendimientos marginales decrecientes de factor. Ante un aumento de la demanda de alimentos, se explotan tierras menos fértiles o más alejadas de los centros de consumo, todo lo cual aumenta el precio relativo de los alimentos con respecto al resto de los precios. Para remediar el problema, Ricardo propuso que los ingleses compraran alimentos en el exterior. Como lo planteó en 1817, no pensaba en la Argentina, sino en Polonia.
–¿Y entonces?
–El marginalismo aplica el mismo enfoque, pero centrado en la demanda de bienes, no en la oferta. El primer helado me proporciona más bienestar que el segundo, ni qué decir del tercero, y es probable que el cuarto no lo quiera comer ni aunque me lo regalen.
–Eso, uno atrás del otro, porque al otro día el consumo vuelve a producir mucho bienestar.
–Obvio, pero está haciendo trampa. Porque el principio de la utilidad marginal decreciente plantea el bienestar que genera sucesivas dosis del consumo de un bien, pero dentro del mismo período. Usted acaba de pasar una fantástica semana en España, pero, cuando llega a Ezeiza, esto no le lleva a tomarse otro avión para volver de manera inmediata a la Madre Patria.
–¿A qué viene todo esto?
–Al título que usted le puso a esta conversación. Los rendimientos decrecientes aluden a lo que cabe esperar en períodos donde el recurso no se puede regenerar. El ejemplo de las vacas es evidente. También se puede aplicar al caso del petróleo, que se incluye en la categoría de “recursos no renovables”, cuando en rigor debería formar parte de la categoría “recursos renovables dentro de millones de años”.
–¿Qué tiene que ver con la Argentina 2022?
–Tomemos el caso del denominado dólar soja. En agosto último, el Poder Ejecutivo ideó un sistema para inducir a los productores y exportadores de soja y derivados a adelantar la fecha de liquidación de las operaciones de dichos productos. Digo adelantar porque obviamente que el esquema no podía aumentar la producción o disminuir la absorción interna de soja, sino alterar el momento en el cual se realizarían las operaciones.
–El esquema no produjo resultados.
–Efectivamente. ¿Qué hizo el Gobierno? Insistió, luego del reemplazo de Silvina Batakis por Sergio Tomás Massa al frente del Ministerio de Economía de la Nación. Así nació en septiembre la nueva versión del dólar soja.
–Que sí produjo resultados.
–Aumentó fuertemente la recaudación de dicho mes. También aumentó el déficit del Banco Central, quien compró dólares a precios superiores a los cuales luego los vendió. Y solo aparece en menor medida en la balanza comercial como la calcula el Indec. Lo cual hace sospechar que se trató más de la liquidación de exportaciones que de movimientos físicos de los bienes.
–¿Y entonces?
–Se acaba de lanzar la versión diciembre 2022 del dólar soja. ¿Qué cabe esperar? Algo parecido a volver a conectar las vacas recién ordeñadas a las máquinas ordeñadoras. Porque el éxito de la versión septiembre 2022 del esquema compromete el de la versión vigente durante el mes en curso. Además de lo cual el Gobierno volvió a comprometer su limitada credibilidad; porque para hacer atractiva la versión septiembre 2022, tuvo que prometer que no habría más dólares soja, pero resulta que dispuso otro. ¿Cómo hacer creíble que no puede haber un dólar soja versión febrero 2023?
–El punto que usted hace es general.
–Claramente. Déjeme darle otro ejemplo: en 2016 la Argentina dispuso un nuevo, el enésimo, blanqueo de capitales. Muy exitoso, por alguna influencia del gobierno argentino de entonces, pero sobre todo por la presión de los bancos ubicados en el exterior, en los cuales los argentinos tenían dinero no identificado. En estas condiciones, plantear un nuevo blanqueo, ¿no equivale a llevar las vacas lecheras al ordeñe antes de tiempo?
–Don William, muchas gracias.