Estrangularse a uno mismo para obtener un breve estado de euforia. En febrero del año 2008, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), la agencia nacional de salud pública de Estados Unidos, publicó un informe en el que ya alertaba sobre el llamado “juego de la asfixia“, un peligroso reto que se había popularizado por el país y que llevó a la muerte a al menos 82 jóvenes. La edad media de los fallecidos era de tan solo 13 años.
Casi 15 años después, este desafío sigue presente tras encontrar en las redes sociales un canal de propagación. Algunas informaciones señalan que al menos 20 menores habrían muerto a lo largo de los últimos 18 meses tras seguir las pautas de riesgo que vieron en sus canales de TikTok. La plataforma de vídeo ha asegurado que la autoasfixia “nunca ha sido una tendencia”. Pero, aun siendo minoritarias, estas tragedias han puesto en relieve los riesgos a los que pueden estar expuestos los más pequeños.
También conocido como ‘Blackout Challenge‘ en inglés, este peligroso reto consiste en que una persona se estrangule con el fin de privar momentáneamente al cerebro de oxígeno para provocar así la asfixia e incluso desmayarse. Para ello, lo más probable es que se recurra a algún objeto doméstico como una cuerda. El pausar el riego de oxígeno al cerebro y después reprenderlo para volver respirar causa un estado de subidón puntual, momento que es grabado. Sin embargo, tras esta macabra promesa hay un alto peligro de que se produzca la muerte o lesiones cerebrales importantes “si el estrangulamiento se prolonga”, según advirtió la CDC.
¿Qué papel deben tener las familias?
La exposición de los menores a las redes sociales preocupa desde hace años a madres y padres. Aunque es imposible poner puertas al campo que supone internet, las expertas les aconsejan acompañar a sus hijos durante esa experiencia. “Las familias deben supervisar lo que ven, limitar contenidos que pueden influir negativamente como aquellos con contenido violento, racista, machista o cosificador. Pero, sobre todo, es importante que pongan horarios y tiempo limitado a su uso y que acompañen a las niñas y niños cuando vean los videos y les ayuden a desarrollar un cierto pensamiento crítico, no abandonarlos ante la pantalla, que se hagan preguntas sobre lo que están viendo”, señala Maria Bilbao, psicóloga y psicoterapeuta especializada en infancia y crianza.
“Es importante que las familias limiten el uso de TikTok, que acompañen a sus hijos al ver los videos y les ayuden a desarrollar un pensamiento crítico, no abandonarlos ante la pantalla”
Para la psicóloga de familia Agnès Brossa, el desarrollo de una mirada madura y crítica no debe quedar limitado a los menores. “Se deberían hacer campañas de mayor educación en las escuelas de la misma manera que se hacen en los hospitales para dar pautas sobre como alimentar a los bebés”, señala, al tiempo que apunta a la necesidad de que las familias tengan una mayor cultura compartida sobre cómo acompañar a sus hijos y vigilar qué hacen cuando están conectados. “Si la mayoría de los padres actuase así, sería más fácil para los niños”, asegura.
Infancia y soledad
Esta experta explica que la base de la adicción de los menores a las pantallas está en que “se sienten muy solos”. La falta de comunicación dentro de las familias o los elevados horarios laborales de los padres pueden llevar a que el móvil sea el único refugio de los pequeños. “El aparato ha llegado antes que las instrucciones”, lamenta. Aun así, Brossa advierte de que incluso, entre los que supervisan la actividad en línea de sus hijos, “al cabo de un año el control parental se va al garete”, según su experiencia. Hay que ser constante, recalca.
Además, la plataforma de vídeo propiedad de la compañía china ByteDance ha realizado algunas mejoras para proteger a los menores. Una de ellas es dar más poder de control a las familias. Así, los padres pueden enlazar su cuenta de TikTok a las de sus hijos para así gestionar el tiempo de exposición a la pantalla, limitar ciertos contenidos, restringir los mensajes o hacer que su perfil sea más privado. Esas opciones, sin embargo, pasan siempre por seguir usando la ‘app’.