A dos meses de su lanzamiento formal y en medio de una polémica por los controles a cargo del sindicato de los camioneros, el futuro del programa Precios Justos aparece amenazado por varios frentes de tormenta. El incremento de la brecha entre los supermercados y el resto de los comercios, los problemas en el abastecimiento, la falta de dólares y hasta la sequía son algunos de los factores que ponen en duda la capacidad que podrá tener el programa que implementaron el ministro Sergio Massa y su secretario de Comercio Matías Tombolini para lograr contener la inflación en los productos de la canasta básica.
El plan Precios Justos fue presentado formalmente el 12 de noviembre en el CCK y, a grandes rasgos, incluía dos medidas, conocidas en el sector como el “4×4″. Por un lado, las empresas fabricantes, los supermercados y el Gobierno acordaron congelar por un período de cuatro meses una canasta de más de 1900 artículos de primera necesidad: alimentos, bebidas, tocador y limpieza. Y, por otro, las partes aceptaron que para el resto de los productos que fabrican el aumento tope autorizado por mes nunca podría superar el 4%. Incluso, en reuniones que se realizaron en los últimos días, funcionarios del equipo de Tombolini le adelantaron a las empresas que el tope para los aumentos mensuales podría bajar un punto, hasta pasar al 3%.
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A cambio de aceptar este congelamiento parcial y ponerle un tope a las subas mensuales, las empresas fabricantes obtuvieron del Gobierno la promesa de que iban a poder acceder al dólar oficial sin ningún tipo de trabas para importar insumos y productos terminados.
Desde su lanzamiento en el Gobierno se jactan de haber logrado una desaceleración de la inflación en los alimentos que, de hecho, en los últimos dos meses se ubicó un escalón por debajo del índice general. Sin embargo, cuando se consulta a las empresas, los resultados no aparecen tan claros y son varias las voces que alertan sobre las dificultades que se presentan para asegurar la continuidad del programa durante las próximas semanas.
Clásico argentino
Como ya es habitual en los controles de precios, el problema no pasa tanto por los aumentos que intentan filtrar las empresas fabricantes en los artículos que en teoría están congelados sino por las dificultades para asegurar el abastecimiento.
“Las empresas fueron bajando los niveles de entrega desde que se anunció el programa y en los productos a precios congelados hoy en promedio te envían entre 55% y 60% del volumen que le pedís”, explicaron en una cadena de supermercados.
La contracara de los productos que no llegan a los grandes supermercados es el abastecimiento asegurado que tienen el resto de los canales (mayoristas, autoservicios chinos, almacenes, negocios de barrio). En teoría estos comercios también tendrían que estar participando del plan Precios Justos (al menos es lo que se anunció en el CCK cuando se presentó el programa), pero en los hechos los controles para verificar el cumplimiento solo rigen para los supermercados líderes (el llamado grupo de los seis: Carrefour, Coto, Changomás, Día, La Anónima y el grupo Cencosud, que incluye a Jumbo, Disco y VEA).
Los supermercados aseguran que las empresas proveedoras fueron bajando los niveles de entrega desde que se anunció el programa y en los productos a precios congelados hoy el abastecimiento ronda entre 55 y 60% (Ministerio de economía/)
“Los aumentos de costos que no se pueden trasladar a los grandes supermercados terminan siendo canalizados a través del canal tradicional”, se sinceró a LA NACION el director de una empresa líder de alimentos.
En otra compañía del rubro destacaron que los supermercados están haciendo pedidos de mercaderías más grandes de manera de cubrirse ante un eventual faltante y señalaron que el actual esquema difícilmente se puede sostener en el tiempo. “Nuestros costos se están moviendo muy por encima del 4% mensual. Y, en el caso de la canasta de Precios Justos, tenemos productos en los que estamos con un precio de venta al público congelado que está un 40% por debajo del costo”, explicaron.
La primera consecuencia de este tipo de políticas es el menor abastecimiento de los productos de Precios Justos en las góndolas de los supermercados. Y la segunda es el incremento en la brecha de precios que separa a las grandes cadenas del resto de los comercios. Históricamente, los supermercados son más baratos que los autoservicios chinos o los almacenes, pero ahora la diferencia se agrandó y, de acuerdo a los datos de la consultora Scentia, hoy la brecha se ubica por encima de los 20 puntos.
Los precios más altos en los almacenes y autoservicios chinos a su vez terminan provocando un efecto cascada. Los consumidores se vuelcan cada vez más a comprar en las grandes superficies (esto complica a su vez más aún el abastecimiento), mientras que los comercios más chicos, al perder volumen de ventas, tienen menos margen para realizar ofertas y así se termina agrandando la brecha.
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Acceso restringido
Desde las empresas fabricantes a su vez ven con preocupación la capacidad que puede tener el Gobierno para permitir su acceso a los dólares al tipo de cambio oficial para importar insumos y productos terminados, que fue la gran zanahoria que les dio Massa para sumarse al plan Precios Justos.
“Más allá del anuncio oficial, todos los días tenés que estar rogando para que te aprueben las SIRA. Incluso muchas veces tenemos que intervenir ante un funcionario por nuestros proveedores que también necesitan un insumo. Y la autorización en la mayoría de los casos no es el momento y sale a 60 o 90 días”, explican en una alimentaria.
A todos estos factores se sumó la sequía, que tiene un doble impacto en el programa anti-inflacionario oficial. Por un lado, pone más presión a las reservas del Banco Central por la caída que se espera en las exportaciones, lo cual podría derivar en más restricciones para las empresas a la hora de acceder al dólar oficial. Y, por otro, la gran incógnita es qué puede pasar con los precios de los productos farináceos -desde harinas y pastas hasta galletitas y panificados-, a partir de la fuerte caída que se espera en la oferta de trigo debido a la mala cosecha. “Con lo que se viene hay que olvidarse del tope de 4% mensual para nuestros productos. Es imposible de mantener”, explicaron en una empresa del rubro.