¿Por qué los planetas son redondos?

Los 7 planetas del Sistema Solar, sumados a la Tierra, presentan grandes diferencias entre ellos: rotan a velocidades distintas, sus tamaños varían e incluso su aspecto es tan distinto que pueden ser fácilmente reconocibles en una fotografía.

Sin embargo, hay algo que es común a todos ellos: la forma esférica.

Y es que, aunque la esfericidad no sea la misma en todos, lo que está claro es que ninguno es cuadrado, piramidal o hexagonal. Pero, ¿por qué comparten todos la misma forma? La respuesta a este enigma, según los científicos, está en la propia creación del sistema solar combinada con el efecto de la fuerza de gravedad.

Los inicios del Sistema Solar

Hace 4.600 millones de años, el Sistema Solar no adoptaba la forma que tiene a día de hoy. En lugar del astro central rodeado de planetas, lo componía una enorme nube de polvo y gas en equilibrio que ocupaba todo el espacio. Sin embargo, en algún momento, ese equilibrio se rompió. 

Los expertos afirman que este cambio repentino se pudo deber a un colapso de la nube, aunque no encuentran una explicación precisa a qué lo pudo ocasionar. Algunas hipótesis hablan del paso violento de una estrella que atravesó la nube, y otras, de la llegada de ondas de choque originadas en la explosión de una supernova. La conclusión, sea cual sea la explicación, fue la desestabilización de la nube. 

En este momento, la materia en suspensión, que antes estaba repartida de forma uniforme, quedó congregada en ciertas áreas de la nube, dando lugar a zonas de mayor densidad. Estas áreas densas comenzaron a atraer hacia sí a más materia, creando cuerpos rocosos más grandes.

Así, la mayor parte de la materia y el gas quedó congregado en una gran bola central, que daría lugar al Sol, mientras que los cúmulos más pequeños quedarían gravitatoriamente atados a ese centro y pasarían a alinearse para orbitar a su alrededor dando lugar a lo que se conoce como disco protoplanetario.

La armonía de la esfera

Pero, ¿por qué la forma de esfera? Hay que tener en cuenta que esos cúmulos rocosos constituyen realmente un centro gravitatorio que tratará de atraer a su alrededor a todo lo posible. Por lo tanto, la única distribución que permite que toda la materia se sitúe lo más cerca posible del centro de gravedad es la esférica, y será justamente la que adoptarán estos cuerpos celestes.

El proceso por el cual toda la materia que va atrayendo se sitúa de esta forma cercana al centro, se conoce como ajuste isostático, y es fundamental en la formación de los planetas. De hecho, a medida que estos cúmulos rocosos aumentan su tamaño,  la atracción que hacen sobre otra materia es mayor, y los choques con la misma son más fuertes, lo cual genera más energía en forma de calor. Esto provoca que la materia sea más fácilmente moldeable y adopte de manera aún más sencilla la forma esférica.

No todos los planetas son igual de esféricos

Aunque es verdad que todos los planetas del Sistema Solar comparten la forma esférica, cada uno presenta características únicas: son diferentes entre ellos. Y es que, a pesar de que todos ellos se formaron mediante el procedimiento de acumulación de material y ajuste isostático, el proceso varió de unos a otros.

Por ejemplo, como fue el Sol el punto que atrajo más cúmulos de materia y gas, los planetas interiores tardaron mucho más en formarse, debido a la falta de material, y adquirieron un tamaño mucho más pequeño. Así, los exteriores salieron beneficiados, y atrajeron cúmulos de polvo, que existían en abundancia, de forma mucho más rápida y adquiriendo un tamaño mayor que el resto.

Además, hay que tener en cuenta que ninguno de ellos es perfectamente esférico. Esto es debido a que todos los planetas rotan sobre sí mismos, de forma que esa fuerza de rotación contrarresta a la de gravedad, haciendo que se achaten ligeramente. Y ni siquiera se deforman de la misma forma, pues su velocidad de rotación es diferente. Un claro ejemplo es Júpiter: este gigante es 1300 veces mayor que la Tierra, pero tarda tan solo 10 horas en dar una vuelta sobre sí mismo, lo que provoca que presente una alta deformación.

 

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