Pongamos que vuelve Messi

El posible regreso de Messi hará correr ríos de tinta y ocupará miles de horas en las miles de tertulias radiofónicas y televisivas que en este país hay. Y no les digo nada de los millones de twits, tics, tacs y tocs de las redes sociales.

Estamos ante una operación histórica que reúne todos los ingredientes para convertirse en culebrón mundial. El mejor futbolista de la historia, el club al que llegó con trece años y del que salió por la puerta falsa a los 34, la afición que todavía está de luto, el presidente que necesita lavar su conciencia, la ciudad que Leo y su familia añoran… Toda una historia de emociones y pasiones que están por encima de la realidad futbolística, que no es otra que un Barça que ha conseguido reconstruirse sin el crack y hacerse fuerte en el poder del equipo, y un futbolista que no volverá a ser el de antes pero que, sin duda, aportaría más talento a la causa.

Como ven, no es fácil decidir. Y con el aluvión de emociones que entran en juego, todavía es más difícil atender a las razones. En cualquier caso, pongamos que vuelve Messi, que es mucho suponer, pues más allá del deseo hay una realidad económica que da miedo, con 200 millones de masa salarial por rebajar, unas normas durísimas de la Liga por surfear, un Espai Barça por construir y una deuda brutal por devolver. Pero pongamos que Laporta consigue el milagro y logra poner a Messi a las órdenes de Xavi. Aquí viene lo más interesante. ¿Dónde va a jugar? Xavi lo tiene claro, de centrocampista.

Pero, ¿en lugar de quién? Pedri y Gavi son intocables, así que Busquets, si renueva, y De Jong tendrían que dejar sitio. Hay otra variante, en mi opinión, la clave de bóveda de la cuestión: que el propio Messi acepte que esto ya no va a ser Messi y diez más como siempre ha sido. Él también ha de entrar en las rotaciones, entender que al talento habrá que sumar esfuerzo y que habrá cinco titularísimos y solo podrán jugar cuatro. Y a todo ello, olvídense de fichar a otro figurón para el centro del campo. Esta ha de ser la condición sine qua non. Xavi lo sabe, pero Xavi también está seguro de convencer a Leo de que su rol ya no sería el de antes.

 

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