Palestinos de Gaza arriesgan morir en el mar con tal de llegar a Europa

Younis al-Shaer salió de Gaza con el sueño de una vida mejor en Europa, pero terminó regresando al enclave palestino en un ataúd.

El hombre de 21 años era uno de los tantos palestinos de Gaza que en aras de llegar a Europa arriesgan su vida en una peligrosa travesía del mar Mediterráneo.

Se ahogó junto a otros siete habitantes de Gaza cuyos cuerpos fueron retornados en diciembre, sumándose a las casi 2.000 personas registradas por el Alto Comisionado de la ONU para Refugiados (ACNUR) como muertas o desaparecidas en 2022 en el Mediterráneo.

Para su madre, Samira al-Shaer, la muerte del joven fue como un “terremoto”.

“Yo sabía del riesgo de emigrar, pero en algún punto desistí porque él insistía en irse. Cada día aguardé noticias de su muerte”,  contó Samira al-Shaer a la AFP en su casa en Rafah, en el sur de Gaza.

Dijo que fueron la “falta de trabajo y la pobreza los que empujaron a Younis a irse”, mientras besaba una foto del difunto hijo.

Hasta dos tercios de los 2,3 millones de habitantes de la Franja de Gaza viven en la pobreza, según cifras de la Oficina Central de Estadísticas Palestina.

Shaer estudió contabilidad dos años antes de partir junto a un grupo de familiares.

Gaza enfrenta un bloqueo israelí desde que el grupo militante Hamás tomó el poder en 2007, por lo que sus residentes no pueden salir por aire o mar.

En febrero, Shaer salió por tierra a Egipto antes de continuar a Libia, un punto de cruce de indocumentados por el Mediterráneo.

Esperaba llegar a Bélgica y en la ruta llamaba a su madre.

“Me dijo: ‘No se preocupe, Dios mediante llegaremos'”, recordó la madre. Otros familiares sí completaron la travesía.

– “Cruel y humillante” –

Su hermano Mohamed al-Shaer, de 34 años, relató a AFP que al llegar a Libia les robaron el dinero y sus pertenencias. Debieron dormir en sitios “inadecuados incluso para animales”.

El grupo fue detenido por una de las bandas de traficantes de personas en Libia, que a menudo secuestran a los migrantes para exigir rescate.

El hermano dijo que el grupo obligó a la familia a pagar 1.500 dólares.

Por separado, pagaron para cruzar el Mediterráneo, pero fueron engañados y “no había bote ni abrigo ni comida”, contó Shaer.

“Fue un viaje cruel y humillante… Todo fue solo tortura y humillación”, agregó.

En octubre lograron tomar una barcaza de hule, pero enfrentaron problemas y no pudieron llegar al litoral italiano.

El cuerpo de Younis al-Shaer y los de otros siete palestinos fueron rescatados cerca de la costa de Túnez.

– “Me mintieron” –

Otros migrantes que huyen de la violencia en el Norte de África, Siria y África Subsahariana hacen el mismo trayecto hasta Libia para intentar llegar a Europa por mar.

El número de personas que intentan el viaje por el Mediterráneo ha crecido los últimos tres años, según ACNUR, alcanzando más de 146.000 en 2022.

Samir Zaqout, subdirector del Centro Al-Mezan de Derechos Humanos, con sede en Gaza, “el desempleo, la pobreza y la frustración son los principales impulsores de la migración de jóvenes desde Gaza”.

No hay cifras de cuántas personas han huido en los últimos años del enclave comandado por Hamás, una organización designada como “terrorista” por Estados Unidos, la Unión Europea e Israel.

Según Masarat, un centro de investigación en Gaza, unas 36.000 personas han emigrado de la franja en los últimos cinco años.

La travesía suele costar sumas elevadas. Shaer calcula que el viaje de su hermano costó 9.000 dólares, de los cuales dos tercios fueron a manos de traficantes.

La familia pasó 20 días sin saber de él hasta que el hermano contactó a los traficantes por Facebook.

“Me dijeron que todo estaba bien… pero me mintieron”, afirmó.

Desesperado, Shaer recurrió a unos activistas tunecinos para que le ayudaran a buscar a Younis y otros palestinos.

“Encontraron su pasaporte envuelto en nailon entre unos cuerpos arrastrados por el mar a la costa”, lamentó Shaer.

Los sueños de Younis le costaron la vida, dice su familia.

“Younis solo quería asegurar su futuro. Soñaba con ser él mismo, tener una casa y una motocicleta y abrir un negocio del cual pudiera vivir”, recordó su hermano.

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