Otro Mundial, ahora en 2023: ¿será el año de los Pumas?

Cambia el calendario, la fiebre mundialista sigue. El 2022 quedará para siempre grabado a hierro caliente en la memoria colectiva del deporte argentino. El infierno qatarí forzó a que le quedaran pocos días al almanaque para apreciarlo como corresponde. Al dar vuelta la hoja aparece otro desafío de carácter global para la celeste y blanca: el Mundial de Rugby Francia 2023.

Por audiencia global, asistencia a los estadios, flujo turístico y los millones de dólares que circulan en derredor, en medio siglo el Mundial de Rugby se ha convertido en la tercera competencia deportiva más grande del planeta, detrás del Mundial FIFA y los Juegos Olímpicos. Será entonces el suceso más preciado de este nuevo año, y el seleccionado argentino estará ahí dando pelea. Los Pumas llegan sin la chapa de la Scaloneta, pero con idéntica confianza en que el desenlace sea similar.

Los Pumas, ante una oportunidad de volver a destacarse en Francia

En una designación teñida por la sombra de la corrupción, Francia se ganó los derechos a organizar el Mundial en soledad por primera vez en su historia. Aunque se reservó los derechos de autor en 2007, una copa que les trae los mejores recuerdos a los argentinos, cedió parte de la localía a Gales y Escocia (seis partidos). Además fue coorganizador del Mundial de 1991 (junto con las naciones de las Islas Británicas) y metió cinco estadios en Gales 99. Es decir que habrá sido local en cuatro de los 10 mundiales. Así y todo, pese a haber estado seis veces en semifinales, nunca pudo llegar a lo más alto.

Los Pumas desembarcarán en el Mundial con varias razones para creer en que pueden llegar lejos. Primero, tendrán el impulso de Qatar todavía corriendo por sus venas. Segundo, Francia es un país que les sienta bien a partir del antecedente del tercer puesto en 2007, su mejor actuación histórica. El objetivo de mínima es superar la primera etapa, accesible pero laboriosa. Sortear los cuartos de final será complicado pero está dentro de los parámetros de lo posible, máxime considerando los probables cruces. Una vez inmiscuidos entre los cuatro mejores, cualquier cosa puede pasar.

El recuerdo de un triunfo memorable: victoria de los Pumas en Christchurch, sobre los All Blacks, en agosto pasado (Getty Images /)

La factibilidad de esta presunción descansa en componentes mucho tangibles que los mencionados en el párrafo anterior, aunque la realidad también indica que, a ocho meses y monedas del 8 de septiembre y con sólo cuatro partidos por delante, las aspiraciones de los argentinos descansan en estado latente. Se trata de un equipo con talento individual de primer nivel mundial, con un entrenador con holgada experiencia en estas lides y con demostrada capacidad de ganarle a los mejores. Del otro lado, no deja de ser un equipo en construcción, inestable, capaz de alcanzar picos muy altos una semana y tocar fondo a la siguiente.

La llegada del entrenador australiano Michael Cheika el año pasado enderezó el rumbo del equipo, conflictuado en el ciclo anterior. Sin embargo, el ascenso inicial encontró coto en los últimos dos partidos de 2022, que encendieron algunas alarmas. En las derrotas ante Gales y Escocia quedó en evidencia que la Argentina todavía está lejos de ser una potencia. La mayoría de sus jugadores actúan en los principales clubes de Francia e Inglaterra, las ligas más fuertes del mundo.

El entrenador de Los Pumas, Michael Cheika (PABLO GASPARINI/)

Jugadores como Marcos Kremer, Julián Montoya, Santiago Carreras, Juan Imhoff, Emiliano Boffelli y Guido Petti Pagadizábal son figuras en los protagonistas de Europa. Mientras los Pumas crecen a pasos lentos, pueden conformarse con dar un golpe de tanto en tanto. No es poco, menos si logran conjugarlos en el transcurso de 51 días, los que van del 8 de septiembre al 28 de octubre.

Como ocurre desde 1999, participarán 20 equipos que se dividirán en cuatro zonas de cinco. Los dos primeros de cada una se clasificarán a cuartos de final. Habrá nueve sedes, de las cuales el Stade de France de París es la más grande (capacidad para 80.023 espectadores) y albergará 10 de los 48 partidos, entre ellos el inaugural entre el local y los All Blacks, dos de cuartos de final, las semifinales, el partido por el tercer puesto y la final. Se espera que la asistencia a los estadios supere la anterior marca de 2.600.741 establecida en Inglaterra 2015.

Una escena del duelo que el seleccionado argentino jugó ante Inglaterra en noviembre pasado, en Twickenham (ADRIAN DENNIS/)

Los Pumas se clasificaron directamente al Mundial luego de haber finalizado entre los 12 mejores de Japón 2019. El sorteo de grupos realizado en diciembre de 2020 los favoreció con un camino accesible. Pese a no estar entre los ocho mejores preclasificados, les tocó en suerte Japón, además del gigante Inglaterra. Más tarde se sumaron Samoa y Chile. El estreno será el sábado 9 de septiembre ante los ingleses en Marsella, el segundo estadio más grande del certamen. Un rival superior, pero no imposible: ya lo vencieron a domicilio en noviembre pasado. El segundo encuentro será ¡13 días más tarde! ante Samoa (en Saint Etienne), un equipo duro pero que no atraviesa un buen momento. Chile, en su primera aparición mundialista, no debería representar inconveniente alguno. Ese duelo está marcado para el sábado 30, en Nantes, a 75km de La Baule-Escoublac, Pays de la Loire, donde se instalará el búnker argentino. El cierre será ante los japoneses, presumiblemente con el pase a cuartos de final en juego independientemente de cómo haya salido el duelo ante Inglaterra. Será el domingo 8 de octubre en la misma cancha. Los Pumas son favoritos, pero Japón ha crecido ostensiblemente en los últimos ocho años (victoria ante Sudáfrica en 2015 y ante Irlanda y Escocia en 2019), por lo que el margen de error será estrecho.

Salir primero del Grupo D garantiza un día más de descanso y un cruce más accesible en cuartos de final. Sea primero o segundo, los Pumas volverán a jugar en Marsella y el rival saldrá del Grupo C, que integran Australia, Gales, Fiji, Georgia y Portugal (en orden de favoritismo). Un trámite no va a ser, pero difícilmente exista un escenario más propicio para meterse entre los cuatro mejores. Los cuatro principales candidatos hoy por hoy (Francia, Nueva Zelanda, Irlanda y Sudáfrica) se eliminarán entre sí en cuartos.

Nicolás Sánchez es atendido durante el partido entre Los Pumas y All Blacks en Australia; el apertura sufrió varias lesiones que complicaron su participación en el seleccionado (Matt Roberts/)

Para llegar a esa instancia, los Pumas deben sortear varios obstáculos antes del debut en el Stade Vélodrome. Cheika solidificó la defensa, mejoró el scrum y le dio otro vuelo al ataque. Todo fundamentado en una inyección de confianza. Pero en varios partidos les costó sostener la concentración por 80 minutos y cayeron en la indisciplina, que derivó en derrotas. Así y todo, el saldo 2022 dio positivo. La incógnita pasa por saber si alcanzará con los cuatro partidos que hay de preparación: el 8 de julio ante Nueva Zelanda como locales, el 15 ante Australia como visitantes y un duelo de ida y vuelta ante Sudáfrica (29 de julio y 5 de agosto). Los tres primeros serán válidos por el Rugby Championship 2023, con formato reducido. No se descarta sumar algún amistoso más en el Viejo Continente antes del estreno mundialista.

Aunque desde el Mundial de Japón surgieron jugadores jóvenes con potencial, otra contra de los Pumas es la de tener un plantel corto, sin recambio en algunas posiciones, como pilares, segundas líneas y centros. Habrá que implorar porque no se lesionen los titulares. Además, Cheika tiene pendiente encontrar el apertura, un puesto clave. Santiago Carreras fue afianzándose en la posición, pero en los últimos dos partidos demostró que todavía le falta, sobre todo en materia de conducción. El regreso a la acción de Nicolás Sánchez en su nuevo club Brive resulta auspicioso en ese sentido y ofrece una alternativa valiosa.

En definitiva, los Pumas son un equipo al que le queda poco tiempo para resolver varias cuestiones pero con potencial de meterse en la conversación. Después de cuartos de final, cualquier cosa puede pasar.

 

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