Orfandad en el kirchnerismo y presión sobre Fernández y Massa: primeros efectos de la autoexclusión de Cristina

“Esto es el 2015. Ella ve venir una derrota, entonces no se corre del armado pero no se presenta en la boleta, porque no quiere ser parte del resultado”. El análisis de un intendente del conurbano tras el renunciamiento de Cristina Kirchner a las candidaturas de 2023 es una de las tantas cavilaciones que se escucharon esta semana. El peronismo está totalmente descolocado por el cambio de escenario. Aunque muchos apuestan a definir la oferta electoral nacional recién después del verano, ya hay referentes del kirchnerismo que sienten la orfandad política, en algunos casos porque necesitaban el nombre de la vice como “anabólico” en la boleta.

En esa tropa entran desde concejales e intendentes hasta el propio gobernador, Axel Kicillof, que es uno de los pocos protagonistas del Frente de Todos que ya camina con un plan de reelección. La baja de Cristina le agrega dramatismo a unos comicios que se vislumbran muy difíciles para el oficialismo, tanto en el tramo provincial como nacional. Y abre fuertes interrogantes sobre el reacomodamiento de las piezas. Se abrió un juego nuevo.

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“No quisiera estar en la cabeza de Axel ahora ¿Y si ella, como efecto sorpresa, lo manda a la boleta nacional?”, se preguntó esta semana un intendente. En La Plata aseguran que “nunca hubo un planteo” de Cristina para que Kicillof vaya de candidato a presidente. “No es la línea que ella viene trabajando con Axel. Lo que está planteado con Cristina es que él va por la reelección”, dijeron cerca del mandatario provincial.

El otro efecto colateral de la decisión de Cristina Kirchner es que subió la presión hacia Alberto Fernández para que abra el diálogo político con su vice. “Le venimos pidiendo al Presidente que se siente con ella y vamos a insistir ahora. Es este el momento, indefectiblemente”, dijo a LA NACION un referente de la provincia de Buenos Aires con buena llegada a Olivos. El Presidente organizó, junto al chileno Marco Enríquez Ominami, un encuentro internacional en el CCK para hablar del lawfare en solidaridad con la vicepresidenta, pero todavía no rompe el hielo con los asuntos electorales.

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La Casa Rosada, por lo pronto, cambió el cassette. Hace un mes, defendían con fiereza el derecho de Fernández a buscar su reelección en una PASO y apuntaban al techo electoral del kirchnerismo. Eran días de fuerte efervescencia interna, con críticas ácidas de La Cámpora contra el primer mandatario. Pero esta semana, Fernández y sus laderos comenzaron a transmitir que lo principal para el Presidente es que gane el peronismo. “Su prioridad no es ser candidato sino mantener unido al Frente de Todos y fortalecer el espacio”, dijo un funcionario del círculo chico presidencial. Otro hombre del Presidente apuntó: “Más que ser candidato, Alberto quiere que gane el PJ. Sí cree que el dedazo de Cristina en 2019 fue un limitante para gobernar”.

Fernández, sin embargo, no suelta del todo su ambición por ir por otro mandato. Le dijo al Financial Times que no está pensando en su reelección, pero abrió la posibilidad a seguir gobernando más allá de 2023.

Por lo pronto, Fernández no quiere que lo apuren a discutir el ajedrez electoral. “Que le pidan al Presidente una mesa política por los diarios no es la manera. Por otro lado, la cuestión electoral se tiene que ordenar más adelante. Y es una discusión que tiene que empezar y terminar en Alberto y Cristina”.

Variables

Un integrante de la mesa política bonaerense -que el Frente de Todos resucitó varios lunes atrás- advirtió: “El kirchnerismo le puso un ojo a Sergio (Massa) y por ahora pide bancarlo. Ahora falta que él muestre resultados. Falta ver si acomoda la economía para marzo o abril”. En su hipótesis, el kirchnerismo buscaría retener la provincia y en cambio apostaría a un impuro -Massa- para dar la pelea nacional.

Sergio Massa durante los anuncios por la liquidación de dólares del agro (Santiago Filipuzzi/)

Un intendente del conurbano coincidió: “Acá hay que seguir mirándolo a Massa. A alguien como Wado (De Pedro) le puede servir presentarse y perder, pero al kirchnerismo no”. Sin certeza del lugar que le asignará su jefa política, el ministro del Interior sigue monitoreando su nivel de conocimiento en las encuestas.

La dirigencia kirchnerista, en tanto, comenzó a acatar las instrucciones políticas que la vicepresidenta bajó la noche de su condena -en un asado en Punta Lara- vinculadas a contraatacar al Poder Judicial, instalar la narrativa de la proscripción y reforzar la gestión en los organismos comandados por la tropa propia.

“En el kirchnerismo nos acostumbramos a que siempre iban adelante Néstor y Cristina. Ahora nos tenemos que hacer cargo nosotros”, dijo a LA NACION un funcionario que cenó con la vicepresidenta el día de la condena de Vialidad. Y acotó: “Falta mucho y lo único que tenemos que hacer es trabajar y trabajar. El que quiera ser candidato tiene que trabajar para serlo”.

La tropa cristinista, no obstante, advierte que el renunciamiento de Cristina a las candidaturas no implica resignar el armado político. “Ella no dijo que no iba a hacer campaña o que no se iba a comprometer en el armado electoral. No renunció a un proyecto de país”, insistieron en La Plata.

Toda la dirigencia política que quiera subirse a la campaña, no obstante, deberá hacer una pausa. Un ministro apuntó al efecto “vergüenza” que provocó Cristina Kirchner con su renunciamiento. “Si hoy Alberto o cualquiera habla de candidaturas queda muy mal. Recién en unos días va a volver la rosca”, dijo.

La decisión de Cristina Kirchner tiene, como un ruido de fondo, los números que muestran las encuestas que se leen en el oficialismo. Un monitoreo semanal de 15.000 casos nacionales que llega a la cúpula del oficialismo muestra que hoy el Frente de Todos está atrás pero cerca de Juntos por el Cambio, ambas fuerzas por debajo de los 30 puntos. El panorama se explica porque Javier Milei supera los 15 puntos y hay un alto nivel de indecisos. Los más optimistas se ilusionan con un escenario de ballotage. Pero otros advierten que es una lectura inocente, por el voto útil que se generará post PASO, beneficioso para la oposición. Un importante dirigente del PJ bonaerense se sinceró: “La elección nacional está muy difícil y la bonaerense está en riesgo. Será difícil bajar la inflación y si la bajamos un poco va a ser difícil venderlo como un logro”.

 

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