La industria discográfica estadounidense de las décadas de 1950 y 1960 fue fértil en personalidades fuertes, por decirlo de una manera suave: Ahmet Ertegün (Atlantic), los hermanos Chess (Chess), los hermanos Bihari (Modern), Berry Gordy (Motown), Phil Spector (Philles), Sydney Nathan (King)… La ambición, la falta de escrúpulos y la visión hicieron de ellos personajes mitológicos. A menudo les espoleaban orígenes humildes. Nada que ver tuvo Jim Stewart con esta galería de machos alfa, ni humana ni socialmente. Sin embargo, a su criatura, Stax Records, no le hace sombra ninguna de las citadas marcas discográficas. Antes al contrario. No falta quien sitúa Stax por encima de Motown y Atlantic, y se puede defender esta preferencia llegado el estéril debate. Stewart falleció este lunes a los 92 años.
“Apenas vi a un negro hasta que fui adulto -le cuenta Stewart a Peter Guralnick en ‘Sweet soul music’, biblia del género-. No sabía cuando empecé que existía algo como Atlantic Records. No sabía que existían Chess Records o Imperial. No tenía el deseo de iniciar Stax, no tenía el sueño de nada así. Solo quería música. Cualquier forma de estar involucrado en música, de una manera o de otra”. Quizá debido a la vaguedad de las aspiraciones de Stewart se convirtió Stax en un lugar donde ocurrieron cosas fabulosas. Para empezar allí se mezclaron de manera natural música negra y música blanca, no en balde allí se mezclaron de manera natural músicos negros y músicos blancos. Cuando Memphis todavía era una ciudad racialmente segregada, ya no legalmente pero sí de facto.
Oficinista bancario
Stewart (Middleton, Tennessee, 1930), oficinista bancario y violinista aficionado en formaciones de country, creó la discográfica Satellite en 1957 para grabar a artistas de country y rockabilly. Su hermana Estelle Axton (fallecida en 2004) se embarcó en la aventura contratando una segunda hipoteca sobre su casa para comprar una grabadora Ampex 300. Pronto adquirieron como cuartel general el antiguo cine Capitol, en un vecindario de Memphis que estaba pasando de blanco a negro, y nació Stax. De Stewart y Axton.
El veterano ‘dj’ radiofónico local, y lo que hiciera falta, Rufus Thomas se dejó caer por el nuevo estudio para grabar con su hija Carla el sencillo ‘Cause I love you’ en 1960. La canción fue un pequeño éxito y Stax firmó un envenenado contrato de distribución nacional con la poderosa Atlantic.
La banda de la casa quedó constituida por Booker T. Jones (teclista), Steve Crooper (guitarrista), Donald ‘Duck’ Dunn (bajista) y Al Jackson (batería), esto es, Booker T. & the M. G.’s, estrellas por derecho propio con sus discos instrumentales. Dos negros y dos blancos. Aunque parezca mentira, eran jóvenes de cercanías que aprovechaban la política de ‘laissez faire’ de Stax. El formidable y austero grupo, junto con la grave acústica del estudio, derivada de convertir con cuatro chavos un cine en un estudio de grabación, o eso quiere la leyenda, acuñaron el sonido Stax. Sobre el que cantaron Ollie & the Nightingales, Wilson Pickett, Eddie Floyd, Sam & Dave, Isaac Hayes, The Staple Singers y, tachín tachán, Otis Redding. Frente al sonido de la América joven de Motown, en Detroit, Stax fue cuna y cima del arrebatado soul sureño.
Motines, ruptura y bancarrota
Los motines que siguieron al asesinato de Martin Luther King en el cercano Lorraine Motel, en abril de 1968, dejaron intacta la sede de Stax. Otro tanto sucedió en Detroit con la barbería donde George Clinton pulía The Parliaments, germen de Parliament y Funkadelic.
La muerte de Redding, la estrella sin límites de Stax, en accidente de aviación en diciembre de 1967 se encabalgó con la ruptura con Atlantic, que ya había descubierto en el estudio Fame de Rick Hall en Muscle Shoals, Alabama, una nueva fuente de autenticidad soul. La letra pequeña del contrato entre Stax y Atlantic se reveló muy perjudicial para la primera.
El festival Wattstax, celebrado en agosto de 1972 en Los Ángeles, fue el canto del cisne de Stax, que fue declarada en bancarrota en 1975. Stewart ingresó en el Rock and Roll Hall of Fame en 2002. No asistió a la ceremonia y fue su hija mayor la encargada de aceptar el nombramiento.