Mitos de la ciudad: el extraño caso del colectivo “conducido por el diablo” que circula por las calles de Parque Chas

Se hacía de noche y los pasajeros confirmaron lo que temían: el chofer llevaba un rato dando vueltas por las angostas calles circulares. Se preguntaban perplejos por qué nunca llegaban a cruzar la calle Pampa hacia la estación de tren de Villa Urquiza. Ese fue el primero de los internos de la línea 187 de colectivos en registrarse perdido. Cuenta la leyenda que, de a una, todas las unidades de la empresa se extraviaron. Salvo una que luego de meses de peregrinaje por las callecitas circulares, lograron regresar a la avenida de los Incas.

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La 187 fue la última línea que atravesó Parque Chas, salía de Chacarita para dirigirse a su destino final en José León Suárez. En su trayecto, tomaba la calle Bucarelli, por donde ingresaba al laberíntico barrio desde Avenida de los Incas para salir a Pampa y continuar hacia la estación de tren. “En estas historias siempre hay dos posibilidades, la racional y la mítica y cuando no hay una explicación totalmente racional aparece el mito para completar aquello que no podemos explicar”, señala Víctor Coviello, uno de los autores, junto a Guillermo Barrantes, del libro Buenos Aires es leyenda.

Según explica, lo cierto es que esta empresa de colectivos quebró hacia mediados de los 90: había mucha resistencia de los vecinos que no querían que una línea de transporte urbano circulara en medio del apacible barrio. “Decían que alrededor ya tenían colectivos en Avenida de los Incas, en Pampa, en avenidaTriunvirato y en avenida Constituyentes. Pero también había una imposibilidad técnica porque las calles son angostas y se les hacía difícil circular. Y, finalmente, no se sabe bien qué pasó, pero la empresa empezó a tener problemas, los internos se perdían, iban por Bucarelli y terminaban en cualquier lado”, explica. Según cuentan, se habían perdido los planos con el recorrido y, por esta razón, los colectivos se extraviaban.

El interno 666 de la línea 187 (Ilustración de Patricio Oliver/)

Directo al infierno

Si uno se pierde en el interior de Parque Chas, jamás debe caer en la tentación de subirse a un colectivo. La razón es que una de las versiones sobre el destino de la línea 187 dice que terminó manejado por el mismísimo diablo.

“Hay muchos mitos sobre Parque Chas y todos se relacionan con perderse. La leyenda se apoya en el miedo que el mismo tejido urbano del barrio genera en cualquier chofer de colectivo, de taxi, de autos particulares o incluso en los peatones que no conocen la zona”, explica Barrantes.

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Según el escritor y guionista, el mito se exagera y convierte este miedo en historia. Aún cuentan en el barrio que la 187 era la única que se animaba a tener parte de su recorrido en Parque Chas, barrio que atravesaba, según se dice por Bucarelli, aunque algunos aseguran que circulaba por Bauness. “El relato menciona que estos choferes se perdían y, por esta situación, empezaron a renunciar. Como el dueño de la empresa no quería cambiar el recorrido y no era época de GPS, los choferes llevaban mapas, pero se perdían de todas maneras, así que quedaron pocos internos. Allá por 1984, el último colectivo que se animó a rodar por Parque Chas se perdió definitivamente, y este, que sería el interno 666, ya no pudo salir del barrio, y se asegura que, hasta el día de hoy, no encontró la salida”, cuenta el escritor.

La circularidad, una de las constantes de Parque Chas (Rodrigo Nespolo/)

Pero esta versión se vuelve aún más siniestra y dice que si uno camina por Parque Chas, y de repente se empieza a hacer de noche y se levanta una niebla sobre el asfalto, seguro que va a ver venir un colectivo y va a ser el interno 666 de la 187. “Algunos sostienen que se pueden ver todos los pasajeros muertos, incluso al chofer, atrapados eternamente. Pero las versiones más exageradas hablan de que todos los viajantes pasaron a mejor vida y que el chofer es el demonio mismo que está buscando a las personas que siguen perdiéndose en Parque Chas”, cuenta Barrantes. Además, detalla que la parada exacta del colectivo del diablo está en la increíble esquina de Bauness y Bauness, que es la misma calle que se retuerce y se encuentra con sí misma. “Esa esquina existe, y se dice que ahí para el interno 666 y, que si estás perdido en el barrio, ves un colectivo y te lo tomás porque pensás que te saca a algún lado, te vas derecho al infierno”, concluye.

Uno de los primeros planos de Parque Chas

Un portal a otra dimensión

La razón de tanta desorientación en Parque Chas reside en su trazado geométrico, una condición muy particular que hace que quienes no conocen la zona se pierdan fácilmente. En el libro Buenos Aires tiene barrio, Coviello y el historiador Leonel Contreras, refieren otra explicación a las innumerables confusiones. “Se habla de que en el barrio hay un portal a otras dimensiones de espacio-tiempo o una zona espectral y es común que los taxistas se nieguen a entrar, ya que pasan mucho tiempo dando vueltas y recién pueden salir varias horas más tarde. También se dice que hay manzanas que no pueden ser rodeadas”, sostienen los autores.

Una de las tantas conjeturas sobre el destino del colectivo y sus pasajeros es que habrían entrado a un portal hacia otra dimensión en la que desaparecieron durante meses. “Uno se pregunta cómo vivían, cómo comían o si se morían de hambre, pero si entrás en un portal no necesariamente pasan días. Uno puede sentir que pasan segundos pero, en realidad, se trata de meses o años. Para quienes iban en ese colectivo habían pasado unos minutos, pero cuando salieron se dieron cuenta que habían salido varios meses más tarde”, elucubra Coviello.

La esquina de Berlín y Gándara en Parque Chas (Rodrigo Nespolo/)

Los vecinos también se hacen eco de la leyenda, como Ezequiel Chornichán, de 25 años, que afirma que la versión que él conoce es la que dice que el destino de la 187 estaba marcado por los dioses antes de su existencia. Así lo relata en el cuento “Línea 187″, el escritor Hernán Torrado: “Quien creó el recorrido quiso que pasara por esa demostración práctica del eterno retorno que es Parque Chas, donde las calles van en círculo, naciendo y muriendo en un mismo punto en una redestrucción y una reconstrucción. Para atravesar el barrio fue menester la confección de mapas y hojas de ruta, que los choferes llevaban pegadas en los vidrios para no perderse”. El relato aclara que fue en la noche del 6 de marzo de 1983 cuando un grupo de delincuentes entró en la terminal y robó cinco millones de pesos argentinos, pero además se llevaron los mapas de los coches que indicaban cómo cruzar Parque Chas y los tiraron en una alcantarilla de avenida Triunvirato. “Los dueños no encontraron quién les confeccionara nuevos mapas y, como los originales se habían perdido en 1957, al poco tiempo todos los coches estaban extraviados en el barrio. Solo se volvió a ver a un chofer con sus pasajeros que, cuando al coche se le acabó el gasoil, lograron alcanzar a pie, y muy a duras penas, Avenida de los Incas. Se salvaron después de meses de peregrinar”, detalla Torrado en su versión de la leyenda.

Para Coviello existe algo especial en Parque Chas, su forma geométrica, borgeana y laberíntica genera una sensación de desorientación y temor. “Dicen que Parque Chas es la entrada a un portal a otra dimensión. Todo lo que es geométrico, lo que es tan pensado, genera un polo de atracción. Da la casualidad que a este diseño tan poco común se le suelen atribuir estos fenómenos tan extraños”, finaliza.

 

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