El Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve de Estados Unidos ha publicado un comunicado en el que señala que el hielo marino de la Antártida ha caído a 1,91 millones de kilómetros cuadrados esta semana, la extensión más baja desde que comenzaron los registros en 1979.
El mínimo histórico anterior se había establecido justo el año pasado, cuando el área de hielo que flota en el Océano Antártico cayó por debajo de los dos millones de kilómetros cuadrados por primera vez.
El retroceso del glaciar Thwaites
Estos días también han aparecido dos nuevos estudios publicados en Nature que alertan a propósito del retroceso del glaciar Thwaites, en la Antártida Occidental, uno de los puntos de observación de los efectos del calentamiento que los científicos están examinando con más atención.
Con un tamaño equivalente a un tercio de toda la península ibérica, este glaciar es uno de los ecosistemas de hielo y océano que está cambiando más rápidamente en la Antártida. De hecho, la zona de conexión a tierra (le región donde se encuentra con el fondo marino) ha retrocedido 14 kilómetros desde finales de la década de 1990.
Impacto en el nivel del mar
Aunque es cierto que el derretimiento del hielo marino no tiene un impacto perceptible en los niveles del mar, ya que el hielo se encuentra en el agua del océano, es importante destacar que el hielo marino rodea las enormes plataformas de hielo de la Antártida.
Estas plataformas son extensiones de los glaciares de agua dulce y, si continúan derritiéndose a medida que aumentan las temperaturas globales, ello representará una amenaza catastrófica para el aumento del nivel del mar durante siglos.
Por ejemplo, uno de los estudios de Nature afirma que el glaciar Thwaites puede haber alcanzado un punto crítico de pérdida de hielo acelerada e irreversible. Si se produce su colapso completo en unos cientos de años, esto podría contribuir a una subida de 65 centímetros en el nivel del mar.
Además, este proceso podría tener un efecto dominó y desestabilizar a los glaciares cercanos en el mar de Amundsen, lo que a su vez resultaría en una subida global del nivel del mar de hasta 3 metros a lo largo de varios miles de años.
El deshielo retroalimenta el calentamiento global
El derretimiento del hielo marino no solo es problemático porque contribuye al aumento de los niveles del mar, sino también porque acelera el calentamiento global. Cuando el hielo marino blanco se derrite, que normalmente refleja hasta el 90% de la energía solar de vuelta al espacio, es reemplazado por un mar oscuro y sin congelar.
En consecuencia, el agua absorbe una gran cantidad del calor del Sol, lo que puede contribuir aún más al calentamiento global, produciendo un bucle de retroalimentación.
Nuevas técnicas de observación
Según Britney Schmidt, profesora adjunta en la Universidad de Cornell y autora principal del segundo estudio publicado en Nature, las nuevas técnicas de observación del glaciar han permitido una mejor comprensión de cómo y dónde se está produciendo el derretimiento, lo que es especialmente importante en las zonas cálidas de la Antártida.
Lo que demuestran estas investigaciones realizadas en el continente blanco es que no solo es importante conocer la cantidad de derretimiento, sino también la forma en que está sucediendo para entender completamente las implicaciones del cambio climático en la Antártida.