Ya estamos en la fase de eliminación directa. Ahora ya se juega al borde del precipicio. No están permitidos los errores. Pero eso no quiere decir que no se produzcan. Deberemos tratar que no nos penalicen en demasía. Hay poca diferencia entre la aproximación a este partido y la que tendremos en el resto hasta alcanzar la final. En todos el premio va in crescendo y la decepción será menor cuanto más tarde se produzca la eliminación, si es que llega. Esperemos que no sea así y poder colocar la segunda estrella encima del escudo.
Evitar errores
Para evitar esos errores toca preparar bien el partido. Hay que ayudar a los jugadores para tomar las mejores decisiones en un entorno de máximo estrés. El entrenador maneja mucha información y debe seleccionar cuál es es crucial para el partido. Cualquier omisión puede ser definitiva para el resultado final. El jugador no debe ver todos los partidos del rival. Los entrenadores sí. Las conclusiones no se pueden sacar de vídeos resumidos por el cuerpo técnico. Es necesario separar el grano de la paja. Hay que encontrar las señales y descartar todo el ruido que rodea a un partido, oler algo que va más allá de lo táctico. Algo que es intuitivo respecto al rival. Sus puntos débiles emocionales, sus fortalezas competitivas. Es un conocimiento que adquieres a través de mucha observación. Es un conocimiento que es difícil de explicar con palabras. Pero debes hacerlo para dar instrucciones concisas a los futbolistas que muestren dominio sobre la situación. Porque lo más importante es convencer a los futbolistas de que están preparados para afrontar el reto. Eso minimiza los errores.
Momentos de duda
Y después de un mal resultado toca levantar la moral del grupo. La moral es algo subjetivo. No se puede valorar con ninguna de las estadísticas que se dan ahora. Pero sí que se puede mejorar explicando con números lo que los jugadores han vivido dentro del terreno de juego. Aun así, y como a cualquier persona que tenga un líder que le dirige, será la confianza y credibilidad del mismo la que mayor impacto causará en su rendimiento. Creo que de esto vamos sobrados. Nadie puede dudar de la confianza de nuestra selección en Luis Enrique. Sabemos que las declaraciones públicas de los miembros de un equipo pueden ser políticamente correctas. Pero también hay grados en esa corrección. Se ve cuando alguien lo hace para cumplir el expediente y cuando lo hace diciéndolo de verdad. Y después están los entornos. Ese ente inmaterial que nos rodea pero que no podemos ver y que se encarga de hacer saber lo que gusta y lo que no gusta de manera indirecta. Si se analiza el de la selección española creo que podemos estar tranquilos respecto a la confianza de los jugadores respecto a su líder.
Marruecos no ha perdido
Y esa confianza en el líder es la que ahora mismo deben tener los jugadores de la selección marroquí. Seguro que están totalmente entregados a lo que les plantee su seleccionador. Con él se han plantado en octavos de final sin perder un partido en un grupo que no era fácil a priori. Empataron con Croacia en un partido en el que maniataron tácticamente a su rival. No les dejaron apenas espacios desde un 4-1-4-1 bien trabajado. No había muchas fisuras y todos cumplían sus funciones de manera disciplinada. De hecho, a Walid Regragui se le tacha de defensivo. Aunque desde la defensa ha sido capaz de ganar títulos en los clubes donde ha entrenado. Y fue desde la defensa donde crecieron en ataque y crearon peligros en muchos momentos del partido. Este es un buen partido en el que referenciarse, creo que su planteamiento contra España puede ir encaminado a algo parecido. Y si hablamos del partido de Bélgica, más de lo mismo pero con goles. Ahí se vio aun más ese trabajo táctico defensivo.
Son un equipo que te entrega el balón. No van a disputar la posesión como estadística. Pero si que la saben utilizar para hacerte daño. Tienen a buenos futbolistas que son rígidos y disciplinados en defensa. Pero no por ello son poco dotados en ataque. Trabajan como un bloque unido y compacto en el que los pases fuera del bloque en posiciones retrasadas del equipo rival son permitidos. Pero cada intento de avanzar del oponente se ve reprimido por una intensa presión alrededor del poseedor. Los jugadores del equipo rival tienen tiempo y espacio si no se acercan al bloque defensivo de Marruecos. En el momento que se produzcan conducciones para tratar de avanzar hacia la portería marroquí, recibirán presión.
Y entonces… ¿Cómo les atacamos?
Ante defensas como las que propone Marruecos hay que tener en cuenta varios factores. El primero es el estructural. Debes buscar los espacios que dejan libres y ocuparlos para separarte lo máximo posible de sus jugadores. Esto te da algo de tiempo y espacio para recibir y dar continuidad al juego. Esa estructura además debe ocupar de forma racional el espacio. Es decir, ocupar la amplitud del campo, la profundidad que te deje el equipo rival y los espacios interiores que queden libres. Hay que tener cuidado con vaciar la ocupación de los espacios dentro del bloque rival. Los jugadores que juegan por dentro, muchas veces se ponen nerviosos al no entrar en juego y abandonan esos espacios para participar. Hay que convencerles para que aguanten su posición. Pero también hay que incentivar a los responsables de iniciar el juego para que filtren balones por fuera y por dentro.
Movilidad
En segundo lugar hay que tener mucha movilidad. La estructura de ocupación rígida y hecha por los mismos jugadores tiende a ser muy previsible. Eso hace que sea más fácil para los defensores marcar a sus rivales en cada momento. Por eso, aunque la ocupación visual sea la misma, las posiciones las deben ocupar diferentes jugadores. Eso se puede conseguir a través de mini asociaciones en grupos de tres jugadores.
Velocidad en la ejecución
En tercer lugar el balón y los jugadores deben ir a un ritmo muy alto. La velocidad en el desplazamiento del balón hace que sea más difícil para las defensas corregir los espacios que forzosamente debes dejar para defender de forma zonal como un bloque corto y estrecho. Para esto necesitas jugadores con una alta capacidad técnica. España los tiene. Los jugadores deben hacer que el balón vaya rápido. Pero además deben hacerlo con pocos toques. Un jugador con el balón en los pies quieto es oro para el rival. Por eso el poseedor debe conducir o pasar. Las conducciones fijan posiciones de los rivales, los pases mueven al bloque defensivo rival.
Atacar espacios
Finalmente, España debe ser incisiva en los movimientos de profundidad. Ellos defienden en su propio campo pero alejados de su portería. Eso deja un espacio a la espalda de su defensa que se debe aprovechar. Se debe hacer a través de pases directos al principio para después aprovechar los metros que hayamos ganado por dentro. Un bloque defensivo como el que proponen ellos deja poca distancia entre líneas. Eso es complicado para el juego interior, pero te deja más cerca de un lanzamiento de tu línea defensiva a tu línea de ataque. Una vez se hayan visto amenazados por esos lanzamientos, empezaremos a encontrar algo más de espacio por dentro. Igualmente se deberá atacar pidiendo pases al espacio, porque pases al pie sin movilidad facilitan la defensa rival. No esperar los balones, ir a buscarlos a un espacio diferente al de partida.
¿Y la defensa? De todo un poco.
Marruecos es bueno a la contra como consecuencia natural de su forma de defender. Te atraen a su campo para después atacar los espacios que tu vas a dejar en tu propio campo. En eso son buenos. Pero también lo son cuando recuperan el balón cerca de su portería. Por eso tendremos que ser excelentes en una situación con dos respuestas diferenciadas: las transiciones defensivas. El momento de pérdida del balón tiene varias derivadas para dar la respuesta adecuada. La principal es la zona de pérdida, la secundaria es la estructura que tenemos en ese momento. En base a la zona de pérdida podemos tener que responder con un repliegue o con una presión. Por eso la forma de atacar adquiere vital importancia. Hemos de ser pacientes y mantener los jugadores necesarios en cada momento en la posición establecida.
Y cuando tengan el balón habrá que ejercer una presión coordinada e intensa, porque no se ponen nerviosos. No rehúyen la posesión del balón y tienen talento por dentro y por fuera. Las bandas son de alto nivel. Y el eje central es bueno en todas las líneas sin llegar a ser excepcional. Pero lo que está claro es que son un equipo en mayúsculas. Han repetido la alineación inicial en todos los partidos, y las modificaciones que han hecho no han bajado el nivel.
El resultado como consecuencia
La filosofía estoica habla de un concepto llamado la dicotomía del control. De forma muy simple nos viene a decir que hay cosas que dependen de nuestro control y otras que no. Por eso los jugadores se deben centrar en lo que pueden controlar, en lo que ellos hacen. Y deben olvidarse de lo que no pueden controlar, lo que otros hacen o dicen. Al final si cada uno de nuestros jugadores cumple con su misión, el resultado será la consecuencia. Y esa consecuencia por capacidad, confianza y credibilidad será el pase a cuartos.