Marina Silva, emblema de la lucha medioambiental en Brasil

Nacida en el corazón de la Amazonía, Marina Silva es una figura emblemática de la lucha contra el cambio climático en Brasil y su nombramiento en el futuro gobierno de Lula consagra la importancia que el izquierdista pretende otorgar a este desafío global.

Silva, de 64 años, fue nombrada este jueves ministra de Medio Ambiente, cargo que ya ocupó durante los anteriores mandatos de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), pero rompió con su mentor en 2008 acusándolo de no apoyarla suficientemente en la defensa de la mayor selva tropical del planeta.

Tres veces candidata presidencial (2010, 2014, 2018), se reconcilió con Lula recientemente, para vencer al mandatario saliente de extrema derecha Jair Bolsonaro.

A cambio de su apoyo, esta diputada federal negra obtuvo una serie de promesas, en especial la creación de una autoridad nacional de seguridad climática encargada de verificar las acciones que buscan reducir los gases de efecto invernadero.

“La cuestión climática ahora es una prioridad estratégica del más alto nivel”, dijo en una entrevista a Folha de Sao Paulo, antes de viajar a la COP27 de Egipto en noviembre para adelantar la agenda climática del gobierno de Lula, que entrará en funciones el 1º de enero.

Precisamente en ese foro, Lula prometió acabar con la deforestación en la Amazonía en 2030, después de que esta se disparara 60% bajo el mandato de Bolsonaro.

Su designación como ministra “es una demostración clara de la seriedad del objetivo anunciado (por Lula) durante la campaña de acabar con la deforestación en Brasil”, dijo este jueves en un comunicado la ONG ambientalista WWF-Brasil.

La apariencia frágil de esta ex empleada doméstica esconde una fuerza interior que le permitió superar una infancia en la pobreza, graves problemas de salud y hacer frente al machismo y racismo presentes en la vida política de Brasil.

– Del analfabetismo al activismo –

Maria Osmarina Marina Silva Vaz tuvo un ascenso muy particular.

Nació en 1958 en el estado de Acre, en el corazón de la Amazonía brasileña. Tres de sus 11 hermanos murieron en la infancia y ella perdió a su madre a los 15 años.

A los 11, caminaba 14 km diarios para ayudar a su padre a explotar los árboles de caucho y recoger su látex.

“Me levantaba a las cuatro de la mañana y cortaba ramas para hacer fuego. Preparaba café y una ensalada de banana con huevo. Ese era nuestro desayuno”, narra en su sitio oficial.

Con numerosos problemas de salud, ha sobrevivido a tres hepatitis y cinco crisis de paludismo.

En su adolescencia, decidió entrar en un convento y aunque la vida religiosa no le convenció, descubrió le Teología de la Liberación, movimiento de la izquierda católica conocido por su lucha contra la pobreza y las violaciones de los derechos humanos.

Eso le permitió estudiar: pasó de ser analfabeta a obtener su primer título universitario (en Historia) a los 26 años, luego de haber trabajado como empleada doméstica para pagar sus estudios.

– Ambientalista y evangélica  –

Se estrenó en la política al lado del sindicalista Chico Mendes, emblemático defensor de la Amazonía asesinado en 1988. Elegida consejera municipal de Rio Branco, capital de Acre, se convirtió después en la senadora más joven en la historia de Brasil, con 36 años.

Quedó tercera en las elecciones presidenciales de 2010 y 2014, pero fue octava en los comicios de 2018 ganados por Bolsonaro.

Como muchos brasileños, esta madre de cuatro hijos abandonó el catolicismo para entrar en las filas del protestantismo evangélico.

En julio declaró que “nunca” abortaría, pero defendió que el tema sea debatido por la sociedad bajo la óptica de la salud pública.

Y aunque en el pasado dijo ser contraria al matrimonio homosexual debido a sus creencias religiosas, en 2018 prometió en su programa de gobierno “garantizar el respeto y el ejercicio pleno de la ciudadanía a las personas LGBTIs”.

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