El marimo es una especie de pelota verde, esponjosa y blanda de algas submarinas de agua dulce que varía desde aproximadamente el tamaño de un guisante hasta al de una pelota de baloncesto, y que se forma naturalmente cuando las hebras flotantes del alga Aegagropila linnaei se agrupan debido al movimiento ondulante del agua de un lago.
El marimo, también conocido como “bola de Cladophoras”, solo se puede encontrar en varios lagos y ríos de Japón y el norte de Europa, y con 30 centímetros de diámetro, el más grande del mundo se halla en el lago Akan, en Hokkaido, la isla principal del archipiélago japonés, donde se encuentra protegido de la luz solar invernal por una gruesa capa de hielo y nieve.
Sin embargo, debido al cambio climático la capa de hielo que cubre el lago Akan durante el invierno es cada vez más delgada. Este alga depende de los nutrientes y la fotosíntesis para sobrevivir y su declive actual se achaca generalmente a la intervención humana, responsable de la alteración y contaminación de los lagos de agua dulce en que prosperan estas enigmáticas pelotas vegetales.
Ahora, no obstante, un equipo de científicos de la Universidad de Tokio acaba de descubrir que la supervivencia de esta especie podría estar fuertemente ligada a la cantidad de luz solar recibida durante las diferentes épocas del año, y a la cual se encuentra estrechamente adaptada. Al menos esta es una de las conclusiones que se derivan del estudio dirigido por el profesor de la Universidad de Tokio, Masaru Kono, y publicado recientemente en la revista International Journal of Molecular Sciences.
Para llegar a ella, durante el pasado invierno Kono y su equipo visitaron la bahía Churui, en el lago Akan, para medir la temperatura y la intensidad de la luz bajo el agua, con y sin capa de hielo, y descubrieron que estas algas podían sobrevivir a la luz brillante durante un máximo de cuatro horas. Pasado ese tiempo, también hallaron que al exponer a las algas a una luz moderada durante 30 minutos, estas eran susceptibles de autorrepararse de los daños recibidos. “Sabemos que el marimo puede sobrevivir a la luz solar brillante en las aguas cálidas del verano, pero hasta ahora no se habían estudiado las propiedades fotosintéticas del marimo a bajas temperaturas invernales, por lo que nos fascinó este hecho”.
“Demostramos que las células dañadas de marimo pueden repararse después de una exposición menor a 4 horas a una luz diurna intensa. Sin embargo, cuando esta exposición superó las 6 horas en aguas frías, ciertas células involucradas en la fotosíntesis quedaron irreversiblemente dañadas y las algas murieron” continúa el autor. “Estos resultados sugieren que la fotoinhibición –la incapacidad de realizar la fotosíntesis debido al daño celular- resulta una seria amenaza fruto del cambio climático y el retroceso del hielo para el marimo en el lago Akan.
Kono espera que esta investigación impulse a los gobiernos locales y nacionales a comprender la necesidad urgente de proteger el marimo exclusivo de algunos ecosistemas tan especiales como el del lago Akan. “También esperamos que esta sea una oportunidad para que todas las personas piensen seriamente sobre los efectos del calentamiento global”, concluye.