Cada es más frecuente la observación de mangas marinas y tornados en el Mediterráneo (Barcelona, Alicante o Baleares, por ejemplo), pero también en Italia y otras regiones cercanas. Pero esta situación ¿obedece realmente a un incremento real en la frecuencia de estos fenómenos o es fruto simplemente de la mayor difusión que permiten las redes sociales y los instrumentos meteorológicos cada vez más precisos?
Para empezar, hay que saber que los tornados y las mangas marinas no son exactamente lo mismo, aunque realmente puedan parecerlo. La característica que tienen en común es que poseen una columna de aire que gira y que ambos son remolinos de viento o vientos tornádicos. La única diferencia real entre un tornado y un tornado radica en la tormenta que lo generó.
Los tornados son uno de los fenómenos más destructivos de la naturaleza, surgen de la base de las nubes de tormenta, los cumulonimbus, y son capaces de generar vientos de hasta 500 km/h, pueden durar horas y recorrer cientos de kilómetros, los más extremos se forman en EEUU, pero también en Australia, Nueva Zelanda, Canadá, Reino Unido y México.
En España tenemos constancia de tornados, algunos bastante destructivos, pero que se produjeron en zonas deshabitadas. Suelen tener una anchura de entre 90 y 600 metros, por lo general.
El giro sobre el suelo es ciclónico, como el movimiento de las peonzas de los niños, y aspiran aire del entorno recogiendo todo lo que encuentran a su paso. Por este motivo solemos verlos de color oscuro, debido a la tierra y los trozos de casas o vallas que van encontrando a su paso. Se mueven con el movimiento de la nube, explica el portal eltiempo.es.
En cambio, las trombas marinas van asociadas normalmente a cúmulos ‘congestus’, se forman sobre lagos y océanos pero también se forman de la base de los grandes Cumulonimbus. Normalmente tienen 450 metros de alto pero pueden llegar hasta los 900 metros, pueden ser aisladas o en grupos, la señal de su formación a veces es la sobra en el agua del aire que gira. Dibujan trayectorias curvas que pueden durar hasta 15 minutos.
Tornados y cambio climático: ¿Cuál es la relación?
Ahora bien, cuando hablamos de tornados y trombas ¿cuál es la relación entre estos fenómenos y el cambio climático? ¿Por qué está aumentando su presencia en el Mar Mediterráneo?
Según explica la experta Daniele Ingemi, de Meteored, para responder a esta pregunta hay que acudir a las leyes de la termodinámica, que nos dicen que un parámetro importante para que se desarrolle un tornado es la temperatura superficial del mar.
Esto se debe a que un mar más cálido proporciona más energía a un tornado, lo que también hace que se vuelva particularmente violento.
Mientras estos tornados permanezcan en el mar o golpeen áreas que no están densamente pobladas no hay problema. Sin embargo, cuando estos fenómenos tocan el suelo, pasando por centros habitados, ciudades o grandes centros industriales, nos encontramos con daños muy graves y a veces tragedias.
Un artículo científico reciente, publicado en la revista internacional Scientific Reports, explica exactamente por qué un mar más cálido de lo normal (es decir, con una temperatura superior a la media climatológica) puede estimular estos fenómenos.
En este estudio, los autores toman como ejemplo el tornado que azotó la zona portuaria de la ciudad italiana de Tarento y la planta de ILVA, el 28 de noviembre de 2012, que provocó un muerto y daños por 60 millones de euros.
Durante ese evento tornádico, la temperatura del mar Jónico estaba alrededor de +1 °C por encima del promedio climatológico del período (siendo este un promedio muy reciente, porque se refiere a las dos décadas de 1985-2005, y por tanto relacionado con un tramo en el que el calentamiento global ya estaba avanzado), añade Ingemi.
Cuanto más cálido es el mar, más tornados se producen
Utilizando los datos de temperatura del mar, aplicaron un modelo meteorológico de alta resolución (aproximadamente 1 km de cuadrícula), que demostró ser capaz de reproducir correctamente la trayectoria de la supercélula que derivó en el tornado de Taranto.
Los mismos autores realizaron otra simulación con el mismo modelo exacto, pero tomando esta vez como referencia temperaturas del mar con valores cercanos a la media climatológica del período.
Esta última simulación mostró cómo con una temperatura del mar de solo -1 °C (en el promedio, por tanto), la famosa supercélula no se habría formado y, en consecuencia, el tornado no se habría desarrollado. Por el contrario, al aumentar la temperatura en +1 °C el tornado habría sido aún más intenso.
El estudio, en el que han participado investigadores como Mario Marcello Miglietta, Jordi Mazon, Vincenzo Motola y Antonello Pasini, ha puesto de relieve cómo el Mediterráneo está siendo escenario cada vez más frecuente de este tipo de fenómenos violentos.
Su intensidad está llamada a aumentar más rápidamente una vez que se supera un determinado valor de temperatura, con inevitables repercusiones en nuestros territorios.
Numerosos expertos españoles han confirmado ya el progresivo calentamiento de las aguas del Mediterráneo español, lo que no hace sino facilitar las condiciones para la aparición de tornados.
Estudio de referencia: https://www.nature.com/articles/s41598-017-13170-0
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