Un día después de que las tensiones partidistas marcaran el discurso sobre el estado de la Unión del presidente Joe Biden ante el Congreso, este miércoles se ha vivido otro episodio que ha dejado en evidencia la profunda y creciente polarización entre republicanos y demócratas, la radical brecha entre ambos y la línea de asedio a Biden que los republicanos ahora en control de la Cámara Baja van a seguir en los dos próximos años.
El Comité de Supervisión ha celebrado una tensa vista centrada en la supuesta colusión entre el gobierno y Twitter para suprimir un artículo que en octubre de 2020, unos días antes de las elecciones presidenciales, ‘The New York Post’ publicó sobre Hunter Biden. En esa pieza, cuya propagación bloqueó la red social, se señalaba al hijo del presidente por haber puesto en contacto a un empresario de Ucrania con su padre. La fuente para las acusaciones era el disco duro de un ordenador que Rudy Giuliani, abogado de Donald Trump, facilitó tras haberlo sacado de una tienda donde el hijo del presidente lo había dejado para una reparación.
Ya en el pasado y repetidamente los directivos de Twitter reconocieron que las decisiones tomadas en ese caso fueron un “error”, y se restauraron cuentas suspendidas. El asunto, no obstante, nunca desapareció del discurso de la derecha, que lo usó para acusar de colusión a agencias del gobierno con los demócratas y para intensificar sus acusaciones de “censura” y de la supuesta discriminación de las redes sociales y grandes tecnológicas hacia voces y puntos de vista republicanos y conservadores.
Recobró fuerza de nuevo cuando Elon Musk compró la red social, dando acceso a documentos internos de la compañía a periodistas, que en diciembre publicaron los llamados “archivos de Twitter”. Y aunque en los referidos al ordenador de Hunter Biden el reportero Matt Taibbi aseguró no haber encontrado pruebas de colusión, por fin los republicanos han conseguido llevarlo al Congreso.
Vijaya Gadda, James Baker y Yoel Roth, tres de los exdirectivos de la red social, que fueron despedidos cuando llegó Musk, han comparecido en la sesión. Y han reiterado su admisión de errores en el caso pero también han negado tajantemente haber actuado bajo presión del FBI o de la Administración Biden.
“Falso escándalo”
Los demócratas, ahora en minoría en el Comité, han hablado de un “falso escándalo” y han denunciado la “obsesión” de los republicanos con este caso y con las denuncias de supuesta discriminación en redes. En contraposición han tratado de destacar la permisividad que Twitter tuvo con Donald Trump y su propagación de desinformación. “Antes del 6 de enero, Twitter decidió permitir a Trump y a incontables extremistas MAGA usar su plataforma para propagar la ridícula Gran Mentira (de fraude electoral) y desinformación sobre las elecciones y pronto internet se llenó de incitaciones a la guerra civil, la guerra civil la insurrección, la revolución y la violencia de masas”, ha dicho el congresista Jamie Raskin. (Aunque la red social suspendió la cuenta de Trump tras el asalto al Capitolio, Musk se la restauró en noviembre, y también ha reactivado la de congresistas extremistas como Marjorie Taylor Greene, que fue suspendida por propagar desinformación sobre Covid).
Los demócratas han convocado como testigo a Anika Collier Navaroli, una antigua empleada de Twitter que colaboró con el comité especial que investigó el asalto al Capitolio. Y ella ha confirmado en un interrogatorio de Alexandria Ocasio-Cortez que la red cambió sus políticas para acomodar un racista tuit del expresidente en el que atacó a la neoyorquina y a otras tres congresistas progresistas y les urgió a “volver a los países plagados de crimen de los que vinieron”.
La vista (que ha sufrido una suspensión temporal por un fallo eléctrico) también ha revelado que el propio Trump trató desde la Casa Blanca de presionar a la red social para que suspendiera la cuenta de la modelo Chrissy Teigen después de que ella le hiciera un triple insulto en un tuit.